Mi primo compañero de colegio.
Soy Gerardo y tengo 21 años. A los catorce ingresé a
1º de Enseñanza media, tenía 14 años y fue un gran cambio para mí, desde la
educación básica donde el colegio era mixto, a un colegio Industrial donde sólo
cursaban varones. Me era complicado, ya que desde muy pequeño me descubrí y
sabía cuán atraído me sentía por los chicos. Trataba sobremanera disimular mis
miradas y ciertas actitudes que podían delatarme y al final ser la burla de
todo el colegio, por lo que era muy cauto. Mi primo Héctor iba en el mismo
colegio, pero en 4º medio, por lo que le faltaba sólo ese año para egresar. Con
18 años era ya todo un hombre (dentro de lo que se puede decir), bastante alto,
fornido y sobresalía del resto de los de su curso por ser, como dije antes, muy
alto, de piel canela y ojos color miel claros, era uno de los chicos atractivos
del colegio, además era respetado por ser bueno para pelear y casi un “abusón”
con los más débiles. Afortunadamente, él estaba de mi lado y me defendía cuando
el resto de los chicos querían hacerme algún daño, pero también me jugaba en
contra, ya que eran muy pocos los chicos que se acercaban a mí con el temor de
que Héctor fuera a golpearlos si me hacían algo…
Siempre me preguntaba cómo estaba y de pasada me
quitaba la fruta o me pedía dinero para comprar (cigarrillos) a la salida del
colegio, pero me llevaba bien con él.
El asunto es que en el mismo curso, había un chico que
para mí era lo más guapo y atractivo dentro del colegio; Mauricio, era de piel
blanca y mejillas rosadas, cabellos claros ondulados y ojos verdes. Era un poco
más alto que yo, pero muy fornido, ya que era del equipo de gimnasia, por lo
que sus piernas y bíceps estaban ya muy desarrollados, como también su marcado
abdomen…
Siempre busqué una excusa para ir a ver cuando estaban
en gimnasia, sólo para verlo vistiendo su ajustado short blanco y una ceñida
polera negra. Hábil y de excelente elongación era una delicia… un par de veces
entré a los camarines mientras se bañaban para oler su short de gimnasia y su
polera húmeda por el sudor… afortunadamente nunca fui sorprendido.
En una oportunidad, en que debía el equipo hacer una
presentación especial por una celebración en el colegio, y esa presentación
debía ser con short y polera blanca, a Mauricio se le ensució su polera al afirmarse
en un muro con musgo, quedándole una enorme mancha verde. Afortunadamente yo
estaba allí y le ofrecí la mía, la que andaba trayendo puesta bajo mi camisa. Para
él fue la única salvación y accedió. Fuimos a los camarines y me quité la
camisa y la polera, mientras él se quitaba la suya quedando a torso desnudo… No
pude evitar mirarlo con lujuria y Mauricio lo notó, ya que mis mejillas y las
de él se pusieron coloradas al mismo tiempo…
Después de terminada la presentación, Mauricio me
buscó para decirme que me devolvería mi polera una vez que la lavara, pero le
dije que no importaba y que me la entregara así…
—…Pero está llena de sudor… ¿No te importa?
—Para nada, no te preocupes…— le respondí mientras nos
dirigíamos a los camarines. Cuando llegamos ya estaban los otros chicos allí,
así es que sólo se la quitó y me la entregó dándome las gracias. Le dije que no
se preocupara y que si necesitaba algo que sólo me avisara… Mientras salía del
camarín no pude evitar llevar la prenda a mi rostro y olerla… Tenía olor a
sudor de macho y un suave aroma a su perfume. Disimuladamente entré a una
cabina del baño y oliendo la polera me empecé a excitar, mi pene erecto quería
salir de mi pantalón y no podía salir con ese bultazo que se me marcaba, me
bajé el pantalón y me empecé a masturbar sin dejar de oler la polera… Sólo
fueron unos segundos y chorros de leche fueron a parar en el inodoro, la
muralla y al suelo… me sentí aliviado. Me limpié y también donde había llegado
mi lechazo. Esperé un poco y salí…
Con el tiempo Mauricio se fue acercando más a mí, como
si recién se hubiese dado cuenta que yo existía, y yo me sentía muy emocionado
de que el guapo gimnasta me saludara, conversara conmigo e incluso camináramos
juntos un trecho cuando salíamos del colegio. Pero Mauricio se dio cuenta de mi
condición… ¿Cómo…? Cuando nos mirábamos directamente a los ojos…
Un día me quedé haciendo un trabajo y salí más tarde
que lo habitual, la sorpresa fue que Mauricio también salió a la misma hora.
Nos juntamos y nos fuimos caminando a casa, sólo que por otro camino. Nos
fuimos cruzando por una vieja estación de trenes abandonada que quedaba cerca.
En el trayecto, Mauricio me contaba que a veces iban allí algunos chicos del
colegio cuando no iban a clases o cuando querían fumar un cigarrillo o beber
una cerveza sin ser molestados…
Mientras caminábamos entre los vagones, vi unos chicos
con uniforme que estaban sentados en una de las vías y que fumaban y se reían,
pero nosotros nos fuimos por atrás de las bodegas para no pasar frente a ellos.
—Mira… esta bodega está abierta… ven entremos…
—…Pero, para qué… mejor nos vamos a casa, ya está
oscureciendo…—le dije temeroso.
—Ven… si no pasa nada, entremos. Quiero mostrarte
algo…— me dijo Mauricio con voz gentil.
Entramos al cuarto casi en penumbras, sin vidrios en
las ventanas, lleno de basura y sucio. Después que Mauricio cerró la puerta se
acercó lentamente a mí, me atrajo hasta cerca de uno de los huecos de la
ventana y me quedó mirando sin decir nada. Las pupilas de sus ojos estaban dilatadas.
