Era un lunes común, y
como de costumbre acudí al Banco para depositar la recaudación del fin de
semana. Se notaba que seria un día caluroso, por lo que decidí cumplir con ese
trámite temprano. Cuando entre al Banco, una larga fila de gente ya estaba allí,
por lo que no me quedo más que resignarme. Lo primero que me llamó la atención
fue no encontrar a Don Arnolfo, el guardia de seguridad del Banco, que a mi
parecer tenía tantos años como el edificio. En su lugar, Juan, un joven alto,
fornido, de piel morena. Bajo su gorra, se notaba que su cabello era negro y
corto. Su cara me parecía familiar, pero no podía recordar donde lo había
visto, pero puedo asegura que era un tipo muy atractivo.
Mientras esperaba que
la fila avanzara, aprovechaba de mirarlo, mientras el caminaba de un lado a
otro, desplazándose, observando a todos casi felinamente. Luego se detuvo a un
par de metros desde donde yo estaba y pude apreciarlo y admirarlo con
detenimiento: el pantalón azul del uniforme le quedaba como si hubiese sido hecho
sobre la piel, ajustado al muslo para caer más holgado. La franja amarilla en
el costado, hacia parecer como si fue a un pantalón deportivo. Desde atrás, sus
gruesas piernas y redondeados glúteos, trabajados y suaves, se notaba la sutil
línea de una zunga ajustada, su cintura angosta en comparación a su espalda
ancha y hombros fuertes. Su cuello poderoso y el corte de cabello perfecto en
la nuca.
Por adelante, se
notaba el pantalón mas ajustado, su virilidad se notaba casi con exageración.
Redondo y sobresaliente. Creo que la hebilla del cinturón ayudaba a esas
redondeces, pero el cinturón no necesariamente le apretaba. Su camisa blanca y
de manga corta dejaba notar bajo ella una camiseta blanca, que a la altura de
su pectoral muy marcado, se oscurecía notoriamente. Tenía el pecho muy velludo
y eso se notaba también en sus brazos.
Su rostro desde lejos
parecía ser de un hombre alrededor de 25 años, pero al tenerlo mas cerca, se
apreciaban tenues líneas de expresión que confirmaban que estaba alrededor de los
35. Cuando me encontré con su mirada, sus ojos oscuros y alegres, expresivos y
penetrantes, sentí escalofríos y extrañas cosquillas en mi abdomen, pero cuando
avanzó lentamente hacia mí, parece que me había elevado dos centímetros del
suelo. Ya muy cerca, me sonrió y gentilmente me dijo:
—Avance, por favor…—indicándome
con su mano izquierda.
—Si…claro, estaba
distraído…— le respondí sintiendo el rubor en mi cara. Él sólo sonrió
gentilmente. Me costó unos segundos volver a la normalidad después de esa situación
y procuré no levantar la vista para no encontrarme nuevamente con la de él.
Pero el segundo encuentro fue inevitable y sorpresivo.
Miraba para ver donde
estaba, pero no lo encontré. Cuando giré para ver hacia el otro lado, él estaba
tan cerca que pude apreciar su perfume. Me miraba fijamente, casi con
curiosidad. Esta vez procuré avanzar antes de que me dijera algo y mientras lo
hacía le dije: “Ahora si estoy atento…”. No se me ocurrió nada más que decir.
Él sonrió ampliamente y comenzó a caminar nuevamente por el recinto.
De tanto en tanto lo
buscaba con la mirada y allí estaba: caminando entre la fila, o respondiendo a
alguna pregunta que alguien le hacia.
Al fin llegué a la
caja e hice el depósito. Había pasado casi una hora.
Cuando salí estaba cerca
de la puerta, al ver que me aproximaba, gentilmente abrió para que saliera.
—Muy amable, hasta
luego— dije mientras salía.
—Por nada, que tenga
un bonito día— me respondió con su varonil sonrisa mientras se llevaba la mano
a su gorra haciendo el ademán de saludo.
Durante el día pensaba
en él y buscaba explicación a la extraña sensación que sentí cuando me miró
fijamente en la fila. Cuando llegué a casa, me di un baño y me acosté, pues
estaba cansado, pero cuando fije mi pensamiento en él, tuve una erección y el líquido
cristalino comenzó a mojar mi slip. Él estaba causando esas reacciones en mí.
