Aventuras en la Carretera.
Como en otras oportunidades, decidí tomar mi mochila,
echar lo indispensable y salir a recorrer. Dependía de la voluntad de los
conductores, ya que el arte de mochilear es eso, viajar y conocer con muy poco
dinero. Lo había hecho en años anteriores con algunos amigos, pero esta vez me
decidí ir solo.
Después de caminar un buen rato por la carretera, sin
apuro y haciendo dedo, un camión se detuvo y me llevó. Se dirigía al sur. Su
conductor, un hombre de unos cuarenta y algo, muy simpático y de buen hablar.
Me pareció además muy atractivo: cabello y barba corta semi-canoso, cuando se
quitó los anteojos de sol pude ver unos ojos verdes muy claros, una sonrisa y
dentadura perfecta. Físicamente era ancho de espaldas y de piernas gruesas, sin
ser gordo se veía muy macizo. De piel clara pero tostado por el sol. Vestía una
camisa cuadrillé y jeans, que sentado tras el volante le quedaban bastante
ajustados y marcaba un atractivo paquete.
Conversamos mucho, me contó que estaba casado, pero su
esposa no lo acompañaba en sus viajes, menos sus hijos, que tendrían mi edad y
un poco menos. Preferían quedarse en casa. El recorría el norte y el sur, a
veces por semanas antes de volver a casa, y cuando sus viajes eran al
extranjero, se demoraba meses…
Le conté que no era primera vez que salía de esa
forma, que me gustaba la aventura y conocer lugares y gente, que estaba
“abierto” a las nuevas experiencias. Él
me miró y sonrió.
Como ya caía la noche, estacionó su camión en una
Estación de Servicios, donde había baños, duchas y un restaurant que atendía
toda la noche, especial para los camioneros y viajeros.
Nelson, (así se llamaba), me invitó amablemente a que
tomara una ducha y después que comiéramos algo. Me hizo saber que le agradó mi
compañía y me insinuó que lo acompañara hasta el final de su viaje. Como no
tenía apuros y con él me sentía seguro accedí…
Ya en las duchas, se desnudó y entró al cubículo,
mientras yo me desnudaba y apreciaba su bien formado físico, nalguitas redondas
y duras, piernas gruesas y muy velludas, algo de vello en el pecho pero mucho
en el abdomen y una maceta negra en su pubis, del que colgaba un grueso y
cabezón miembro cubierto por un delgado prepucio, y sus testículos redondos y
grandes, que se balanceaban armónicamente mientras se bañaba…
Mientras se duchaba, no pude resistir la tentación de
tomar su calzoncillo usado y llevarlo a mi nariz, quería oler esa esencia de
macho, el olor de su paquetazo encerrado allí por horas. Percibí el suave olor
a orín y el aroma característico de su entrepierna, me excité con su aroma, y
más aún cuando lo tomé frente a mí y el calzoncillo adoptó la forma del miembro
y redondeces de Nelson, marcadas como si aún los llevara puestos… sin que se
percatara, ya que mi erección fue casi instantánea, devolví los slips al lugar
donde él los había dejado, al lado de una muda de ropa limpia, y me metí al
cubículo, abriendo la llave de agua helada para que mi miembro volviera a su
estado de flacidez, pero debo reconocer que no me sirvió de mucho…
Nelson salió, se secó y vistió, mientras yo seguía
bajo el agua, dándole la espalda, ya que no quería que notara mi estado de
excitación. Mientras me conversaba, yo respondía con monosílabos, me dijo que
me esperaría en el comedor… Pensando en lo que había visto y olido, me masturbé
bajo la ducha, asombrándome la cantidad de semen que cayó y se fue por el
desagüe…
Me vestía cuando entró otro tipo, camionero sin duda,
