27/4/18

TRABAJOS DE AMPLIACIÓN (RELATO)


No todo es Trabajo

Una tarde con Elías y Agus...


Nos habíamos mudado hace poco de barrio, a uno en que las casas eran nuevas y por supuesto, la mayoría de los nuevos vecinos estaban haciendo ampliaciones, cambiando las verjas o haciendo cobertizos para los vehículos. En la casa donde mis padres y yo nos fuimos a vivir también estaban en esas labores. Tres obreros estaban haciendo una ampliación en el patio de atrás y luego terminarían con un cobertizo para que papá guardara su automóvil.
De los tres hombres que estaban trabajando; el señor Moisés, pero le decían Moncho, el mayor, de unos cincuenta años era el más entendido en las labores. Su hijo; Elías, de unos veinticinco años y el otro hombre era Augusto, de unos treinta y cinco, eran los maestros que estaban trabajando en casa.
El señor Moncho demostraba su autoridad y conocimientos, ya que mandaba a los otros dos. Era un tipo bajo, regordete, de gruesos brazos, cabellos canos y piel morena. Su hijo Elías tenía las facciones de su padre y el color de su piel, pero era mucho más alto, de cabellos negros, brazos y piernas muy fuertes y una espalda ancha y muy musculada. Me llamaba mucho la atención verlo trabajando afanosamente al sol, a torso desnudo, y sobre todo su pecho y vientre poblado de negros y tupidos vellos que brillaban al sol con el sudor que escurría por su abdomen y que humedecían la parte delantera y trasera de su pantalón o en algunas oportunidades un short ajustado que usaba. Augusto tenía casi su estatura, pero era de piel clara tostada por el sol, cabellos castaños y ojos pardos, muy atractivo y a diferencia de Elías tenía solamente vellos en su pecho… él usaba siempre una camiseta de tirantes y un pantalón deportivo que le marcaban un bulto grande, que al caminar se movía como si no llevase calzoncillos…

Por lo general en la tarde cuando terminaban sus labores, acudían al patio trasero y con la manguera del jardín se daban sus regaderazos para luego cambiarse de ropa y retirarse… Por mi parte siempre estuve discretamente espiando desde el segundo piso cuando ellos se bañaban, y me sentía extrañamente atraído al ver sus cuerpos masculinos recios y desnudos.
Me gustaba verlos trabajar y cuando podía, me sentaba cerca de ellos para verlos y escuchar las cosas que hablaban. Y con el tiempo se fueron soltando y me hacían partícipe de sus charlas, y cada vez dejaban escapar palabrotas sin el cuidado de que yo estuviera allí.

Sus conversaciones eran de futbol, de sus conquistas y de mujeres. Eran extremadamente machos en ese sentido, y hacían lo que hacen los machos. Cada cierto tiempo y sin disimulo, se rascaban los testículos o acomodaban su paquete. Elías era el más explícito, ya que metía la mano dentro de su short, y después olía sus dedos… y Augusto siempre decía que le encantaba que se lo mamaran, y hacía la mímica como si tuviese a alguien delante de él, y movía su pelvis y ponía sus manos como si sostuviese la cabeza de alguien. Llevaban ya alrededor de una semana de trabajo, por lo que el trato entre nosotros era bastante coloquial, aunque siempre el señor Moncho muy serio los reprendía y los ponía a raya cuando las palabras subían de tono.

Mis padres volvían del trabajo al anochecer y siempre me preguntaban si había alguna novedad, yo les respondía que ninguna, que los maestros eran muy responsables y respetuosos y que además eran muy expertos en su trabajo…
Un día después del almuerzo llegó sólo Agus y Elías, el señor Moncho había ido hasta la Ferretería a pedir unos materiales que faltaron. Ellos se sentaron a esperar que el jefe volviera. Yo había preparado jugo de frutas y lo tenía en el congelador, así es que cuando llegaron y mientras esperaban, les ofrecí un vaso grande y helado el que aceptaron gustosos. Mientras conversábamos le pedí a Agus que me prestara un taladro para hacer unos agujeros y poder poner una persiana en mi dormitorio. Él buscó en sus herramientas y me pasó uno, pero me preguntó de qué tamaño quería la broca…


