2/1/14

ALVARO.

El Gatito.
Tras cortar con su novia, Cristian fue a un Pub de música latina. Cristian, de 46 años pidió una cerveza en la barra, y sacó a bailar a unas señoras, en una entretenida velada. Entonces se dio cuenta de que un trío de putitos lo observaba con detenimiento. Su forma de vestir los delataba, elegantes, con camisas ajustadas, pantalón pitillo y cejas depiladas. Cristian siempre había tenido suerte con los jóvenes. Media casi  1.90, tez blanca, ojos verdes, cabello castaño claro, elegantemente canoso, barba y bigote cortos y gracias al ejercicio un estado físico envidiable. Así que Cristian hizo contacto visual con un muchacho de piel blanca, bastante guapo, que se removió coqueto. Con el barman, le envió tres tragos de su parte. Mas tarde al pedir la cuenta y mientras pagaba la misma, repitió el contacto visual, pero esta vez su mirada fue más directa, como si no hubiera nadie en el lugar. Tomó sus cosas y sin despedirse pero sin dejar de mirarlos abandonó el local, dejándolos sin duda muy calientes.
Caminó hasta su auto y se apoyó en el mientras encendía un cigarrillo, no tuvo que esperar mucho, pues el muchacho de su preferencia salió a buscarlo. Entonces Cristian fingió que miraba hacia otro lado mientras el muchacho se acercaba. Tenía piel blanca, ojos verdes y cabello negro. Era delgado y pequeño de estatura, parecía una muñeca vestida de hombre con sus mejillas sonrosadas.
— ¿Te gustó el trago?—, preguntó Cristian.
—…Sí… sí…Gracias…— respondió tímidamente, mientras sus amigos se asomaban curiosos.
— ¿Tienes algo que hacer ahora?...—preguntó Cristian esbozando su más cautivante sonrisa.
—…No…no tengo ningún problema en ir con usted…
—Vamos entonces, te invito a mi casa…
Mientras los amigos del muchacho miraban con asombro, Cristian y su acompañante subieron al auto y partieron. Cristian estaba tan nervioso como el muchacho, aquella sería su primera aventura desde su separación. El joven se llamaba Álvaro, y era encantador, bello, su nerviosismo hacia perfecta combinación con su inexperiencia.
—La verdad eres un joven muy lindo, muy guapo…y quisiera comerte vivo…— Lanzó Cristian a quemarropa y Álvaro sólo se sorprendió y sonrojó.
— ¿Te lo han hecho antes…?— Inquirió Cristian.
—…Sólo con mis amigos, pero sé cómo es y sé lo que hay que hacer…— A lo que Cristian lanzó una mirada de calentura y mientras conducía con una mano, con la otra lo tomaba por el cuello y lo  atraía gentilmente a su abultado paquete. Álvaro bajó el cierre y comenzó a sacar de inmediato la verga, bastante gorda pero aún no erecta. La quedó mirando impresionado, ya que aunque no estaba dura era enorme. Así que con sonrisa lujuriosa, la tomó, descubrió el glande jalando hacia atrás el prepucio y se lo llevó a la boca.
Se le notaba la inexperiencia, sin embargo lo hacía bien y a Cristian le estaba gustando. El muchacho sólo necesitaba un poco más de trajín para ser una bomba en la cama. Llegaron a la casa de Cristian, quien ya tenía la verga muy dura y tiesa.  Estacionó el auto y entraron. Ya en el dormitorio, Cristian besó a Álvaro apasionadamente mientras lo desnudaba. Vio como su pene se veía pequeño en comparación con el suyo, pero estaba muy erguido ante la sensación de sentirse deseado. Cristian le pidió a Álvaro que se pusiera cómodo en la cama mientras él ponía música suave e iba por unos tragos. Al volver, Cristian se llevó tamaña sorpresa: Álvaro estaba con las piernas abiertas en el aire dejando ver su ano expectante y mirándolo con aire caliente y necesitado.
Cristian se quitó la camisa dejando al descubierto su torso ennegrecido de abundantes vellos suaves y rizados, pectorales bien firmes y brazos gruesos y musculados. Se acercó a la cama y comenzó a besar el bajo vientre de Álvaro, pasó sus manos bajo las nalgas y lo atrajo hacia sí, y se echó su pequeño pene a la boca, el que desaparecía completamente a cada succión. Álvaro se puso a gemir poniendo sus manos bajo su cabeza, cerró los ojos y se entregó por completo al placer que le daba su experimentado compañero. Los labios de Cristian trabajaban de tal forma que en unos minutos Álvaro se derramó, dejando en la boca de Cristian su sabor tan peculiar. Álvaro terminó rendido, sudoroso, tembloroso y feliz…
Cristian lo sentó en sus piernas y se lo comió a besos…
— ¿…Te gustó Alvarito…?— Le preguntaba susurrando mientras lamía sus orejas. Las mordisqueó suavemente y le hizo gracia que no aguantara la risa que le provocaba el roce de su barba con su cuello. También lamió su cuello, dejándole un vistoso chupón para que se llevara algo de él. Bajó hasta llegar a sus tetillas, que lamió y chupó apasionadamente, pegándole suaves mordisquitos que volvían loco a Álvaro.
