30/10/13

EL JEFE ACTIVO.

Enviado desde México.



Soy supervisor de producción en una empresa y parte de mi trabajo es también dar una chequeada a planta los feriados. Esto sucedió hace años. Un sábado vi a Tadeo, el vigilante nocturno, cojeando y al preguntarle qué le había pasado me dijo que lo habían fauleado jugando con los muchachos en el partido de fulbito que tuvieron al terminar la jornada el día anterior. Hice comprar unas pastillas y un gel para golpes y se lo hice alcanzar con las indicaciones. Al día siguiente, domingo, luego de terminar mi rutina de trabajo me acerqué a la habitación de Tadeo para ver como seguía. Me dijo que algo mejor pero aún no del todo bien, le pregunté si el gel le había hecho efecto y me dijo que no se lo había aplicado pues la zona que le dolía era la espalda y le era difícil, le dije que yo le aplicaría pues ese gel era muy bueno. Ingresé a su habitación, estaba muy limpia y ordenada, y él parecía que recién salía de la ducha pues el olor a jabón brotó de su cuerpo cuando se sacó el polo. Tadeo era un norteño de 35 años, más o menos de 1.65mt, trigueño, musculado y muy serio de rostro y responsable en su trabajo. Yo descubrí la experiencia homo a los 40, hace 15 años, y me pareció mucho más intenso y excitante penetrar a un hombre que a una mujer. Tengo mis experiencias de ese tipo pero lo llevo muy en reserva y nunca me metí con gente del trabajo. Bueno, continúo: Tadeo se echó sobre su cama y aprecie su espalda ancha y fuerte y vellos en la zona del coxis… empecé a masajearlo con el gel en silencio, la verdad yo estaba disfrutando con esa piel bajo mis manos pero no quería excitarme ni delatarme, pero de pronto Tadeo gimió bajito…yo continué normal y el seguía gimiendo bajito.

De repente para mi sorpresa se bajo el buzo y dejó expuesto su culo poderoso, fuerte, velludo y me dijo que por favor le masajeara todo que le dolía toda la parte de atrás desde la nuca hasta abajo. —ok le dije— y mis manos bajaron a sus nalgas y las masajeé con ganas…el tipo era delicioso, y gimió otra vez, era delicioso acariciarlo, sentir su carne, sus vellos, y, como quien no quiere la cosa dirigí mis pulgares a su anito…gimió y abrió las piernas, uffffff!, su ano peludito quedó expuesto a mi vista, y allí si que ya no podía disimular mi excitación. Sentí mi pene engordar bajo mi bragueta y mi mente deseaba a Tadeo. Sin disimular nada ya, mi pulgar dedeó su ano y él abrió aún mas las piernas: mayor invitación yo no podía tener y apresurado me bajé el pantalón y me encimé sobre él, mis bolas ahora sentían la tibieza de sus nalgas; mi verga erecta babeaba de gusto a su contacto. Suavemente dirigí mi cabezón a su orificio y otro gemido fuerte emitió Tadeo…sé como es esto y yo sabía que él lo disfrutaba. Suavemente empecé a penetrarlo, pues mi pene es grueso.  Su ano era el cielo… seguí suave, suave, hasta que mis pendejos rozaron sus nalgas… me quedé quieto…despacio lo agarre de la cintura y lentamente lo fui incorporando hasta ponerlo en cuatro casi al borde de la cama. Me paré sobre el suelo y siguiendo así pegados le dije que él se moviera, que él se penetrara…yo no quería darle dolor y él entendió muy bien pues inició un delicioso mete y saca que me hacía desesperar…él gemía. De verdad tener a este macho norteño retorciéndose de placer con mi verga abrazada por su ano era un placer indescriptible para mi: le besé la nuca y dirigí mi mano a su verga; estaba dura, caliente, y lo empecé a masturbar muy despacio…él giró su rostro hacia mí y me dijo que lo bese, lo hice y eso nos excitó mas aún. Su verga babeaba mi mano, mi verga latía en su ano… con mi otra mano acariciaba todo lo que podía de ese cuerpo. De repente me percaté de un espejo en la pared que reflejaba el rostro excitado de Tadeo y mi cuerpo fuerte y de piel clara poseyéndolo… de pronto su verga latió y chorros fuertes de leche mojaron mi mano…ese fue el detonante para que su ano también latiera y sintiera yo nacer en mis testes un orgasmo furioso…lo atraje fuerte a mi cuerpo mientras mi semen salía mojando su interior y su leche a borbotones caía en mi mano y sobre la cama.

Fue un orgasmo espectacular… lo abracé fuerte y quedé quieto echado sobre él.  Mis labios saboreaban ahora el sudor de su espalda. Luego me levanté y me duché en el baño de su habitación. Al salir, él sentado y con expresión triste me dijo -me despedirá- No! —Le respondí—, cómo se te ocurre?... lo abracé fuerte y le dije que será nuestro secreto. Vinieron muchos feriados después, que con él eran intensos y deseados, hasta que un tío suyo falleció y le dejo unas tierras de cultivo en el norte, él tenía allá también su esposa e hijos y partió a un buen futuro.

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