24/10/14

LA VENGANZA (RELATO)

La venganza duele…

Con 16 años, muchas veces no se piensa en las consecuencias que los actos pueden traer. En mi colegio siempre fui victima del matonaje de mis “queridos” compañeros sólo por que me encontraban afeminado en algunos gestos. Si bien es cierto, cuando me descubrí que era gay, no me salí del closet ni tampoco me comportaba como una loca de patio, aunque algunas veces me visualizaba cómo sería mi vida con un hombre.
Era un tipo solitario, no me juntaba con nadie en el colegio, con excepción de algunos que se acercaban con buenas intenciones, pero que a la larga sólo querían corroborar con hechos que me gustaban los hombres. Mi idea de entregarme a uno era muy de películas: una habitación de algún motel, con una gran cama, ambiente con velas y flores, ropa interior bonita y exclusiva, y mi macho activo y bien dotado deseándome y tratándome con dulzura y ternura, para después poseerme con pasión. Pero eso sólo era un sueño.
Ya en el último año y a pocas  semanas de terminar el colegio, en una celebración del día del Profesor, todos los cursos prepararon obras y sketch para agasajar a los maestros, y yo como no quería quedar fuera de la fiesta, decidí ponerme de acuerdo con algunos y preparar algo especial…los compañeros que organizaban el evento estuvieron de acuerdo, así es que seguimos con la idea.
Como era sabido hasta por los profesores  mis “inclinaciones”, decidimos realizar un acto de travestismo, conmigo como protagonista por supuesto y dos alumnos de otros cursos; también rechazados por el resto de la gente “normal”; y la idea era traer a escena a Marta Sánchez y su éxito del momento “Desesperada”…Todo bien, y me preparé sobremanera para estar a la altura y sorprender…
Depilé mis piernas y brazos, muy bien afeitado, un corsé apretadísimo, relleno en trasero y busto, para lucir la ropa que me conseguí, minifalda y top, zapatos de taco alto, medias caladas, peluca rubia y maquillaje…Toda una artista y nada que envidiarle a Martita. Mis facciones finas me ayudaron a transformarme en una atractiva joven…que a pesar del cargado maquillaje y las ropas, me veía muy bien (por algunas felicitaciones y propuestas que recibí después), y no como “un hombre disfrazado de mujer”, sino como una verdadera nena. En cuanto a los chicos que me acompañaban, serían mis coristas y bailarines. Como todo un profesional esperé mi turno tras el escenario, la sorpresa sería máxima, ya que en un colegio para varones era imposible que se colara una mujer. Mientras, soportaba con humor algunas bromas de mis compañeros artistas, unos más tolerantes que otros, que hasta fotos se tomaban conmigo. Eso me dio la seguridad de que no estaba haciendo el ridículo. Pero igual, lo más suave que me dijeron fue:”Por fin se confirmó la verdad, sacó su verdadero yo del closet…”
Mientras terminaban de aplaudir a los compañeros que ya bajaban del escenario, el presentador anunció el cierre del acto con la máxima sorpresa, una artista internacional que deleitaría al público asistente, etc.…mientras en el escenario, algo nervioso esperaba que comenzara la música y se abriera el telón…
Derrochando sensualidad, con una mano en la cintura y un movimiento de cadera casi erótico, empecé con el doblaje de la canción…Un “Ohhhhh!!” generalizado se escuchó en el teatro, seguido de alaridos y silbidos, que me motivaban a moverme más y más sensual en mi presentación. Poco a poco las manifestaciones fueron bajando de intensidad, y podía ver a algunos disfrutando del show con rítmicos aplausos…Cuando terminé de interpretar, fue una ovación: gritos y aplausos de aprobación, mientras con mis bailarines me despedía de “mi público”, el presentador subió al escenario con un ramo de rosas que me entregó (y que no era espontáneo, ya estaba preparado dentro del show), yo en respuesta le di un sonoro beso en la mejilla, lo que causó risa y más aplausos, ya que algunos no se habían dado cuenta de que “la artista” era uno de sus compañeros…
Al bajar del escenario, risas, aplausos y felicitaciones, me sentía por primera vez incorporado al grupo. Después de un rato, en que ya me había cambiado ropa, fui al baño para poder lavarme la cara y sacarme el maquillaje. En eso estaba, con la cara enjabonada y semi-agachado en el lavamanos, cuando sin mediar provocación, y sin darme cuenta, alguien tomó mis brazos y los afirmó en mi espalda, pensé en alguna broma,  y sin poder hacer nada, recibí un fuerte golpe de puño en el estomago que me dejó sin respiración, haciéndome caer al suelo estrepitosamente. Ni siquiera bien recuperado, recibí una patada en la cara que casi me hizo perder el sentido, y a lo único que atiné fue a tratar de cubrir mi cara en posición fetal, mientras sentía golpes en la cabeza, espalda, glúteos y piernas, acompañados de amenazas y palabrotas… Entre la paliza que me estaban dando, pude reconocer a los cuatro atacantes, dos chicos de mi grado y dos de tercero. De pronto otro muchacho entró y acudió en mi auxilio. Le dio un puñetazo a uno y un empujón a otro, el que cayó al suelo golpeándose un brazo. Al ponerse en posición de pelea, los cuatro valientes salieron corriendo rápidamente del baño.