— ¿…Qué…?— respondí, y le hice saber que era para poner una persiana…
—A ver… dónde quiere que le haga el hoyito…— me dijo amablemente Agus.
—Arriba, en mi dormitorio…— respondí, lo que causó una gran carcajada de ambos, aunque yo no entendí mucho por qué se reían…
Subimos hasta el dormitorio y le mostré que la persiana estaba muy baja y quería subirla. Él entendió inmediatamente y después de medir, me dijo a que fuera por el “nivel”, que se lo pidiera a Elías. Así lo hice y subí rápidamente. Cuando se lo pasé, me dijo en forma de broma que esa herramienta era del mismo porte que “la de él…”. Me reí, ya que la regla nivel era de unos 30 centímetros…

Hizo el primer agujero y se dispuso a hacer el otro en el otro lado…
—…Afirma esto un momento, que necesito que quede nivelado…— me dijo Agus, y la única forma de que lo hiciera era poniéndome entre él y la pared… sentí su cuerpo caliente tras de mí, y el olor de macho que expelían sus axilas, mientras él sin ninguna mala intención apoyaba su pecho en mi espalda, pero esa sensación me gustó y disimuladamente paré mi colita y puse duras mis nalgas para que él me tocara con su bulto. Logré sentir la larga verga de Agus punteándome en mi trasero por un instante, y él al darse cuenta me punteó más fuerte…
—…Hey… tienes bien duritos los cachetes del culo…— me dijo como broma… y yo poniendo mi mano hacia atrás y tocándole el bulto descaradamente le dije:
—…Y “esto” es mucho más pequeño que la regla nivel…!!!— a lo que él dejó escapar una gran carcajada…

Gracias a la habilidad de Agus en unos minutos la persiana estaba instalada. Pero él reparó en mi repisa en la que tenía mis CDs de música y películas. Cuando me preguntó le ofrecí hacerle un disco con música a su elección, así es que me dispuse mientras él elegía las canciones. Cerca de quince minutos después el CD estaba hecho, pero Agus me dijo que se lo entregara después cuando ya se fueran.

Bajamos y Elías estaba sentado en el suelo con sus piernas y brazos cruzados y dormitando en la sombra. Al escucharnos, se desperezó como un león y con los ojos achinados nos miró y empezó a sonreír…
—Sí que se demoraron, Eh!?… parece que no era sólo poner la persiana… Qué más te puso el Agus?? — me preguntó sarcástico.
—…Le estaba dando una mamada, y le costó acabar, por eso nos demoramos. Cierto Agus?
—…Sí, le estaba dando chuño…— respondió Agus riendo y siguiendo el juego.
—Así es que se hicieron novios!?… Podrías haber invitado… Yo tengo harto chuño acumulado aquí…— dijo Elías tomando con su mano abierta sus bolas.
—Ja!, y cuál es el problema, Agus no es celoso y si quieres más rato te invito arriba y te hago un buen mamón para que te descargues…— le dije serio, pero ambos rieron estrepitosamente…

Siguieron las bromas en ese sentido por un rato, y Agus no desmentía que no había pasado nada, mientras Elías metía la mano bajo su short para acomodar su verga que poco a poco levantaba bulto.
Agus guardaba las herramientas cuando sonó el teléfono de Elías. Era el señor Moncho que le avisaba que no había conseguido los materiales y que le avisaran al joven (es decir, yo), que en la noche él vendría a conversar con mis papás.
Siguieron entre bromas ordenando sus herramientas para dejar todo guardado. Cuando ya estaban listos, le dije a Agus que no se olvidara de su encargo, que había quedado en mi dormitorio, a lo que este me respondió que terminaba y subía, mientras Elías miraba con cara de sorpresa…
—…Y parece que no era broma!…— dijo Elías mirando a Agus, pero este sólo sonrió.

—Si quieres venir no hay problema, puedo con uno o con los dos a la vez…— le dije a Elías y este quedó con cara de duda…
—…Vayan ustedes mientras, yo subo al rato…— dijo Agus. Elías me miró como esperando mi aprobación…
—…Vamos…!— le dije y subimos. Ya en el dormitorio, Elías me preguntó que si era verdad lo que había pasado, pero a esa altura ya no sacaba nada en desmentir, ya que él llevaba una enorme erección que levantaba su short como una carpa. Me abrazó fuertemente contra sí y pude sentir la dureza de su verga en mi entrepierna, mientras me preguntaba si me gustaba chuparlo y si me tragaba la leche… Me senté en la cama mientras Elías se quitaba la sudadera quedando sólo en short, se puso frente a mí y los bajó suavemente dejando frente a mi cara su miembro de piel oscura erecto, se jaló el forrito hacia atrás dejando al descubierto una cabezota grande, brillante y húmeda con la secreción cristalina que salía de la punta…
—…Anda… pruébalo…— me dijo tomando su verga con la mano y apuntándola a mi boca, mientras con su otra mano me tomaba por el cuello. Entreabrí la boca y con la punta de mi lengua probé el líquido cristalino que formaba una gota en su miembro, era caliente, salobre, y se transformó en un hilo que unía mi lengua y su glande… pasé mi lengua ahora en la cabeza de color lila oscuro y sabía a sudor, olía a macho, era suave y ardiente… Poco a poco fue ganando dureza a la vez que se introducía más profundo hasta mi garganta, y el abundante líquido hacía espuma ligosa en mi boca… Elías suspiraba y se entregaba al placer que le estaba dando, mientras que apretaba sus nalgas cada vez que mi boca tragaba su mazote.