Al día siguiente
estaba distraído y eso lo notaron todos los que me rodeaban. Me preguntaban si
me sucedía algo, pero no podía decirles que un hombre me había dejado pensando
en él día y noche. No tenía motivos para ir al Banco ese día, pero como sabia
los horarios, fui y me estacione a una distancia prudente de la salida de los
empleados del Banco, para observar sin ser observado y me quedé allí hasta que
pude verlo. Vestía jeans y zapatillas, una camiseta blanca y chaqueta de cuero.
Seguro el uniforme lo llevaba en la mochila. Caminó unos metros y cruzó la
calle. Encendió un cigarrillo y esperó en el paradero. Mientras desde mi auto
lo observaba y lo encontraba más atractivo. Su cabello corto y bien peinado con
gel, se veía más atrayente de lo que lo había visto en el Banco.
Botó el cigarrillo e
hizo parar el colectivo local. Sacando mis conclusiones, debía vivir cerca. Cuando
pasó por mi lado, me oculté así es que no me vio.
Al otro día, decidí ir
al Banco para retirar una cartola, no era necesario, pero fui sólo para verlo.
Cuando llegué, estaba muy ansioso pero traté de disimular. Entré con mucho
desplante, iba vestido para llamar la atención: el jeans mas o menos ajustado,
una camisa deportiva, lentes oscuros para poder mirar sin que vieran donde
estaba mirando. Entré y lo divisé de inmediato, pero me dirigí al mesón como si
no lo hubiera visto. Pedí mi documento y “descuidadamente” deje mis anteojos de
sol sobre el mesón de atención, como no había demasiado público me arriesgué a
hacerlo, ya que caminé lentamente hacia la salida con la intención de
devolverme a buscarlos si no sucedía lo que tenía planeado.
—Señor, espere… —
escuché que me decía. Me giré con un dejo de desinterés y vi que venía hacia mí
con mis lentes en la mano.
—Sus anteojos, lo dejó
sobre el mesón…
—Oh!, que
descuido…Muchas Gracias…— le respondí dirigiéndole mi más encantadora y
simpática sonrisa.
Cuando me los entregó,
le di la mano y pude sentir una sensación de corriente eléctrica que sin duda
él también percibió.
—Gracias…—le dije de
nuevo— últimamente he estado muy distraído.
—Estoy para
servirle—dijo muy afablemente dirigiéndome también una amplia sonrisa, y en una
actitud que me sorprendió, me guiñó el ojo. Sinceramente quedé paralizado, esa
sonrisa y ese gesto realmente significaban demasiado para mí.
Aunque no dejé de
pensar en él y en su guiño, no acudí al Banco hasta el viernes, después de
haber planeado muy bien como proceder…
Entré y me dirigí al
terminal para sacar una boleta de saldo, mientras el conversaba con un cliente.
Al verme, comenzó a acercarse con sus manos atrás y un caminar pausado, lo
encontré más apuesto que la primera vez: sin gorra se veía muy bien peinado y aparentaba
ser más joven. Cuando lo miré, hizo un ademán de saludo y sonrió. Caminé hacia
él y le extendí la mano, pareció sorprenderse, pero con prontitud tomó mi mano
y me dio un fuerte apretón.
—Cómo está, Buen día—
y no le soltaba la mano. —Quiero pedirle un favor…
Me miró con
curiosidad…
—Necesito urgente
depositar estos documentos, pero no puedo quedarme, tengo otras cosas que
hacer. Se los puedo encargar a Usted?...
—Bueno yo…no debería…
—La papeleta de
depósito está hecha— le dije y puse mi cara suplicante— Por Favor!!!...
—Pero…si usted espera
unos minutos…
—No, no puedo
esperar—ahora poniendo una cara de clemencia.
—No debería…—me miraba
con dudas y compasión.
—Le aseguro que no
habrá ningún problema…— Le entregué los documentos, pero él no muy convencido
los recibió.