— ¿Estás bien…?— me decía mientras trataba él de levantarme del suelo…No le podía contestar, sentía mi cara dormida y mucho sabor a sangre en mi boca.
— ¿Por qué te golpearon…? ¿Les dijiste algo…?
—No me di ni siquiera cuenta cuando entraron, me estaba lavando la cara cuando sentí el primer golpe…— le respondí mientras logré afirmarme en el lavamanos y enjuagar mi cara. Mi nariz sangraba profusamente.
— ¿Los conoces?— me preguntó, mientras sobaba su puño derecho… — ¿Necesitas algo ahora?
—Pásame mi toalla, por favor…está en mi bolso…
Mientras él buscaba la toalla, trataba de poner mis ideas en orden. Por qué ese ataque tan brutal, si nunca había tenido nada que ver con ellos. Ni siquiera crucé palabras en todo el año…realmente no entendía.
—Aquí está…presiona tu nariz con cuidado… ¿Te duele mucho…? Tal vez te fracturaron…
—No… es sólo dolor… Gracias…por defenderme… — él sólo sonrió.
—Por qué lo hiciste, ahora la van a agarrar contigo…
—No lo creo, y si lo hacen, tengo como ponerlos en su lugar… ¿Te sientes mejor?
—Si, gracias…creo que sobreviviré…
—Y ¿Qué vas a hacer ahora…los denunciarás?
—No…no lo creo… Me quiero ir a casa…
En eso estaba cuando entró un inspector y un profesor, a ver que me había sucedido…
—Usted…FUERA!!!— Fue la orden que le dieron a mi héroe — ¿Se siente bien…? Me preguntaron con autoritarismo…
—Si…un poco mejor…gracias…—les dije pensando en que me ayudarían…
— Tome sus cosas y acompáñenos a la Dirección…— ¡¡¡Qué bien!!!— Pensé, atraparon a mis atacantes…
Una vez en la oficina de Dirección, me dieron una citación para que me presentara el lunes con mi padre o madre, sino lo hacía, no podría entrar al colegio… Eso me pareció muy extraño, pero no rebatí ni pregunté, aún estaba medio aturdido y quería estar luego en casa…
Al lunes siguiente, con mi madre nos dirigimos a la oficina de Dirección. Allí estaban tres de los chicos que me atacaron el viernes anterior, todos ellos con sus respectivas madres. El Inspector nos hizo entrar y tomar asiento, mientras llegaba el profesor que estuvo en el baño ese día. Cuando llegó, comenzó con la charla de que algo gravísimo había sucedido, y que estábamos involucrados en hechos que no eran permitidos dentro del establecimiento… y comenzó a relatar…según los otros, que ese día estaban tranquilamente en el baño, cuando yo entré y comencé a molestarlos y prácticamente a obligarlos a que me dejaran hacerles sexo oral…por lo que ellos ofendidos, se tuvieron que defender de tan amoral proposición de mi parte, y por accidente caí y me golpeé la cara…
Por supuesto mi conducta era reprochable moralmente, así es que se había decidido que me suspendían condicionalmente de clases… Quedé perplejo!!!… Cómo podían inventar semejante mentira…Miré a mi madre, que comenzaba a sollozar y se ocultaba la cara de vergüenza,  mientras las otras mujeres disparaban brutalidades en mi contra y defendiendo a las pobres victimas de semejante depravado… Imposible era discutir, tenía todo en mi contra… en el problema, Yo era el maricón…
Volvimos a casa sin mediar palabra…mi madre me miraba con cara de decepción. Ella sabía la verdad, pero no estaba muy segura.
