27/4/18

ALBERTO (RELATO)

Sucedió una tarde cualquiera...

ALBERTO.            
               Mi tío Alberto, hombre joven y fuerte, de campo, oloroso a sudor, de manos venosas y fuertes, llenas de cayos, y que al tocar lastiman, de recio y penetrante mirar, siempre cayado, y como de mal humor. Cada vez que viene a casa, lo miro y mi corazón tiembla, con su camisa a cuadros de manga larga, sus pantalones de casimir, oscuro, y sus botas picudas, en la muñeca izquierda su reloj de pulsera, sin ningún otro adorno, ni cadena ni anillos, y no huele a perfume, ni a desodorante siquiera, su penetrante olor me hace temblar el corazón, enciende mis sentidos y despertando en mí las ganas de ser amado por él, o amada ya que cuando lo veo me siento una frágil mujercita. Desde que se separó viene más seguido a charlar con el abuelo y con papá, yo lo veo y me siento feliz.


Esta mañana mi abuelo y mis padres salieron de rápido, viajaron urgente a otro estado ya que mi tía Elena, la menor de mis tíos, murió de un infarto. Mi abuelo estaba inconsolable, al igual que mamá y papá. Se fueron a acompañarlo, antes de partir mi padre me dijo que llegaría esa tarde el tío “Beto”: me dio alegría en el fondo, aunque hice gestos de desagrado. Una vez que se marcharon fui a mi habitación, me bañé y arreglé lo mejor que pude, me puse perfume del de mi madre, ese que en alguna ocasión elogió el tío, y me dispuse a esperarlo como una amante que espera a su amado. Cerca del las 4 de la tarde tocaron a la puerta y el corazón me latió fuertemente: era el tío. Rápidamente fui, al abrir lo vi parado frente a mí, me saludó y entró. Ya en la sala le dije que mis papis no estaban ya que se habían ido al velorio y entierro de mi tía, él se mostro incomodado, y balbuceo que se marcharía, ya no tenia razón para estar ahí, aunque tenía que hacer algunas compras. Le respondí que lo entendía, y que lo comprendía, le ofrecí de comer, que mamá le había dejado su guiso predilecto, el aceptó. Le serví como toda una esposa y le puse una cerveza fría, me pidió le acompañara, cosa que medio hice ya que le calentaba las tortillas a cada instante. Él agradeció mis atenciones, y cuando terminó de comer, se levantó con el firme propósito de retirarse, se despidió de mí, tomó su chamarra; esa de lana a cuadros que tanto le gusta; y se encaminó a la puerta…ya se marchaba cuando sonó su teléfono. Le informaban de su rancho que hacía falta una vacuna para el ganado y otra para las aves, el anotó y me pidió lo acompañara a la veterinaria para comprar su mercancía. Nos fuimos y sorpresa, una de las vacunas estaba controlada y sólo bajo pedido la surtían y la entregarían hasta el otro día a las 12.

Él pagó y prometió que volvería a buscarla. Ya de regreso me pidió si le permitiría quedarse en casa una noche, le dije que si, y al llegar le fui a preparar su cama. Nos sentamos a ver la televisión, él me pidió pusiera una película y aprovechando la ocasión nos pusimos a ver una muy cachonda. Yo no podía retirar la vista de la entrepierna de mi tío, y noté como su falo empezaba a despertar, y a medida que la escena subía de color, el miembro de mi tío se ponía más y más duro. Me levanté y fui a apagar la luz diciendo que así se vería mejor la tele. No se por qué pero me solté las tiras de mi pants, y abrí el cierre de la chamarra que tenía, me senté lo más cerca de él y así en la oscuridad vi cuando mi tío se acomodó su verga con la mano. Yo me levanté y al hacerlo, el pants se me bajó dejando ver a mi tío mis redondas nalguitas vírgenes, me iba a subir el pants cuando sentí la mano de Alberto agarrar mis nalgas con gran ternura, me atrajo hacia él y me comenzó a acariciar.

Me desnudó y él sacó su verga —Oh Dios! Qué cosa más linda, grande, gorda, peluda...— Sentí que debía mamarla, nunca lo había hecho pero lo intenté, la metí en mi boca y comencé a darle placer con mi lengua, él por respuesta me cargó y me llevó a la recamara que le había preparado. Dentro de ella se desnudó totalmente y me abrazó, me beso, no imaginan la gran ternura de ese hombre conmigo, sentí gran placer al contacto de sus boca enmarcada por barba y bigote en mi cuerpo, eran como toques de electricidad que me hacían suspirar y gemir…mamó mis tetas, besó mi cuello, me hizo sentir mujer…Sí, la mujer de él. Al mucho rato de estar acariciando y besando, mis oídos estaban tan calientes que me ardían, mis tetas totalmente paraditas, mi miembro no… Ese no se paró, no sé por qué pero no se paró, mas sentía un placer nuevo y desconocido.


Mi tío hábilmente me colocó boca abajo y se subió sobre mí, colocó su verga en la entrada de mi hoyo, separando un poco mis nalgas, y delicadamente lo sumió poco a poco…me penetraba y yo quería gritar, nunca había comido el miembro de un macho y menos de ese tamaño y dimensiones…lloré!, si lloré, pero era feliz…el hombre que amaba desde niño me estaba haciendo suyo. Él, mi tío Alberto era ese hombre. No sé cuanto duró, pero cuando pasó el dolor y mi recto se acostumbró a su masacrado, me volví como una puta, y me movía mucho; sintiendo en esa enculada, la gloria; y sólo reaccioné cuando sentí algo muy caliente que estaba entrando a mis tripas…quise zafarme pero él me detuvo fuertemente y terminó de venirse en mi cola. Una vez que acabó, se quedó dentro mío por un largo rato, luego aún erecto, se salió lentamente para no hacerme más daño. Yo me sentía una mujer desvirgada por el hombre más activo, varonil y tierno del mundo.

Él al terminar, buscó una toalla y se limpió su verga, que aún dormida era inmensa. Prendió la luz, me miró y me abrazó susurrando al oído que si me había gustado…yo le respondí que sí y todo por que… “te amo desde niño”…, por respuesta me abrazó y así desnudos nos dormimos. Al amanecer me volvió a poseer, y yo gocé sintiéndome su amante, su mujer… Me levanté y le preparé su desayuno. Él sólo me besaba, y me confesó se sentía apenado, no sabía que dirían mis papis cuando se enteraran. Yo le dije que no había razón para que lo supieran, eso era de él y mío, y besándolo le dije que desde ese día él sólo seria mi hombre, que nunca mas nadie me tocaría…él me besó, y se marchó. Desde ese día somos amantes. Hoy mis papis lo saben pero no dicen nada. Yo no he tenido a otro hombre que no sea él, mi tío Alberto, el único hombre en mi vida.   







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