—Aquí está anotado mi
número de teléfono. Le juro que si alcanzo a volver antes de la hora de cierre
paso…sino, usted queda a cargo…— Dije, mientras acariciaba con disimulo su
espalda. Le di gracias nuevamente y salí raudo, no sin antes estrechar su mano
y dirigirle otra sonrisa. Él quedó muy confundido y debo admitir que me apenó
verlo tan pasmado, pero mi plan hasta
ese momento marchaba a la perfección…
Pasé el resto del
viernes esperando su llamado, pero el teléfono no sonó. Algo en mi plan no
había funcionado, por lo que me puse a pensar cómo debía proceder el lunes… Tal
vez me había equivocado y él no sentía la atracción que yo sentía por él…Tal
vez lo presioné y por tratar de acercarme, lo alejé…En fin, mil conclusiones
mas hasta que me fui a dormir.
El sábado después de
la media jornada, no tenía panorama así que arrendé una película. Ya de vuelta
en casa, pasaron un par de horas y sonó el teléfono…
—Hola, cómo está…Ayer
no pude llamar…—Reconocí su voz.
—Cómo está usted— respondí
—no atiné a nada mas…después de estar un día entero esperando ese llamado…
—Llamo para informarle
que cumplí con el trámite que usted me encargó y tengo el comprobante de
depósito…lo necesita para ahora o se lo entrego el lunes?...
—Es que no quiero
seguir abusando de su buena voluntad…Ahora no tengo nada que hacer, y si a
usted le parece, puedo ir a buscarlo a su casa…— así sabría donde vive y con
quien…
—No es molestia, es
que en este momento voy saliendo y…
—Entonces no se
preocupe —le interrumpí— no quiero import…
—No…es que en este
momento voy saliendo en bicicleta y pensaba pasar a su casa a dejarlo…para mi
no es molestia…yo tampoco tengo nada que hacer…y si a usted no le incomoda, se
lo dejo ahora…
—Me encantaría…pero no
está usted demasiado lejos para venir en bicicleta?
—No lo creo, además el
buen ejercicio siempre hace bien— me dijo y ambos reímos.
—Entonces lo
espero…—curiosamente en una de las papeletas yo había anotado mi dirección…
—En unos veinte
minutos estaré allá…nos vemos…— y cortó.
Todo estaba
funcionando de acuerdo a mi plan, él vendría a mi casa y podría estar solo con
él…En veinte minutos debía producirme para la ocasión. Vestí un pantalón de
tela color beige, que sabía me hacía ver bonita la cola, y una polera negra,
además como soy un tipo delgado, elegí una un poco mas cómoda.
Pasaron veinte
minutos. Treinta y nada, me estaba poniendo tenso. Treinta y cinco minutos y yo
pegado en la ventana, de pronto un joven en bicicleta pasó lentamente fuera de
la casa, se devolvió y se detuvo frente a la puerta…Fue una visión
impresionante: Vestía zapatillas, un gorro con visera como el que usaba en el
trabajo, polera blanca ajustada y un short rojo, muy ajustado y corto, casi
arriba del muslo, además de anteojos oscuros. Se veía extraordinario,
atractivo, atlético, varonil e irresistible.
Antes que llamara salí
a la puerta y le pedí que entrara. Sentía su mirada a través de los anteojos
oscuros. Dejó la bicicleta en el jardín y entró casi tímidamente…
—Le esperaba hace diez
minutos— le dije mientras estiraba mi mano para saludarle.
—Si…es que como hace
mucho calor, no quise apurarme para no sudar demasiado— respondió mientras
estrechaba mi mano con fuerza. Tuve la intención de abrazarlo, pero me contuve.
—Adelante por favor,
está en su casa. Tome asiento—le dije mientras cerraba la puerta. No pude
evitar mirarlo con descaro: sus gruesas y musculosas piernas, la espalda muy
definida, la cintura estrecha y nalgas firmes. Llevaba un banano, que acomodó
delante suyo mientras se sentaba en el sofá.
—Primero que todo,
quiero pedirle un favor…— le dije y él me miró con curiosidad— Quiero que me
trates de Tú, para poder también tratarte de tú… Te parece?
—Por supuesto! Me
parece…—y sonrió casi aliviado, mientras se quitaba los anteojos y el jockey y los
dejaba sobre el sofá.
—Tienes calor? Verdad?...Tengo gaseosa, cerveza fría, jugo
de frutas, té o café, qué prefieres?...