Llegando a casa se desató la guerra…Mi madre no dejaba de llorar, y mi padrastro casi me golpea y le faltó poco por echarme de la casa. La situación era caótica, nadie me creía, y me sentía culpable sólo por el hecho de ser gay…
Pasó una semana y tomé una decisión. Arreglar una bodega que había en el fondo del patio y hacerla mi refugio personal. Como tenía una entrada independiente, no molestaría a nadie. Además, me afané en esa semana a buscar trabajo y me fue fácil encontrarlo, en un restaurant de comida rápida.
Pasó aproximadamente un mes y no volví al colegio, salvo para finiquitar el asunto de mis últimos exámenes y solicitar mi certificado de promoción. De la fiesta de fin de año o la ceremonia final ni hablar. Me sentía tan traicionado que procuré no acercarme más al establecimiento, y ni siquiera despedirme de mis antiguos compañeros, que por lo demás, y por lo que me di cuenta después, ni me extrañaron.
El asunto es que me sentía liberado, y además con mis proyectos claros…trabajar durante la temporada de verano para empezar a estudiar una carrera en marzo, y si me era posible, alternar estudios y trabajo. Todo bien hasta ese momento.
Sucedió un día que salí tarde, aproximadamente una hora después de lo habitual y me dirigí a tomar la locomoción para irme a casa. Cuando subí al bus, pude reconocer a un joven que me miraba con insistencia, y cuando me quedé solo en el asiento se acercó y se sentó a mi lado. Era Felipe, el chico que me defendió esa tarde en el colegio. Estaba distinto, mas crecido, con algo de barba y un nuevo corte de cabello. Me saludó amablemente y me preguntó que cómo estaba.
— Bien…Gracias…— le contesté siendo un poco indiferente.
— ¿No te acuerdas de mí? Esa tarde…en el baño del colegio…
— ¿Crees tú que algún día me podré olvidar de eso?...
—Lo siento, no quise molestarte…pero nunca más volviste por la escuela. Yo traté de averiguar por ti y supe que te habían suspendido mientras se aclaraban algunas situaciones…fue trágico, yo hablé después con el inspector, y le conté lo que vi, pero no me hizo caso…
Yo lo miré y sin decir palabra, como dándole a entender que no estaba de acuerdo con aquellos recuerdos, y él, sólo bajó su cabeza y juntó sus manos entre sus piernas…seguimos en silencio por un largo tramo, hasta que le dije que pronto me debería bajar.
—Te acompaño…es más, te invito si quieres una cerveza…—me dijo tratando de alivianar la situación.
—Gracias…pero en realidad…mañana igual tengo que trabajar…y no estoy acostumbrado a beber…
—Si es sólo una lata de cerveza…no te hará daño…
—Está bien…
Nos bajamos del bus y él acudió a comprar la cerveza, mientras yo lo esperaba. Felipe estaba realmente guapo, bien desarrollado y con cuerpo de hombre…más alto que yo…no lo había apreciado con paciencia, pero estaba realmente atractivo; piel morena y cabellos negro corto, se veía muy bien de glúteos, redondos y firmes y bonitas piernas dentro de ese jeans ajustado que vestía. Volvió al instante, me ofreció una lata y comenzamos a caminar. Ambos abrimos nuestras latas que estaban frías, y él le dio inmediatamente un sorbo…
—…Y ¿Desde cuando que estás trabajando?
—Desde que salí…o mejor dicho, desde que me corrieron del colegio… ¿Y tú?...Qué haces…
—Bueno, tampoco terminé los últimos días del colegio, pero fui a la fiesta de fin de año…un fiasco…ahora vengo de visitar a un amigo, pero no es del colegio…
— ¿Entonces vives por acá cerca…?