y se desnudó rápidamente frente a mí. Lo miré asombrado, era alto, moreno y
gordo, semi-calvo y de unos cincuenta y tantos. Me miró con lujuria, mientras
con su mano empezaba a tocar su pecho y a juguetear con sus tetillas, con su
otra mano agarró su verga y tirando del pellejo hacia atrás dejo al descubierto
su glande. Me quedé inmóvil, mientras él comenzó con suaves movimientos
masturbatorios y su miembro comenzaba a crecer notoriamente… Tomé mis cosas y
me apresuré a salir de allí…
Ya en el comedor, nos servimos algo, luego un café, ya
que la noche se puso fría, mientras seguimos conversando. Noté que Nelson me
observaba de una manera especial, su mirada era mucho más penetrante y la
pupila muy dilatada en sus claros ojos verdes…
Nelson pagó y nos dispusimos a volver al camión. Ya
allí, él preparó la litera y yo tomé mi mochila para sacar mi saco de dormir,
pero me detuvo y me dijo que la noche estaba demasiado fría, que no bajara y me
quedara a dormir dentro de la cabina…Echó seguro a las puertas y bajó las
cortinas de las ventanas…
— Duerme aquí, mañana saldremos de madrugada y no
quiero dejarte abajo — me dijo mientras hizo con su mano una suave caricia en
mi cabeza que me hizo estremecer.
—Ponte cómodo, descansa, se duerme mejor desnudo…— me
dijo con un tono malicioso mientras él se despojaba de su camisa y pantalón,
quedando sólo en slip, y luego me pasaba
una frazada…
De reojo lo miraba mientras se acostaba y yo me
acomodaba en el asiento. Comenzaba de nuevo a excitarme, así es que sólo me
quité la camisa quedando en polera y el pantalón para quedar en bóxer. Me
envolví en la frazada, y me acomodé, podía verlo tirado de espaldas sobre la
litera con una mano tras la cabeza y su mano libre sobando su vientre, hasta
que la metió dentro de su calzoncillo y comenzó a tocarse. Eran suaves
movimientos pero que distinguí inmediatamente cómo tomaba su miembro y tiraba
el prepucio hacia atrás, descubriendo su glande que dentro del slip se dibujaba
redondo y grueso…
— ¿…Te gusta la verga…? — me preguntó mientras me
miraba con los ojos encendidos…
— ¿…Qué dices…? ¿…Por qué me preguntas…?
—…Te vi en el baño…— me dijo mientras tomaba el
calzoncillo que se había quitado antes de la ducha y me lo ofrecía…
— ¿…Te gusta…? — repitió mientras me miraba con
calentura y su miembro estaba erecto en su mano…
—Ven…quiero que huelas este… quiero que me digas a qué
huele…— decía mientras me ofrecía su gruesa verga completamente erecta… Yo
temblaba, de miedo, tensión, no sabía si negarme y hacerme el ofendido o
acceder a lo que me ofrecía…
Finalmente me acerqué lentamente, me acomodé entre las
butacas y comencé a acariciar sus muslos… él cerró los ojos y llevó sus manos
tras su cabeza. Me incliné y olí el slip, olía a suavizante y detergente, y su
miembro erecto tenía el olor suave de la secreción cristalina que se asomaba
por la punta…
Súbitamente Nelson se acomodó y se quitó el
calzoncillo quedando desnudo, tomó con una mano su verga descubriendo
completamente el glande y con su otra mano en mi cabeza me fue acercando
lentamente a su enorme y gruesa pija…
—…Cómetela…es tuya…— Me decía mientras juntaba su
glande y mis labios…
Lentamente comencé a acariciar con mi lengua y a tocar
esa suave piel con mis labios, a juguetear con mi lengua en el frenillo y bajar
hasta sus huevos…
—…Chúpala…me tienes tan caliente…— me decía entre
suspiros mientras yo degustaba el glande y parte del grueso y venoso tronco.
Era una sensación nueva, no sentía asco ni repulsión, me gustaba y Nelson
gozaba el placer que le estaba dando.