Estábamos abstraídos, y no nos dimos cuenta cuando Agus estaba a nuestro lado, nos miraba con la boca abierta y no podía simular su sorpresa, como tampoco podía ocultar en su holgado pantalón la reacción de su miembro… Sin sacarme la de Elías de la boca, estiré mi mano y toqué el bulto de Agus, que se dejó tocar, y se acercó un poco más. Advertí sobre la tela un miembro grueso que empezaba a ponerse duro…
Agus se bajó el pantalón y saltó afuera una verga gruesa y larga, de piel clara y prepucio estrecho, lisa, sin venas notorias, y en su pubis pocos vellos, a diferencia de Elías que su pubis y abdomen estaban abundantemente poblados por rizados y largos vellos negros. Tomé la verga de Agus y empecé a acariciarla, mientras se ponía completamente dura. Dejé la de Elías a un lado y me eche a la boca la de Agus… Sabía distinto, su textura era más suave y la piel de su forro más gruesa… con dificultad descubrí el glande, rosado y achatado y más pequeño que el resto de su miembro. Lo eché a mi boca y luego de lamerlo, besarlo, lo aprisionaba entre mi lengua y el paladar para que me diera su néctar cristalino. Agus suspiraba y se mordía los labios en señal de placer. Pero no podía descuidar la verga de Elías, que brillaba con su piel oscura y suave…

Estuve un rato tragándome una y la otra, a ratos de tanto abrir la boca me dolía la mandíbula, y a Agus le temblaban las piernas. Sin decir palabras, todo eran gemidos y suspiros de placer…
Le pedí a Agus que se acostara en mi cama, mientras yo me despojaba de mi ropa y Elías terminaba también de desnudarse… ya había visto su torso desnudo pero no había tenido la oportunidad de tocarlo, su suave vello rizado y su cuerpo olor a sudor y sus músculos tensos por la excitación, su cuerpo era una delicia… Y Agus de espaldas sobre la cama abrió un poco las piernas, acaricié sus muslos sin vellos, gruesos, su pecho peludo pero no tanto como Elías, su abdomen un poco abultado en donde descansaba su verga que parecía un cono, muy grueso en la base y más delgado hacia la punta… Me arrodillé entre sus piernas y tomé su verga que enderezándola llegaba a los 21 cms., y por lo menos de unos siete centímetros en la parte más ancha de la base… empecé a mamarla con deleite, ya que estaba perdiendo su turgencia, y cuando la echaba a mi boca succionaba suavemente lo que hacía que Agus se retorciera de placer…

Mientras Elías se acomodaba tras de mí, poniendo su pértiga entre mis nalgas y hacía movimientos en círculo y luego subía y bajaba como si se estuviera haciendo una paja rusa con mis posaderas. Me acariciaba la espalda y me tomaba por las caderas para empujar fuerte, mientras yo no soltaba de mi boca la verga de Agus.



Elías abrió mis nalgas y empezó a tocar con su dedo hasta encontrar mi hoyito, cuando lo encontró y me introdujo su dedo. Dejé escapar un suave quejido, y luego otro cuando me introdujo dos dedos, haciendo movimientos en círculos para agrandar el orificio donde entraría con su enorme verga…
Seguí dándole placer al Agus con la boca, mientras Elías empezaba a ensalivar la cabeza de su verga y echarme otro poco en mi hoyito. Apuntó la cabezota y empezó a empujar abriéndome y entrando de un solo empujón hasta sentir sus bolas en la entrada de mi agujero… Me dolió y me quejé, pero él lo sacó un poco hasta la mitad y empujó nuevamente hasta sentir sus pelos en mis nalgas… me había metido todos sus 18 cms. de virilidad en el culo.
Seguí mamándosela a Agus mientras Elías con cada empellón hacía que Agus me entrara más profundo en la garganta… Era un momento delicioso, la boca y el culo lleno por tremendas vergas de machos, peludos, con olor a macho y excitados hasta las nubes…