—Realmente no…de hecho…a sólo unas cuadras desde donde subiste tú…vivo más cerca de donde tú trabajas…pero quiero saber dónde vives, te iré a dejar antes de volver a mi casa…
Me extrañó su actitud, pero no le dije nada, solamente seguimos caminando lentamente…estaba temeroso, realmente no sabía que hablar…
— ¿…Y…entonces…bueno…por qué viniste conmigo…?
 —Porque me dio gusto verte en el bus, y también porque necesitaba hablar contigo…
— ¿Y…de qué…?— le contesté casi a la defensiva.
—Primero que todo, felicitarte…por tu performance…no alcancé a hacerlo en el colegio…
—Fue una humorada…lástima que no todos lo entendieron así…quise hacer algo entretenido para divertirlos a todos, pero jamás me imaginé que sucedería lo que pasó… ¿Supiste cuál fue realmente el motivo de mi suspensión?...
Felipe negó con un suave movimiento de su cabeza…
—Supuestamente en el  baño, intenté abusar de los chicos que allí estaban, obligándolos a que me dejaran mamárselas…— le dije sin pudor alguno y haciendo algunos ademanes…Felipe me miró con cara de sorpresa…
—Pero eso no fue así…yo te seguí al baño, e iba a entrar detrás de ti, pero vi que los cuatro se acercaban y me alejé un poco…y esperé…
—Pero eso ya no importa…realmente es algo que quiero borrar para siempre de aquí…—le dije mientras apuntaba con mi índice en mi sien. Apuré un trago largo de cerveza…
Felipe se acercó y puso su mano sobre mi hombro…
— ¿No te molesta saber que soy gay…?—le dije casi agresivo, y me detuve esperando una respuesta…
— ¿Por qué habría de molestarme…?— me respondió él casi sin darle importancia…Bebió los últimos sorbos desde su lata, la arrojó y abrió otra.
Caminamos un poco más y llegamos a una plaza de juegos que estaba a unos cien metros desde mi casa. Como aún nos quedaba cerveza y ya conversábamos más trivialmente, nos sentamos en un banco de la solitaria y oscura placita. Era casi media noche. Después de contarle a Felipe cuales eran mis planes a futuro, los problemas en casa y otras cosas, le pregunté qué haría él después de salir del colegio…
—Bueno, tenía muchas ganas de estudiar, pero tendré que dejarlo obligatoriamente para el próximo año…tengo 18 y salí llamado para cumplir con el Servicio Militar…
—Uff!! Afortunadamente este año recién cumplo 17, tal vez el próximo año me toque a mí…— él se rió…
— ¿Por qué te ríes? Me encantaría cumplir con mi servicio, imagínate cómo la pasaría…
—Si te van a tratar igual como te trataron en la escuela, no te lo recomiendo…
Y tenía razón. En todo caso tenía muy claro que jamás saldría llamado, además si estaba estudiando saldría eximido…
Seguimos conversando, ya más amenamente, hasta que me paré y me dirigí a un árbol para orinar. No volví al banco donde estábamos, me dirigí a los columpios y me senté allí. Felipe se levantó y se dirigió al mismo árbol donde había meado yo, orinó abundantemente, y entre las sombras pude ver la silueta de su miembro cuando lo sacudía enérgicamente antes de guardarlo en su calzoncillo. Era largo, pero no muy grueso. Se sentó en el columpio del lado y mantuvo silencio un rato. Yo comencé a empujarme con los pies y comencé con un suave vaivén…el columpio hacía un ruido de metal oxidado, que se hacía más sonoro en el silencio de la noche.
