El Gatito.
Tras cortar con su novia, Cristian fue a un Pub de
música latina. Cristian, de 46 años pidió una cerveza en la barra, y sacó a
bailar a unas señoras, en una entretenida velada. Entonces se dio cuenta de que
un trío de putitos lo observaba con detenimiento. Su forma de vestir los
delataba, elegantes, con camisas ajustadas, pantalón pitillo y cejas depiladas.
Cristian siempre había tenido suerte con los jóvenes. Media casi 1.90, tez blanca, ojos verdes, cabello
castaño claro, elegantemente canoso, barba y bigote cortos y gracias al
ejercicio un estado físico envidiable. Así que Cristian hizo contacto visual
con un muchacho de piel blanca, bastante guapo, que se removió coqueto. Con el
barman, le envió tres tragos de su parte. Mas tarde al pedir la cuenta y
mientras pagaba la misma, repitió el contacto visual, pero esta vez su mirada
fue más directa, como si no hubiera nadie en el lugar. Tomó sus cosas y sin
despedirse pero sin dejar de mirarlos abandonó el local, dejándolos sin duda
muy calientes.
Caminó hasta su auto y se apoyó en el mientras
encendía un cigarrillo, no tuvo que esperar mucho, pues el muchacho de su
preferencia salió a buscarlo. Entonces Cristian fingió que miraba hacia otro
lado mientras el muchacho se acercaba. Tenía piel blanca, ojos verdes y cabello
negro. Era delgado y pequeño de estatura, parecía una muñeca vestida de hombre
con sus mejillas sonrosadas.
— ¿Te gustó el trago?—, preguntó Cristian.
—…Sí… sí…Gracias…— respondió tímidamente, mientras sus
amigos se asomaban curiosos.
— ¿Tienes algo que hacer ahora?...—preguntó Cristian
esbozando su más cautivante sonrisa.
—…No…no tengo ningún problema en ir con usted…
—Vamos entonces, te invito a mi casa…
Mientras los amigos del muchacho miraban con asombro,
Cristian y su acompañante subieron al auto y partieron. Cristian estaba tan
nervioso como el muchacho, aquella sería su primera aventura desde su
separación. El joven se llamaba Álvaro, y era encantador, bello, su nerviosismo
hacia perfecta combinación con su inexperiencia.
—La verdad eres un joven muy lindo, muy guapo…y
quisiera comerte vivo…— Lanzó Cristian a quemarropa y Álvaro sólo se sorprendió
y sonrojó.
— ¿Te lo han hecho antes…?— Inquirió Cristian.
—…Sólo con mis amigos, pero sé cómo es y sé lo que hay
que hacer…— A lo que Cristian lanzó una mirada de calentura y mientras conducía
con una mano, con la otra lo tomaba por el cuello y lo atraía gentilmente a su abultado paquete.
Álvaro bajó el cierre y comenzó a sacar de inmediato la verga, bastante gorda
pero aún no erecta. La quedó mirando impresionado, ya que aunque no estaba dura
era enorme. Así que con sonrisa lujuriosa, la tomó, descubrió el glande jalando
hacia atrás el prepucio y se lo llevó a la boca.
Se le notaba la inexperiencia, sin embargo lo hacía
bien y a Cristian le estaba gustando. El muchacho sólo necesitaba un poco más
de trajín para ser una bomba en la cama. Llegaron a la casa de Cristian, quien
ya tenía la verga muy dura y tiesa. Estacionó
el auto y entraron. Ya en el dormitorio, Cristian besó a Álvaro apasionadamente
mientras lo desnudaba. Vio como su pene se veía pequeño en comparación con el
suyo, pero estaba muy erguido ante la sensación de sentirse deseado. Cristian
le pidió a Álvaro que se pusiera cómodo en la cama mientras él ponía música
suave e iba por unos tragos. Al volver, Cristian se llevó tamaña sorpresa: Álvaro
estaba con las piernas abiertas en el aire dejando ver su ano expectante y
mirándolo con aire caliente y necesitado.
Cristian se quitó la camisa dejando al descubierto su
torso ennegrecido de abundantes vellos suaves y rizados, pectorales bien firmes
y brazos gruesos y musculados. Se acercó a la cama y comenzó a besar el bajo
vientre de Álvaro, pasó sus manos bajo las nalgas y lo atrajo hacia sí, y se
echó su pequeño pene a la boca, el que desaparecía completamente a cada succión.
Álvaro se puso a gemir poniendo sus manos bajo su cabeza, cerró los ojos y se
entregó por completo al placer que le daba su experimentado compañero. Los
labios de Cristian trabajaban de tal forma que en unos minutos Álvaro se
derramó, dejando en la boca de Cristian su sabor tan peculiar. Álvaro terminó
rendido, sudoroso, tembloroso y feliz…
Cristian lo sentó en sus piernas y se lo comió a besos…
— ¿…Te gustó Alvarito…?— Le preguntaba susurrando
mientras lamía sus orejas. Las mordisqueó suavemente y le hizo gracia que no
aguantara la risa que le provocaba el roce de su barba con su cuello. También
lamió su cuello, dejándole un vistoso chupón para que se llevara algo de él.