Continué un rato hasta que me dolió la mandíbula, de
pronto Nelson se incorporó y hábilmente me despojó de mis ropas, acomodándose
en la litera me hizo acostarme a su lado. Me acarició un poco y con la misma
habilidad me puso boca abajo subiéndose sobre mí. Sentía su verga húmeda entre
mis nalgas y lo agitado de su respiración en la nuca, mientras dedeaba mis
tetillas…
Se sentó sobre mí y abriendo mis nalgas sentí cómo
ponía una gran cantidad de su saliva en mi entrada, y cuando logré mirar hacia
atrás, vi que hacía lo mismo con la cabeza de su pene.
—…Qué vas a hacer…— Le decía mientras él con destreza
dirigía su glande a mi esfínter y con firmeza comenzaba a abrirse paso en mi
interior…
—…Espera…me duele…me duele… AaHHH!!!...
—…Estoy hace una semana sin mujer…por eso ahora
reclamo tu culito… Me calentaste en el baño, y ahora no quiero hacerme la paja,
quiero tu culito…
De una estocada sentí el grueso tronco abrirse paso, y
en un par de movimientos sentí los tupidos pendejos de Nelson en mis nalguitas…
me dolía y apretaba mi esfínter, pero él gemía de placer y me decía a cada
instante lo bueno que tenía el hoyito…
—…Qué rico siento… Entra apretadita… eres mejor que la
conchita de una mujer…
Sus palabras y sus movimientos me fueron excitando, y
levantando mi cola trataba de abrir más para que entrara toda. El dolor había
cedido y una sensación de placer me recorría. Comencé con movimientos pélvicos
opuestos a los de Nelson, cuando el venía yo me hacía hacia arriba para recibir
profundamente su clavada. Me inmovilizó con el peso de su torso, mientras su
pelvis se movía con más rapidez, hasta que de pronto con espasmos y movimientos
circulares sentía como se hinchaba su verga en mi interior, llenándome el recto
de su espeso y caliente semen, mientras su abdomen y pecho se ponían tensos y
duros, al igual que sus piernas…El sentir su orgasmo me hizo acabar sin
tocarme…
Sentí una especie de beso cerca de mi oreja, y el
jadeo de la cabalgada. Nelson se acomodó a mi lado y lentamente fue
descorchándome, suspiraba cansado y yo sentía mi ano unos centímetros más
grande, también estaba cansado y me acurruqué. A los minutos escuché los
sonoros ronquidos de Nelson. No me molestaron y me dormí también…
Antes del amanecer desperté cuando Nelson me acomodaba
y con la verga erecta se disponía nuevamente a penetrarme…
—…Prepara tu culito para la mañanera…— me dijo muy
bajito al oído mientras embetunaba nuevamente la cabeza de su verga con su
saliva, y la dirigía a mi esfínter. Esta vez entró con suavidad ya que tenía
toda su carga anterior adentro y me lubricaba, ahora si que disfruté de la
culeada y pude tocarlo, tocar sus bolas y afirmarme de sus gruesos muslos.
Tocar sus nalgas y besar sus bíceps. La cabina del camión se saturó con olor a
cacha, y desinhibidamente me entregué a todas
las posiciones que pudimos hacer dentro de la estrecha litera…Él acabó
nuevamente y se sintió satisfecho y descargado y yo me sentí feliz de poder dar
tal placer a un macho tan bien dotado…
Fuimos al baño a lavarnos, para emprender nuevamente
viaje. Me sentía incomodo y acudí al inodoro para dejar caer la carga blanca y
caliente que Nelson había dejado dentro de mí. Me asombró ver la cantidad de
leche que salía de mi ano y caía espesa…Nelson Sí que era un semental…
Emprendimos viaje, nos demoramos dos días en llegar a
destino y luego volver. Por supuesto que ese verano conocí el sur y norte del
país, y cuando podía me contactaba con él y viajábamos, y siempre pasando la
noche desnudos en la pequeña litera del camión…