—No hagas eso, que ese ruido molesta y van a saber que hay alguien aquí…— Me dijo mientras se levantaba y se colocaba frente a mí, y con sus manos afirmaba las cadenas del columpio. Tan cerca se paró, que sentí el calor de su cuerpo en mi rostro. Sólo atiné a poner mis pies en el suelo poniendo un pie a cada lado de sus piernas. Un extraño temblor me invadió, y sentí cómo se aceleraba mi corazón en el pecho. Él sin decir nada, se acercó hasta tocar mi pecho con su paquete, a la vez que suavemente sus manos se posaban en mis hombros y hacían una tenue presión hacia él…
— ¿Sabes por qué te seguí al baño esa tarde…?—  Hizo una pequeña pausa mientras con un sutil movimiento me hacía levantarme…ya de pie, sus manos se aferraron de mi cintura y la presión fue más fuerte…mi cuerpo estaba pegado al suyo mientras mis manos se posaban sobre las suyas en mi cintura…yo temblaba involuntariamente…
—…Te seguí porque quería robarte un beso…— Me dijo mientras sus ojos se clavaban en los míos y su respiración se volvía más agitada…sus labios entreabiertos y tan cerca de mi boca esperaban quizás algún gesto de aprobación…Levanté un poco la cabeza y le ofrecí mis labios cerrando los ojos. Pude sentir el tenue roce de sus labios sobre los míos provocándome incontenibles espasmos. Sus manos pasaron a rodearme por la cintura y mis brazos rodearon su cuello, sus labios ahora presionaban alternadamente mi labio inferior y el superior, hasta que al fin se pegó a mi boca y su lengua me invadió buscando mi lengua, y podía sentirla entrar y salir, mientras sus labios me succionaban tan suave, tan dulcemente que  parecía que me haría perder el sentido. Fue un beso delicioso, y quería que fuera interminable. Mi primer beso con un hombre y sentía en él el deseo. Se detuvo un momento, y cuando abrí los ojos me miraba con excitación, no alcancé siquiera a reaccionar y comenzó nuevamente a besarme, inclinando un poco la cabeza y entrando un poco más profundo en mi boca. No me cansaba de saborear su boca, y Felipe me daba más de sus dulces besos…
—…Ven…—Me dijo tomando mi mano, y nos dirigimos hacia la oscuridad al resguardo del frondoso follaje de un árbol. Como este tenía su tronco un poco inclinado, apoyé mi espalda en el y Felipe frente a mí me abrazó y siguió con sus besos. Sus manos ahora recorrían mi cuerpo en suaves caricias, y las mías tocaban su cintura y espalda. Sentía cómo su sexo se ponía duro en cada roce, abultando su jeans. Mis manos querían tocar, y con disimulo lo hacían…Felipe lo notaba y se dejaba…incluso apretaba más su pelvis contra mi mano cuando lo frotaba.
Incontables besos me tenían en éxtasis, hasta que él bajó la cremallera de sus jeans y soltó su cinturón, invitándome a hacer el resto…con un poco de timidez hurgué dentro de su calzoncillo y pude sentir su verga erecta en mi mano. La saqué y la acaricié, mi mano se humedeció al instante con el abundante líquido cristalino, recorrí desde la base hasta el glande, corrí su prepucio para apreciar la suave textura de la carnosa extremidad. No era grueso, pero si bastante largo…unos 17 cms.
— ¿Te gusta…?—  Susurró en mi oído mientras hábilmente desabrochaba mi pantalón y los bajaba hasta mis muslos. Me tomó nuevamente de la cintura y comenzó a besarme con más pasión. Su ardiente sexo ahora se entrelazaba con el mío, que también estaba erecto y húmedo. Sus suaves movimientos presionando su miembro en mi bajo vientre, podía sentir su abundante vellosidad suave y la dureza de su abdomen. La excitación estaba llegando a su punto máximo, y estaba a punto de tener el más grande orgasmo, sin duda Felipe también lo sentía y anticipándose levantó su polera dejando al descubierto sus pectorales, después hizo lo mismo con la mía dejando mi abdomen y pecho a su merced…Un beso más y no pude resistir, incontenibles espasmos regaron mi vientre y el de Felipe con espeso semen que salía irrefrenable de mis entrañas, entre suspiros y gimoteos. Un calor y el relajo del orgasmo me hicieron abandonarme en sus brazos. Me sentí un poco culpable de no advertirle que me venía, pero él al notarlo bajo la intensidad de sus frotaciones, y en un movimiento rápido me giró poniéndome de espaldas a él, y comenzó a puntearme con su glande hinchado, buscando mi agujerito, y al intensificar la presión, sentí dolor…
—…No…espera…me duele…
—Aguanta, si es un poquito…—mientras intentaba nuevamente penetrarme, pero el dolor fue intenso y el desistió.