Tomó una de mis manos y me hizo que tocara su paquete. Yo temblaba y me dejé
llevar…
— ¿…Te gusta…? ¿Quieres probarlo?— me dijo mientras
ponía sus manos sobre mis hombros y ejercía presión para que me arrodillara.
Para mí era un sueño estar en esa situación con el chico que más me gustaba del
colegio.
— ¿…Te gusta chuparlo…? — me preguntaba mientras
frotaba su bulto redondo aún dentro del pantalón sobre mis mejillas y labios.
En un diestro movimiento bajó el cierre de su pantalón
y sacó su verga que estaba casi erecta, de piel blanca y de estrecho prepucio,
el que tiró hacia atrás descubriendo su glande rosado mas ancho que el resto de
su verga y un gran agujero de salida… Lo puso en mis labios y empujó un poco
para que entrara en mi boca… Me sentí extraño al percibir su sabor, su textura
suave, el olor que manaba desde dentro de su pantalón, y lo blando que lo
sentía en mi paladar y lengua.
—… Chúpalo… Estíralo para que crezca…— me decía
Mauricio en un murmullo mientras me hacía que chupara su verga, la que en unos
segundos aumentó su volumen más del doble, y se puso dura y larga que casi
tocaba mi garganta… sentí arcadas, así es que lo tomé con mi mano para que no
entrara tan adentro, y con mi otra mano recorría las musculosas piernas de
Mauricio, y sus nalgas redondas y duras…
—…Qué rico lo chupas!!!... Quítate la camisa, que yo
lanzo mucha leche y no quiero que te manches la ropa…— me dijo y le encontré
razón.
Después de quitarme la camisa volvía a mi faena,
estaba entregado y quería que esa mamada fuera para Mauricio y para mí algo
inolvidable, por lo que haciendo un esfuerzo de evitar la sensación de nauseas
abrí mi boca y garganta para tragármelo entero, lo que causó que Mauricio
dejara escapar un largo suspiro de excitación…
—…Ooohhh… Qué rico la chupas… sigue que me vas a hacer
acabar…
Estaba con ansias esperando recibir en mi boca la
abundante leche que Mauricio me había prometido, cuando un golpe se sintió
fuera de la bodega… Yo estaba con los ojos cerrados y no pude reaccionar a
tiempo como Mauricio, que en un segundo me quitó mi chupete, lo guardó y en un
salto escapó por el hueco de la ventana dejándome arrodillado y sin camisa.
Cuando por fin la puerta se abrió escuché una voz familiar:
—…Los pillé… Maricones!!!...— dijo Héctor en voz alta,
para luego mirarme con sorpresa y quedar con la boca abierta…
—…Gerardo…!!! Qué estás haciendo… con quién estabas… —
bueno, no fueron precisamente esas palabras, pero…
—…Héctor… primo… No estoy haciendo nada…— le dije casi
llorando mientras me ponía la camisa…
—Estabas con un “hue’on” y le estabas haciendo una
mamada… te pillé…— me recriminaba mientras se acercaba furioso…
—…NO… primo, si no es nada…
—Te vi… y vi cuando se arrancó… Quién era…— me
interrogaba mientras se asomaba por el hueco de la ventana…
—…Primo… por favor, no le diga nada a nadie…— le
suplicaba aún de rodillas mientras me ponía la camisa…
—…Así es que a mi “primito” le gusta la pichula… pues
aquí tienes una pichula… — me dijo con rabia mientras sacaba su verga y me la
empezaba a pasar en la cara…
—No… primo… por favor, déjeme ir…
—…Te gusta la tula…Maricón? ¡Chúpamela…! Abre la boca
y chúpamela como se la estabas chupando a ese maricón que se arrancó… — me
decía con rabia y no entendía su reacción. Pero sumiso y con lágrimas en los
ojos abrí mi boca para que entrara la verga de Héctor… No tomé en cuenta que
era mi primo y empecé gozar de su verga que poco a poco ganaba dureza y longitud…
era otro sabor, y otro aroma…
En pocos minutos Héctor tenía una erección enorme, y
su verga de piel morena y cabezona entraba con facilidad hasta mi garganta.
Distinguía en mi lengua cuando el líquido espeso y pegajoso salía de su
miembro, lo degustaba y tragaba, mientras entre palabrotas Héctor me decía que
era una puta…
—…Qué bien lo chupas putita, cómete todo mi pico,
ooohhh… eres una puta…
Me sentía humillado, pero de extraña manera me hacía
sentir bien que mi primo me comparara con una puta, me excitaba ser tratado de
esa manera vulgar, además no debía mamarlo tan mal si era tan bueno como una
puta…
No pasaron muchos minutos cuando Héctor me tomó
firmemente por la cabeza y empezó a eyacular en mi boca… Varios chorros de
espeso semen caliente se diluyeron en mi lengua y el sabor me encantó, y sin
que Héctor me insistiera mucho lo bebí con placer…
—Ooohhh, Gerardo… eres un maricón, y no le voy a
contar a nadie lo que pasó si eres mi putita… Cada vez que yo quiera, vas a
sacarme leche, entendido? Y ni una palabra de esto a nadie…
Estoy descubriendo tu Blog y está buenísimo. Esta historia me trajo bastantes recuerdos de mi colegio y de algunos compañeros... Te haré llegar algunas de mis aventuras. Saludos y sigue publicando.
ResponderEliminarEncantado. En la columna de la derecha hay un formulario de contacto, sino puedes hacerlo directamente al e-mail que aparece en el encabezado. Si envias fotos, indícame si quieres que oculte el rostro.
EliminarDesde ya mi agradecimiento y te envio un abrazo.
buena historia, de donde eres?, parecías chileno..
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