—Un café…—me dijo y
sonrió. Ahora el sorprendido era yo, no sabia si bromeaba o hablaba en serio.
Lo miré con cara de pregunta, pero él soltó su risa.
—Prefiero un vaso de
agua…
— ¿Agua? — pregunté y
el asintió con la cabeza.
—Pensé que nos
beberíamos unas cervezas…
—Es que tengo que
volver y en bicicleta es peligroso equilibrarse con alcohol— y tenía razón,
pero era mi oportunidad.
—Pero de qué te
preocupas, si se te pasa la mano, te puedes quedar aquí…
—Entonces acepto— me
respondió sin dudar demasiado… creo que él tenía un plan similar al mío…
Traje dos latas y
mientras le pasaba la suya no pude evitar alagarlo:
—¡Tienes un físico
envidiable! Se nota que practicas mucho deporte…
—Gracias…pero no soy
tan aficionado al deporte, solo me gusta andar en bicicleta y de vez en cuando
hago una rutina de pesas…
—Igual, te repito, te
vez muy bien— insistí mientras me sentaba en el sillón frente a él.
No dijo nada, solo
sonrió y abrió su lata mientras yo hacia lo mismo con la mía.
—Salud…— y bebió un
gran sorbo. Yo hice lo mismo.
—¿Vives solo?—
preguntó mientras miraba el resto de la casa.
—Si, soy completamente
independiente. ¿Y tú?...
—Estoy viviendo con mi
madre…desde que me separé hace unos años—
me dijo con un poco de vergüenza, antes de dar otro sorbo a su cerveza.
— ¡…Qué
desperdicio!...Siendo tan guapo…— y lo miré con un tono de complicidad y
lujuria.
—Es que no he
encontrado realmente una persona que me soporte…
— ¿Y eso, por qué?
¿Eres de mal genio?— Tomó otro sorbo y me miró con ironía. Pensó un poco antes
de hablar.
—No, realmente no he
encontrado alguien que me aguante todo…lo que me gusta— Esto lo dijo con
lentitud y bajando la voz como si se desprendiera de un secreto, a la vez que
llevaba su mano sobre su entrepierna y tomaba todo su abultado paquete. Sin
duda ese movimiento hizo que mi espalda se pusiera como piel de gallina. A esa
altura de la charla ya estaba con una erección casi incontenible. —Es que soy
demasiado intenso— Continuó…
—Tal vez debes bajar
un poco la “intensidad” y dejar que la otra persona tome la iniciativa…que los
dos sientan placer…por que si eres muy brusco puedes causar dolor…y el dolor
dentro de una relación no es bueno…— Estaba siendo textual, no podía ser mas
claro…
—Sí, puedes tener
razón, por lo mismo te digo que aún no he encontrado a “esa persona”, pero hace
unas semanas que me siento con suerte…— Bebió de un sorbo lo que quedaba en su
lata de cerveza, mientras yo mentalmente le decía:” No sigas buscando, estoy al
frente tuyo…”
La conversación
continuó en ese tenor, mientras traje dos latas mas de cerveza y tratando de
disimular en mi pantalón la erección, poniendo mi polera por fuera del mismo,
pero era inevitable, ya que el sin duda se había percatado ya.
—Sabes?, me vas a
tener que dar permiso para pasar al baño…
—Por supuesto— le
dije— ven te voy a presentar mi casa…
Me levanté y él hizo
lo mismo, le mostré la casa, living, cocina y lo llevé al dormitorio…—Mi
cama…y…el baño...— le dije. Si necesitas algo me avisas…
—Gracias…—y entró
cerrando la puerta detrás de él. Sin hacer ruido me quedé tras la puerta y lo
sentí orinar. Luego abrió la llave y yo me apresuré a volver al living. Demoró
unos minutos. Cuando volvió note que su polera estaba algo mojada. Pensé que no
había toallas en el baño, pero no le dije nada. Cuando se sentó me levanté y le
dije que también necesitaba orinar, además de cerciorarme si había puesto
toallas en el baño.
—Volví, que alivio…
Por qué te mojaste la polera?