Bajó hasta llegar a sus tetillas, que lamió y chupó apasionadamente, pegándole
suaves mordisquitos que volvían loco a Álvaro.
Cristian bajó despacio por su vientre, hasta llegar a
su ombligo y se entretuvo lamiendo y besando, antes de llegar al su ano.
Cristian tomó sus piernas y las puso sobre los hombros, al tiempo que metía la
cara en medio de sus nalgas. Encontró un anito cerradito, redondo, rosado. Lo
chupó, pasó la lengua alrededor del anillo para luego intentar meterla poco a
poco. Con una mano lo masturbaba suavemente, con la otra metía un dedo, y en
cuanto pudo, dos.
Luego se dedicó
sólo a besar, lamer y chupar el estrecho hoyito de Álvaro, con tal
pasión y maestría que este estuvo a punto de alcanzar el clímax varias veces,
pero si eso pasaba perdería la excitación y con ella los deseos de seguir
adelante. En cuanto lo vio listo, sin dejar de lamerlo tomó del cajón de la
mesita de noche un frasco con lubricante. Cristian se desnudó por completo,
dejándole ver un cuerpo bellamente trabajado, grande, bien cuidado, velludo y
con una verga enorme, venosa y cabezona y completamente erecta. En cuanto
estuvo desnudo, se untó todo el miembro con el lubricante, también echó
gentilmente una generosa cantidad en el ano y recto de Álvaro. Colocó entonces
el hinchado glande en la entrada del ano y presionando un poco, Cristian
consiguió que entrara la cabeza, sacándole un largo suspiro a su bello
amante…que susurraba: “…despacio…”.
Álvaro empujó un poco las caderas y lentamente fue
entrando el resto del miembro hasta la mitad. Respiraba aceleradamente,
jadeando y arrugando el rostro.
—¡¡¡…Cristian…!!! ¡¡¡Qué grande…!!! ¡¡…Qué grande
es…!! ¡¡…Te siento…tan adentro!!
Cristian empezó a culeárselo con rítmico movimientos
que le arrancaron gemidos de placer. Aferrado al cubrecama al tiempo que abría
aún más las piernas, luchando para que entrara todo ese garrote…
—¡¡…Aaahhh!! ¡¡Aahh!! ¡¡Aaaaah!!— Gemía mientras movía
la cabeza de un lado a otro, con los ojos cerrados y cubierto de sudor.
A cada acometida Cristian se aseguraba de que un poco
más de su virilidad penetrara ese delicado culo. Antes de que pudiera darse
cuenta, sus gordos y pesados testículos toparon contra sus nalgas.
—¡¡…Me la metiste toda…!! ¡¡…Me encanta…!! ¡¡…Te
siento palpitar dentro…!! ¡¡…Culéame…culéame duro…párteme en dos…!! —jadeaba Álvaro.
De todas maneras, aunque a Cristian le gustaba una
pizca de rudeza cuando culeaba, no quería hacer eso con Álvaro. Su ano había
dado de sí, pero temía que no soportara las embestidas de una verga como la
suya, así que lo sodomizó con gentileza, metiéndoselo despacio, pero sin pausa,
para que sintiera claramente cómo entraba y salía de su interior.
Álvaro comenzó a retorcerse de placer, aferrándose con
fuerza a la espalda de Cristian…
—¡¡Aaaaah!! ¡¡Aaaaah!! ¡¡Voy a acabar!! ¡¡Voy a
acabar…!!...¡¡Aaaaaaaahh!!
Su cuerpo se convulsionó mientras tres largos
borbotones le encharcaban el vientre…
—¡¡…Sigue Cristian…no te detengas…!! ¡¡…Aaaaahhh!!
¡¡…Mmmmm…!!
Cristian decidió terminar de una vez. Había podido
continuar culeándoselo por mucho más tiempo, pero pensó que ya había recibido
suficiente. Aceleró un poco el movimiento y…
—¡¡…Voy a acabar…Alvarito…voy a acabar también…!!— le
dijo descorchándolo y saliendo de su interior y masturbándose frente a él.
— ¡…Dale, Cristian, échame todo encima…!— le rogó
arrodillándose en el suelo frente a él con la boca abierta. Cristian meneó su
pene hasta descargar abundantemente sobre su cara, apretando fuerte la base
para escupir todo el contenido de sus huevos en una cascada interminable de
blanca y cremosa leche de macho, que Álvaro se afanaba en recoger con la boca.
—¡¡¡…Aaaaaah…!!! —gruñó Cristian terminando de darle
toda su esperma. Se veía precioso, su torso lleno de su semen, su rostro
repleto del ajeno. Apenas podía abrir los ojos mientras su lengua trataba de
sorber todo lo que podía.
— ¿…Te gusta el semen…?
—Sí…
Cristian se arrodilló frente a él, y con sus dedos
recogía toda su esperma de la cara para luego dárselo en la boca.
—... ¿Te quieres quedar conmigo Sábado y Domingo, Alvarito?
—…sábado, domingo, y todo el tiempo que tú quieras… Si
por mi fuese, no saldría jamás de tu cama…
Ese fin de semana fue muy intenso para ambos, y los
que vinieron después aún más. Álvaro se quedó un tiempo con Cristian, pero no
solamente en la cama…en varios lugares y en muchas posiciones…
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