—Déjame gozar de tu culito…
—…Me duele mucho…—le advertí, y Felipe entonces hizo que parara bien la cola y puso su verga erecta en la rajita, y apoyándose fuerte comenzó a subir y bajar, como masturbándose con mis nalguitas. Yo tensionaba para que él sintiera rico y le gustaba, sus manos ahora buscaban mis tetas y sus dedos presionaban mis pezones que estaban muy hinchados y sensibles. Después de un momento, pude sentir sus espasmos y su espeso semen me inundó la espalda. Con su mano lo junto y sacudió para dejarme limpio. Nos quedamos así un instante, toqué mi espalda y aún estaba chorreada con su eyaculación. Olí mi mano y amé el olor exquisito de la leche de hombre, como de madera húmeda…
Le ofrecí papel higiénico para que se limpiara mientras yo hacía lo mismo. Nos vestimos y dejamos el lugar asegurándonos que nadie nos vio. Nos despedimos y Felipe se fue caminando hasta la parada de buses, mientras yo caminé hasta mi departamento. Cansado y algo mareado me acosté aún con la sensación en el cuerpo de sus caricias y de sus besos en mis labios. Podía percibir el tenue aroma de su perfume y el olor de su sexo. Tuve una erección y me masturbe rememorando la misma sensación que había sentido minutos antes y que estaban muy distantes a mi sueño de cómo sería la primera vez.
No puedo negar que al otro día que estuve muy distraído, pensando en Felipe, que si bien era cierto no era lo bastante atractivo para mi gusto, pero su ternura compensaba todo tipo de falencias. El despertar de mi primera incursión sexual con otro hombre me hacía pensar cómo sería realmente estar ensartado por un macho, y fantaseaba con los clientes que entraban mirando su paquete y pensando cómo lo tendrían: más grueso, más largo, qué olor tendría su semen, cuánta leche botarían en una eyaculación, si vestían bóxer o calzoncillos…me divertía pensando y también me excitaba.
Al salir del trabajo, tenía la esperanza de encontrarlo en el paradero, pero nada…al día siguiente tampoco estaba, lo que me hizo pensar que tal vez algo hice mal que no le gustó y no volvería a verlo.
El viernes por haber demasiado movimiento en el restaurant salí un poco más tarde, ya no pensaba tanto en Felipe, pero cuando llegué al paradero él estaba allí, muy arreglado y bien perfumado…pensé que iría a otro lugar, pero cuando me vio sonrió y fue en mi encuentro…
— ¿Cómo estás…? Te estaba esperando…— me decía mientras me abrazaba y un suave beso me daba en la mejilla. Sus ojos brillaban, y yo, atónito, no esperaba encontrármelo allí…
—Llevo aquí casi dos horas, no pensé que hoy salías tarde…
—Es que hoy hubo mucho movimiento…y me quedé hasta esta hora…pero… ¿Qué haces aquí…?
—Te lo dije, te estaba esperando…quería verte… y quiero invitarte a que vamos a algún lugar, donde tú quieras… donde podamos estar solos…
— ¿…Qué…?— Le respondí aún confundido, no entendí por qué su presencia me desarmó de esa manera… sonreí y me senté…él se sentó a mi lado.
—Es en serio, te invito…quieres ir a bailar, a tomar un trago, para conversar…o vamos a la placita de tu barrio…— esto último lo dijo haciendo una pausa maliciosa y con tono divertido, ya que comenzó a reír…
—En realidad estoy algo cansado…y confundido…pero si quieres me puedes acompañar a mi depa…por si no lo sabes, vivo solo…
— ¿…De verdad…? Si podemos estar los dos solos, vamos donde tú quieras…— Entendí perfectamente cuáles eran sus intenciones…
Cuando llegamos, Felipe quedó gratamente sorprendido de lo independiente de mi pequeña habitación, pero con todo lo necesario. Le pedí que se pusiera cómodo mientras yo pasaba al baño para refrescarme. Cuando volví, Felipe estaba acostado en mi cama, con su torso desnudo y sólo con sus jeans. Me senté en la cama y comencé a apreciarlo, mientras él empezó a acariciarme y con una sonrisa hizo un gesto para que me tendiera a su lado. Seguimos con las caricias y comenzó con sus deliciosos besos, pero esta vez bajaba por mi cuello y se detuvo largo rato con algo que aún no conocía en mi cuerpo, la sensibilidad de mis tetillas…eso me hizo estar dispuesto a seguir hasta las últimas consecuencias.
