Mi primo Felipe.
Felipe nació en España, cuando mi tía se fue a
estudiar y conoció a su marido. La última vez que estuvieron de visita Felipe
era un adolecente delgado y largo, de piel grasosa y sin mucha gracia.
Mi sorpresa fue verlo ahora, convertido en todo un
hombre, un apuesto y apetecible macho de veinte años, muy alto, su piel lisa y
sus ojos claros…
Venían de vacaciones por fiestas de fin de año y para
aprovechar de hacer unos trámites en el país, y por supuesto, mi madre, hermana
melliza de la madre de Felipe estaba más que orgullosa de recibir a su familia
europea en casa.
Me sorprendió ver el atractivo físico de mi primo,
espaldas muy anchas producto de ser jugador de waterpolo, fibroso y marcado,
muslos gruesos y un culo redondo que al caminar sacaba chispas en su ajustado
jeans. Felipe hablaba bajito, parecía algo tímido, pero su acento español y
calmado le daba aún más atractivo…
Habían arribado al amanecer, por lo que compartimos
todo el día; un agradable almuerzo, amena conversación y por mi parte sentí más
empatía con Felipe que con el resto de la familia, ya que los adultos
conversaban sus temas y los más pequeños en su mundo jugaban y correteaban por
todo el patio.
Llegada la noche y después de una pequeña celebración
familiar, era el momento de descansar, ya que después del agotador viaje de
varias horas mis tíos y primos lo merecían. Pero había un detalle, no habían
suficientes habitaciones en la casa por lo que había que compartir los cuartos:
mis hermanos menores con sus primos menores en una habitación, mis tíos en la
pieza grande de alojados y por supuesto Felipe tendría que compartir habitación
conmigo. Y no me molestaba, ya que mi dormitorio era grande y mi cama una King
size. Le pregunté a Felipe si se sentía cómodo en esa situación y me respondió
que por su parte no tendría ningún problema.
Habíamos bebido algo de alcohol y terminamos con unas
cervezas, por lo que teníamos ya bastante confianza y distensión.
—…Primo, me voy a dar un baño mientras. Ahí en el
closet hay pijamas para que elijas uno cómodo para dormir…— le dije mientras
Felipe que hurgueteaba en su maleta y sacaba algunas cosas…
—…Gracias, pero en realidad me siento más cómodo desnudo,
además con este calor!...
Me quedé mirándole esperando comprobar si lo que me
decía era una broma, pero él se quedó como si nada.
Salí del baño envuelto en una toalla mientras Felipe
revisaba algo en su “tablet”. Me miró
atentamente de pies a cabeza, incluso logró ponerme algo nervioso…
—Creo que también me daré un baño antes de dormir…— me
dijo y levantándose del escritorio pasó por mi lado mientras palmoteaba mi
muslo… Después de unos minutos salió envuelto en una toalla, yo ya estaba
acostado en mi lado de la cama, mientras él después de ponerse un poco de
desodorante y algo de colonia se sentó en la orilla de la cama. Tomó unos
calzoncillos que antes había sacado de su maleta y se los vistió…
—Joder, primo… te parece si abro la ventana por
completo?— me dijo en su acento, y sin esperar respuesta la abrió de par en
par.
Pude apreciar su tonificado cuerpo desnudo, sus bíceps
y pectorales bien abultados, sus abdominales marcados y su cintura pequeña. Sus
glúteos firmes y la espalda bastante musculada… En su calzoncillo se notaba una
bien definida verga de buena dotación, y sus muslos bastante gruesos y todo su
cuerpo sin vellos, producto de la bien cuidada depilación incluso su pubis…
Caminó luego a la puerta y la cerró con seguro, tomó
su “tablet” y se acostó a mi lado…
—Mira… aquí estoy en la piscina practicando… y aquí
algunos de mis compañeros… y esta otra es de cuando ganamos un torneo…— me
decía entusiasmado, mientras en la pantalla pasaban las fotos digitales de
fornidos machos ibéricos, algunos bastante bien dotados y atractivos. Se notaba
que no había pudor para lucir un bello y bien esculpido cuerpo masculino… Siguió
mostrándome fotos y yo poniendo atención, hasta que llegó a una en que estaban
todos desnudos, y con sus vergas colgando sin recato como si fuera algo
natural… Su cercanía y el estímulo visual provocaron que mi pene se fuera
endureciendo, pero lo disimulaba ya que estaba bajo las sábanas. Mientras
Felipe seguía con sus explicaciones y diciéndome que eso era habitual y normal…
Pasó a la siguiente foto y me quedé sorprendido; era
un primer plano de un chico mamándole la verga a otro… miré a Felipe y este
estaba con su mano libre jalándose la verga bajo el calzoncillo… no supe de que
decir…
—No te hagas, si hace rato noté que estás empalmado y
que estas fotos te ponen a mil… pues a mi también… quieres que intentemos
algo…?— me dijo mientras dejaba su “tablet” a un lado y comenzaba a destaparme.