Elías apuró su movimiento de caderas, lo que hacía que mi mamada fuera también más rápida. Agus no aguantó más y en un segundo se corrió en mi boca, llenándome de espesa leche de macho en cinco o seis espasmos que casi me dejaron sin respiración, y que bebí con complacencia… seguí lamiendo hasta dejarlo limpio y su verga volvía a descansar nuevamente sobre su abdomen, mientras Elías detuvo su bombeo para que terminara mi faena, pero me sacó su verga y en un rápido movimiento me hizo poner de espaldas. Me acomodé y puse mi cabeza en el regazo de Agus y su pene me quedó a la altura de la mejilla… Elías tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros, y punteando nuevamente mi agujero me dejó caer su mazote de un empujón hasta la base. Comenzó con un frenético movimiento de caderas que incluso movía hasta Agus, mientras yo gemía de placer y con mis manos tocaba los botones de los pezones entre los vellos del pecho de Elías, y este me penetraba cada vez con más ímpetu…

Se cargó fuertemente sobre mí y sentí cómo se hinchaba su verga en mi esfínter y se corría dentro, con su leche de macho caliente que me llenaba el interior, mientras él gemía y seguía empujando para darme hasta la última gota…
Terminó y me sacó la verga aún erecta, para tenderse al lado de Agus en la cama, rendido y jadeante… mientras yo me acomodé entre ellos y con una verga en cada mano me sentía satisfecho y cansado…
Pero yo aún no me había corrido…
Agus no tardó mucho en excitarse y en unos minutos ya tenía la verga dura y gruesa de nuevo… Me acomodó de costado y levantando mi pierna con sus fuertes brazos empezó a puntearme entre las nalgas hasta hacerse de mi hoyito, que estaba aún dilatado y con la carga de leche que me había dejado Elías. Empezó a penetrarme lento, sabía que su verga era demasiado gruesa, así es que sólo la insertó hasta la mitad, para luego retroceder y en el siguiente empujón entraba un poco más… Era como si un puño me estuviera abriendo el ojete, y la sentía profundo dentro de mí… Mis quejidos hicieron que Elías también se empalmara, pero como mi agujero estaba completamente lleno con la verga de Agus, se acomodó hasta quedar a la altura de mi cara y ofreciéndome su vergota dura comencé a mamarla mientras le acariciaba las bolas… Agus ya había tomado el ritmo y me culeaba casi hasta hacer tocar sus bolas en mis nalgas, y sentía su verga palpitante cuando entraba y salía… en un momento empujó tan fuerte que sentí que mi anillo se rasgaba, fue cuando me penetró completamente hasta la gruesa y carnosa base de su miembro… sentía por dentro como si fuera estallar, y con el solo roce fui llegando al clímax, mientras sentía su agitada respiración en mi oído y Elías jadeaba cogiéndose mi boca…

No aguanté más y me dejé ir… Varios chorros de mi semen regaron la cama, y mientras eyaculaba apretaba mi esfínter, lo que provocó que Agus acelerara un poco para luego llenarme con su leche en varios espasmos que hacían abrirse mi agujero y me llenaban por completo de la ardiente sensación del semen caliente en mi interior… Mientras Elías también comenzaba a arrojar su esperma dentro de mi boca, vigoroso, salado, sabor a macho, tan abundantes que los últimos chorros cayeron en mis mejillas y cuello…
Los tres jadeábamos, rendidos, cansados y extasiados… mis dos machos me llenaron de su leche y yo les di todo el placer que podía otorgarles…
Después de descansar un rato decidieron que ya era hora de marcharse, y muy contentos me abrazaron y se fueron a bañar, mientras yo me quedé tirado en la cama, con mi ojete ardiendo y la leche de ambos que me escurría desde dentro… Quedamos en repetir, pero esa oportunidad no se daría muy pronto, pues había que esperar que nuevamente el señor Moncho se ausentara, lo que pasó al fin de semana siguiente…
Cuando llegaron mis padres en la noche me preguntaron si había alguna novedad, pero con una imborrable sonrisa en mi rostro les dije que ninguna, sólo que los materiales que necesitaban no habían llegado, por lo que estuve toda la tarde con los maestros, y nos divertimos mucho…


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