Felipe sobre mí, acariciando, besando, preparándose para lo que venía…me quitó mi polera y mis pantalones, quedando  yo sólo en bóxer, y él se quitó el jeans quedando en un impecable calzoncillo blanco que casi no soportaba su contenido. Se acostó de espaldas a mi lado y me incitó a que me pusiera sobre él. Pude mantener el control de la situación por unos minutos, hasta que comencé a bajar por su abdomen hasta llegar a su miembro encerrado en el ajustado slip. Olí su sexo y su olor me encantaba, me excitaba. Sentía en mis labios el palpitar de su verga y su dureza a través de la tela, él levantaba suavemente su pelvis cada vez que mis labios rozaban el glande…
Al fin lo liberé y pude hacer lo que antes no pude y que solamente estaba en mi mente. Lo tomé en mi mano y descubrí bien el glande que estaba húmedo y brillante con el abundante líquido seminal, lo acerqué a mi boca y con los labios entreabiertos comencé a besarlo, a degustarlo, poco a poco fui absorbiendo el cristalino líquido saboreándolo con mi lengua. Lo metí en mi boca y succioné suavemente, un gemido de placer me indicó que lo estaba haciendo bien. Con lentos movimientos masturbatorios lo introducía cada vez más en mi boca, mientras acariciaba las bolitas pequeñas pero firmes en su escroto. Felipe gozaba y gemía sin disimular, y me gustaba hacerle sentir esas sensaciones. Lentamente buscó con su mano mis nalgas y su dedo empezó a hurgar en mi hoyito, intentando introducirlo pero no era muy placentero para mí, así que le pedí que lo hiciera más suave y él comenzó sólo con movimientos circulares que sí me hicieron sentir placer.
—¡¡…Qué rico se siente…!!! Mételo en tu culito…quiero sentir mi pico dentro tuyo…— me susurró casi suplicando de placer.
Pensé que él tomaría esa iniciativa, así que me quité el bóxer y me monté sobre él, podía ver su rostro, estaba con los ojos cerrados y su lengua mojando sensualmente sus labios. No pude evitar echarme hacia delante y besarlo…Felipe en completa sumisión se dejaba. Tomé su miembro y lo dirigí hasta mi ano, trate de relajar el esfínter y empecé suavemente a tratar de que entrara, sin lubricación, sólo humedecido con un poco de mi saliva y el lubricante natural que salía del miembro de Felipe. Suavemente sentí cómo se deslizaba el glande dentro de mi recto y mi gemido de dolor se confundió con el gemido de placer de mi amante. Dolía demasiado, pero suavemente comencé a empujar hacia abajo para que entrara todo. Después de unos intentos, pude sentir la palpitante base del pene de Felipe en mi esfínter y mis testículos apretados contra su bajo vientre. Me incliné hacia delante y nuevamente lo besé quedándome un rato pegado a sus labios, momento que Felipe aprovechó para comenzar a levantar su pelvis con suavidad penetrándome y consiguiendo terminar de dilatarme…el dolor fue cediendo y el tacto de su miembro en mi recto me hicieron sentir un inmenso placer…Comencé a cabalgarlo mientras mis manos se afirmaban en sus pectorales, notaba que cuando hacía movimientos circulares su pene tocaba dentro de mí zonas altamente sensibles, y los alternaba con suaves apretujones de mi esfínter anal, el placer de ambos era máximo, y pronto sentí cómo su respiración agitada y entrecortada se complementaba con los espasmos de su verga dentro de mí, llenándome del calor y humedad de su semen. Lo dejé un momento dentro, y me masturbé, lentamente me fui levantando para que saliera y al verlo húmedo y con rastros de su semen, junté su pene y el mío y comencé con una suave masturbación, hasta que me vine y mi leche embetunó su verga y se combinó con la de él. Las sensaciones y el placer orgásmico fueron extremos, lo besé y me quedé acostado a su lado abrazándolo, el respondió mis besos y también me abrazó. Nos quedamos en el sopor del éxtasis hasta quedarnos dormidos…
Me despertaron sus besos y su verga erecta nuevamente me incitaron a empezar otra sesión de placer. Me penetró de costado y luego me puso boca abajo, entrando profundo en mi esfínter, y logré nuevamente la erección, pero esta vez su peso y empellones sobre mis nalgas y el frote de mi pene en la cama me hicieron acabar antes que él, por lo que cuando Felipe se vino, la sensación de su eyaculación fue más intensa que antes…Al amanecer y antes de levantarnos, me penetró nuevamente…
Seguimos a lo largo de las semanas y sobre todo los fines de semana quedándonos juntos. Los encuentros sexuales fueron cada vez más intensos y desinhibidos y por supuesto ambos gozábamos sobremanera. Pero hubo un detalle: nunca formalizamos una relación, nunca fuimos novios, solamente éramos amigos, muy buenos amigos íntimos. No me pidió que fuera su pareja, aunque estaba cierto que ya lo era.