Mi erección era completa y ya era imposible esconderla…
Felipe comenzó a acariciarme sobre mi slip,
presionando suavemente y recorriendo mi verga a lo largo, masajeaba mis
testículos y continuaba nuevamente con mi verga…
—…Anda… tócamela también… anímate… — tímidamente
estiré mi mano y comencé a hacer lo que Felipe me hacía, masajear y presionar
su verga que también ya estaba completamente erecta… Nos quedamos así un rato
hasta que Felipe se despojó de su slip. Pude apreciar la completa depilación de
su pubis y lo bien dotado que estaba. Quise también sacar mi slip, pero él me
detuvo.
—No… quédatelos, no te los quites aún…— me dijo
mientras se subía a horcajas sobre mí…
— ¿…Te gusta, primo…? ¿Habías estado antes con otro
tío?
—…No… Nunca…— respondí en un susurro, ya que la
sensación era intensa, mientras mis manos instintivamente agarraron sus
redondas nalgas, las apretaba y las separaba, mientras él hacía un delicioso
movimiento circular sobre mi verga. Sus manos acariciaban mi torso y su miembro
erecto y ardiente apuntaba a mi cara.
Repentinamente se inclinó y me besó con pasión en la
boca, a lo que respondí abrazándolo por la espalda y presionándolo sobre mí.
Empezó a bajar por mi pecho y abdomen hasta llegar a mi bulto. Descubrió un
poco mi slip y comenzó a darme la mejor mamada de verga que me habían dado
hasta entonces. Varias veces estuve a punto de acabar, pero él me contuvo…
—…No te vengas todavía, que se te van a pasar las ganas,
y yo también quiero disfrutar…— me decía.
Yo estaba completamente entregado al placer, y más
cuando Felipe retomó la posición inicial sobre mí, y comenzó a penetrarse con
mi pene, sentándose suavemente hasta que sentí como entraba en su pequeño y
ardiente agujerito, húmedo y estrecho…
—…Qué buena polla que tienes, primo… la he sentido
bien profundo…— me musitaba mientras comenzaba a cabalgarme y abría sus nalgas
para que yo entrara más y más… Su estrechez y excitación me tenían en éxtasis,
y más cuando sin descorcharse, giró quedando de espaldas a mí, y afirmándose
con las manos comenzó un movimiento frenético. Sus nalgas golpeaban mi pubis y
el elástico de mi slip presionaban mis bolas dándome un placer indecible… Le
advertí que iba a acabar y Felipe sacó mi verga de su ano, y en un giro rápido
me empezó a masturbar… No pude contenerme más y un grueso y espeso chorro de mi
leche me llegó a la cara, el segundo cayó más allá en la almohada y los otros
llenaron mi pecho y abdomen… El rostro de Felipe derrochaba calentura, mientras
sacaba la última gota de mi leche. Se acostó sobre mí y comenzó a besarme. No
me desagradó, incluso cuando recogió con sus labios mi semen y me volvía a
besar… Pero él aún estaba a mil, y yo me sentía en deuda. Lo acaricié y le propuse
si quería que se la chupara, pero me dijo que quería mi culo…
—Nunca me han dado por atrás…— le dije preocupado,
pero él me respondió con cara de vicioso:
—Entonces yo seré el primero, te voy a partir el culo
con cuidado, para que te guste y después me pidas polla…
Me acosté boca abajo, entregado y caliente, y mi primo
bajó mi slip dejando al descubierto mis nalgas… Intenté quitármelos, pero
Felipe me dijo que no lo hiciera, que su fantasía era joder a un tío con esa
prenda puesta…
Sentía los dedos de Felipe abriendo mis nalgas y tocando
mi esfínter, mojaba sus dedos y los introducía en mi ano logrando dilatarlo. Mi
excitación era tal que sentía en mi pene cómo fluía el líquido viscoso y
cristalino que humedecía mi slip y las sábanas.