—Es que me arde un
poco el pecho— dijo mientras se la levantaba dejando descubiertos sus
abdominales y pectorales. —Es que me depilé ayer…
—Qué!!!— dije mientras
me acercaba. No pude evitar reírme…
—Si, siempre lo hago.
—Permiso…esto tengo
que tocarlo…—Le dije mientras me sentaba a su lado en el sofá y comenzaba a
tocar su torso, duro y suave…
—Wow! Que
espectacular, está muy suave…Y las piernas también?...—mientras recorrí con mi
mano desde sus muslos a la pantorrilla…
—Me gusta así…se
siente mejor…
— Realmente…se siente
muy bien, tan suave…— Y me arrodillé frente a él.
—Quieres sentir más?—
me dijo y se sacó la polera dejando todo sus músculos y piel a mi disposición.
Yo no podía dejar de tocarlo: Sus pectorales y abdomen bien marcado, el oblicuo
que me llevaba a imaginar que habría más allá…
Se inclinó un poco y
saco mi polera de un tirón…me miró como lobo y me dio un beso apasionado,
afirmando mi cara, mientras yo tocaba sus piernas…
—Te gustó…? Deseaba
este momento— dijo y me besó nuevamente. Abrió sus brazos para apoyarlos en el
sillón, y se acomodó hacia atrás. Echó su cabeza mirando hacia arriba y abrió
un poco las piernas. Sin duda era la invitación para que yo procediera a saciar
mis deseos de tocarlo y besarlo y sentir
cada centímetro de su morena piel en mis labios…Y así lo hice: recorrí desde su
cuello hasta su ombligo y bajo vientre, besando y lamiendo esa piel tersa.
Cuando llegué más abajo y corrí un poco el banano pude apreciar que tenía una
erección gigante, que abultaba su short y su pene parecía reventar la tela.
Apreciaba perfectamente la forma que tenia…
Procedió a quitarse el
banano y se bajó el short, a lo que por supuesto le ayudé. Pude apreciar que su
vello púbico estaba muy corto, lo que hacía que su pene de unos 18 centímetros
sobresaliera, pero lo impresionante fue lo grueso que lo tenía…era como un
pepino, duro y caliente. Tal era la erección que tenía, que el glande estaba descubierto
y la uretra en la base del pene
palpitaba como una bomba…sus testículos se veían pequeños ante semejante
tamaño…Lo tomé y llevé mi boca hacia esa bellota, al contacto con mis labios un
gemido ahogado salió de su garganta. Empecé a mamarlo como mejor sabia hacerlo,
aunque sólo era capaz de introducir el glande y una porción del pene para
evitar la sensación de nausea cuando llegaba muy adentro. Lo besaba y recibía
en mi lengua el cristalino y caliente líquido seminal que salía y degustaba con
locura…
Seguí así un rato y el
comenzó a guiar mi cabeza con sus manos, tratando de penetrarme hasta la
garganta. De pronto se levantó y se puso en cuatro patas sobre el sofá,
ofreciéndome sus redondas nalgas, las que comencé a besar, lamer y a dar suaves
mordiscos…hasta que me enfoque en su orificio anal. Abrí un poco sus nalgas y
comencé a lamer y tratar de introducir mi lengua en ese agujerito, mientras sus
gemidos se fueron transformando en quejidos. Estuve unos minutos y bajé la
intensidad pues me dolió la mandíbula…Entonces él se levantó y con mucha
facilidad me sentó en el sofá. Me besó y quitó mis pantalones y bóxer dejándome
completamente desnudo, mi erección estaba a full. Se acercó nuevamente con su
miembro buscando mi boca, que seguía hambrienta de tamaño órgano masculino.
Pasaron unos segundos y sentí en mi boca sus espasmos, entonces él se retiró
con rapidez y acabó abundantemente en mi pecho. Fueron seis o siete chorros de
caliente y espesa leche de macho que me marcaron y corrieron hasta mi barriga.