Cristian bajó despacio por su vientre, hasta llegar a su ombligo y se entretuvo lamiendo y besando, antes de llegar al su ano. Cristian tomó sus piernas y las puso sobre los hombros, al tiempo que metía la cara en medio de sus nalgas. Encontró un anito cerradito, redondo, rosado. Lo chupó, pasó la lengua alrededor del anillo para luego intentar meterla poco a poco. Con una mano lo masturbaba suavemente, con la otra metía un dedo, y en cuanto pudo, dos.
Luego se dedicó  sólo a besar, lamer y chupar el estrecho hoyito de Álvaro, con tal pasión y maestría que este estuvo a punto de alcanzar el clímax varias veces, pero si eso pasaba perdería la excitación y con ella los deseos de seguir adelante. En cuanto lo vio listo, sin dejar de lamerlo tomó del cajón de la mesita de noche un frasco con lubricante. Cristian se desnudó por completo, dejándole ver un cuerpo bellamente trabajado, grande, bien cuidado, velludo y con una verga enorme, venosa y cabezona y completamente erecta. En cuanto estuvo desnudo, se untó todo el miembro con el lubricante, también echó gentilmente una generosa cantidad en el ano y recto de Álvaro. Colocó entonces el hinchado glande en la entrada del ano y presionando un poco, Cristian consiguió que entrara la cabeza, sacándole un largo suspiro a su bello amante…que susurraba: “…despacio…”.
Álvaro empujó un poco las caderas y lentamente fue entrando el resto del miembro hasta la mitad. Respiraba aceleradamente, jadeando y arrugando el rostro.
—¡¡¡…Cristian…!!! ¡¡¡Qué grande…!!! ¡¡…Qué grande es…!! ¡¡…Te siento…tan adentro!!
Cristian empezó a culeárselo con rítmico movimientos que le arrancaron gemidos de placer. Aferrado al cubrecama al tiempo que abría aún más las piernas, luchando para que entrara todo ese garrote…
—¡¡…Aaahhh!! ¡¡Aahh!! ¡¡Aaaaah!!— Gemía mientras movía la cabeza de un lado a otro, con los ojos cerrados y cubierto de sudor.
A cada acometida Cristian se aseguraba de que un poco más de su virilidad penetrara ese delicado culo. Antes de que pudiera darse cuenta, sus gordos y pesados testículos toparon contra sus nalgas.
—¡¡…Me la metiste toda…!! ¡¡…Me encanta…!! ¡¡…Te siento palpitar dentro…!! ¡¡…Culéame…culéame duro…párteme en dos…!! —jadeaba Álvaro.
De todas maneras, aunque a Cristian le gustaba una pizca de rudeza cuando culeaba, no quería hacer eso con Álvaro. Su ano había dado de sí, pero temía que no soportara las embestidas de una verga como la suya, así que lo sodomizó con gentileza, metiéndoselo despacio, pero sin pausa, para que sintiera claramente cómo entraba y salía de su interior.
Álvaro comenzó a retorcerse de placer, aferrándose con fuerza a la espalda de Cristian…
—¡¡Aaaaah!! ¡¡Aaaaah!! ¡¡Voy a acabar!! ¡¡Voy a acabar…!!...¡¡Aaaaaaaahh!!
Su cuerpo se convulsionó mientras tres largos borbotones le encharcaban el vientre…
—¡¡…Sigue Cristian…no te detengas…!! ¡¡…Aaaaahhh!! ¡¡…Mmmmm…!!
Cristian decidió terminar de una vez. Había podido continuar culeándoselo por mucho más tiempo, pero pensó que ya había recibido suficiente. Aceleró un poco el movimiento y…
—¡¡…Voy a acabar…Alvarito…voy a acabar también…!!— le dijo descorchándolo y saliendo de su interior y masturbándose frente a él.
— ¡…Dale, Cristian, échame todo encima…!— le rogó arrodillándose en el suelo frente a él con la boca abierta. Cristian meneó su pene hasta descargar abundantemente sobre su cara, apretando fuerte la base para escupir todo el contenido de sus huevos en una cascada interminable de blanca y cremosa leche de macho, que Álvaro se afanaba en recoger con la boca.
—¡¡¡…Aaaaaah…!!! —gruñó Cristian terminando de darle toda su esperma. Se veía precioso, su torso lleno de su semen, su rostro repleto del ajeno. Apenas podía abrir los ojos mientras su lengua trataba de sorber todo lo que podía.
— ¿…Te gusta el semen…?
—Sí…
Cristian se arrodilló frente a él, y con sus dedos recogía toda su esperma de la cara para luego dárselo en la boca.
—... ¿Te quieres quedar conmigo Sábado y Domingo, Alvarito?
—…sábado, domingo, y todo el tiempo que tú quieras… Si por mi fuese, no saldría jamás de tu cama…
Ese fin de semana fue muy intenso para ambos, y los que vinieron después aún más. Álvaro se quedó un tiempo con Cristian, pero no solamente en la cama…en varios lugares y en muchas posiciones…




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