—…Estás listo para mi polla, no tengas miedo que no te
haré daño…— me susurró al oído, como si fuera todo un profesional en el arte de
amar, aunque era un par de años menor que yo.
Me fue acariciando la espalda y subiéndose lentamente
sobre mí, a la vez que con su miembro increíblemente duro abría mis nalgas y
buscaba mi entrada, mientras yo instintivamente me afirmaba de la almohada y
hundía mi cara en ella, esperando su estocada. Pero cuando mi primo encontró mi
húmedo agujero, comenzó a empujar suavemente, dilatando con su propio glande;
cargaba un poco y cedía, y así varias veces hasta que sentí cuando entraba la
ardiente cabeza de su pene causándome mucho dolor, pero él me tranquilizaba y
me pedía que me relajara, que pronto el dolor pasaría…
Se cargaba un poco y entraba unos centímetros, se
quedaba quieto, se retiraba y cargaba un poco más para ir de a poco entrando en
mí, hasta que sentí su ardiente pubis sobre mis nalgas… mi agujerito no daba
más, tenía la gruesa verga de mi primo ensartada y el peso de su cuerpo en mi
espalda…
Se quedó un rato sin hacer ningún movimiento, sólo me
acariciaba y me decía lo rico que sentía tenerme así, si me gustaba o ya cedía
el dolor, me besaba tiernamente en las orejas y el cuello y yo trataba de
abrir, de alguna forma, mi ano.
Me lo sacó lentamente, pero sólo para ensalivar su
miembro y metérmelo de nuevo, y así varias veces. Con cada penetración ya no
dolía tanto, y sentir el musculoso cuerpo de Felipe sobre mí, su suave piel, su
ardiente aliento me hicieron desearlo con locura… Esa sensación empezaba a
gustarme…
Felipe, diestro en el arte de desvirgar culos, empezó
con su suave movimiento pélvico, y sentía cada centímetro de su verga al
entrar, me masajeaba el recto y me provocaba un inmenso placer. Cuando notó que
ya el dolor había pasado, comenzó con sus movimientos pélvicos más rápido,
alternando con suaves movimientos en círculo que me excitaban más.
—…Te gusta así primo…? ¿Te gusta mi polla?— me
preguntaba al oído, para luego chupetear mis orejas… No podía negar que era una
sensación exquisita…
—… Tienes tan estrecho tu culo que me vas a hacer
venirme… ¿Quieres que me venga dentro tuyo primo…? ¿Quieres sentir mi leche
caliente…?— susurraba en mi oído notoriamente excitado.
—…No… todavía no… no acabes…— le pedía caliente,
porque ahora todo el dolor se había convertido para mí en un placer
inexpresable… Pero fue inevitable… Felipe me despojó de su miembro y sentí la
humedad y calor de su impetuosa eyaculación sobre mis nalgas y entre ellas… me
habría encantado ver su verga lanzar su leche espesa, pero me la imaginaba y
eso era más excitante…
Felipe suspiró agotado, arrodillado con las piernas
abiertas sobre mí, y con su verga untó todas mis nalgas y mi ano con su semen,
tomó su calzoncillo y me limpió, luego se inclinó sobre mí y me besó
nuevamente. Luego se tendió a mi lado mientras yo también me ponía de lado
quedando frente a él… sin decir nada nos abrazamos y nos unimos con un beso en
la boca… hasta quedarnos dormidos, desnudos…
Antes del amanecer, me sentí excitado y comencé a
acariciar a mi primo. Él tocó mi verga que estaba erecta y se giró dándome la
espalda. Me acerqué lo suficiente y comencé a penetrarlo. Felipe volvía su
brazo hacia atrás y me jalaba con fuerza contra él. Fueron varios minutos hasta
que le advertí que me venía… Tenía muchas ganas de acabar dentro de mi primo,
pero lo descorché y acabé sobre su ya húmedo calzoncillo…
Durante su estadía nos volvimos inseparables, amantes,
casi como recién casados, y teníamos sexo apenas teníamos una oportunidad, pero
sobre todo en las noches, donde incursionábamos cada vez más en los placeres
sexuales, sin pudores, sin trancas, sin recato…
Cuando volvió a España con los tíos, le dije que se
llevaba mi corazón, y él me dijo que me dejaba el suyo, y me prometió que
volveríamos a estar juntos… muy pronto…
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