Las últimas gotas las recibí en mi boca…a lo que él, complaciente me besó con
pasión y comenzó a recoger su eyaculación con su lengua y posteriormente me
besaba combinando su saliva con su propio semen. Entre besos me preguntaba si
aquello me gustaba…yo en éxtasis sólo le respondía que sí que no se detuviera
jamás…
Siguió besándome y
bajando por mi abdomen hasta llegar a mi sexo que estaba por estallar. Comenzó
a hacerme una mamada que de dos movimientos casi me hizo estallar y se lo
avisé, entonces él levanto mis piernas y comenzó a lamer mi ano con furia,
introducía su lengua y luego tomaba mis testículos en sus labios y alternaba
con sexo oral, pero era maravilloso sentir su lengua en mi esfínter, queriendo
entrar y lubricando cada vez mas. Fue tanta la excitación que no pude
contenerme y comencé a eyacular, no tan abundante como el, pero mis chorros
salieron con fuerza y llegaron casi a mi cara, mientras el seguía con la faena
de darme placer en el ano.
Con lujuria absoluta
siguió besándome y mordiendo mis nalgas, y me sorprendió ver que comenzó a
recoger mi semen con su boca, pero esta vez, el destino de esa leche era mi
propio ano, que se dilataba cada vez más, al alternar su lengua, y sus dedos:
primero fue el índice, luego índice y medio que entraban, salían y giraban en
mi orificio.
Él estaba listo de
nuevo, su miembro no había perdido la dureza. Y acomodándome un poco en la
misma posición, punteó con su Glande y comenzó a abrirse paso en mi interior,
centímetro a centímetro, sin retroceder, con suavidad, hasta sentir su pubis en
mi desembocadura. Los gemidos fueron mutuos, nunca pensé sería capaz de
aguantar tamaño estoque en mi esfínter, pero ya estaba…ensartado y palpitante
dentro de mi.
Comenzó con un suave
movimiento pélvico y sentía en mi recto recorrer todo su falo, sus músculos
pectorales estaban tensos y sus bíceps hinchados. La sensación de tener ese
macho dentro de mi era inusitado, me dolía pero quería más y más. De pronto sus
movimientos fueron mas intensos y mis quejidos mas sonoros. Entonces él me
abrazó con fuerza y se levantó con
facilidad, yo abrazándome a su cuello y poniendo mis piernas alrededor de su
cintura, tomó mis nalgas y comenzó a levantarme y bajarme haciendo que su pene
entrara hasta el fondo y saliera casi en su totalidad…era mi primera vez
cabalgando así a un macho…
Estuvo así unos minutos
hasta que sin bajarme camino hasta mi dormitorio y me puso de espaldas sobre la
cama. Sin salir de mi interior, tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros,
y siguió con el mete-saca mas intenso que antes. Mis gemidos se incrementaban
con cada envión que el hacía…
—Te Gusta?...te gusta
sentirme adentro?…me gusta culearte…
Su cuerpo estaba
completamente sudoroso, y su respiración agitada…de pronto unos gemidos casi
guturales acompañados de las palpitaciones de su miembro en mi recto me dejaban
claro que había alcanzado nuevamente el orgasmo y eyaculado dentro, dejándome
lleno del ardiente fruto de sus testículos…Sentir eso y recordar su primera
abundante acabada en mi pecho me hizo llegar al éxtasis acabando casi al mismo
tiempo que él. Advirtió mis contracciones anales y me beso con fuerza…
—Nunca había acabado
tan rico…terminé dentro tuyo…mi amor…—
Su respiración se hizo
mas calmada después del ejercicio que había hecho. Se quedó allí dentro hasta
que su pene volvió a estar flácido, me descorcho y nos acomodamos en la cama,
haciendo de cucharitas. El cansancio en ambos nos pasó la cuenta y despertamos
avanzada la noche…hora perfecta para incursionar de nuevo…
Lo que pasó en los
días siguientes fue espectacular…me complacía y lo complací, aprendió a controlarse
y a hacer el mejor sexo. Pero pasó un mes antes de que me propusiera que
fuéramos pareja. Ahora estamos hace un año juntos y la pasión lejos de
acabarse, se incrementa.
Pero él tenía una
fantasía, que cuando me contó dudé en realizar… pero eso será para otra
historia…
Me puso hot tu historia...Es de verdad?
ResponderEliminarbuenas las fotos, sigue publicando. saludos desde Chile
...Guauuu...me hiciste ponerme a mil... y cual era la fantasia del guardia...
ResponderEliminarcuenta, pero que sea caliente como esta...JAJAJA...
jugosamente tuyo...desde Cartagena.