Al llegar marzo, tiempo en que comenzaría con mis estudios superiores, y el triste día en que Felipe se iría a cumplir con su Servicio Militar. Ese fin de semana nuestro encuentro fue especial, una cena, vino, y cumplí con todas sus fantasías: lo mamé, me penetró en todas las posiciones, lo consentí en todo, porque estaba consiente que no nos veríamos en varios meses.
Mis estudios me hacían pensar en otras cosas, pero sentía nostalgia de mi Felipe. ¿Cómo lo estaría pasando?, ¿Habrá encontrado otra persona en su encierro? Y muchas otras cosas. Aunque no puedo negar tuve varias veces la oportunidad de estar con otro hombre, pero me contuve, ya que en algún momento él estaría conmigo otra vez.
Nuestro reencuentro fue muy especial, y me sorprendió verlo, se veía más alto, delgado y muy musculado, su piel muy morena quemada por el sol, espalda ancha, sus piernas gruesas y firmes y el corte de cabello que me erotizaba cuando lo veía desnudo y de espaldas. Su agilidad también  me sorprendió, de la misma manera que cuando hicimos el amor y el acabó sobre mi pecho, y abundante cantidad de leche muy espesa que junté y llevé a mi boca…extrañaba ese sabor. Consciente que él también debería dedicar tiempo a sus cosas y a sus cercanos, no insistí en retenerlo conmigo y le di libertad. Antes de volver a su instrucción, se despidió muy cariñosamente y me dejó una foto de suya con uniforme, para que “lo recordara”… Y así cada vez que él tenía libre, teníamos algún furtivo encuentro.
Casi un año pasó, y fui notando en Felipe cambios en su actitud. Las últimas veces que salió no me buscó, salvo para conversar un poco e invitarme a la celebración de su cumpleaños 19. Por supuesto fui, el ambiente era festivo, pero noté que Felipe me rehuía, lo único bueno fue que me presentó a algunos de sus camaradas, chicos muy apuestos y fornidos. Atractivos y masculinos. Pero uno me llamó la atención más que los otros… Su nombre era Hans,20 años, y tenía el apodo de “El Tanque Ruso”, ya que su piel blanca casi rosada, ojos celestes, cabellos rubios muy claros, y su 1,80 bien distribuidos en músculos bastante desarrollados, lo hacían particularmente atractivo, parecía actor de películas de acción, pero era tímido, y se notaba que venía del sur. Por lo que conversé después con él, su ascendencia era alemana.
En la celebración, quise entregar el presente que tenía para Felipe en un lugar privado, por lo que lo llamé afuera. Cuando le pasé el regalo quise abrazarlo y besarlo, pero él giró la cara y sólo aceptó un beso en la mejilla. Me abracé a él pero notaba que estaba extraño, frio y distante, no había esa magia que antes nos hacía ver estrellas. La escena fue interrumpida cuando Hans estaba a nuestro lado y nos miraba con curiosidad…disimuló, pero se dio cuenta de lo que sucedía.
El resto de la noche con música, alcohol y bastante conversación. Pero crecía en mí la duda, ya que Felipe me evitó por gran parte de la jornada. No me quedó más que compartir con el resto de los asistentes a la celebración y en especial con el grupo de compañeros de Felipe. Quería saber más de ellos y sobretodo que me contaran cómo se comportaba Felipe en ese ambiente, pero fue poca la información que pude reunir, lo que sí supe fue el origen del apodo de Hans, “El Tanque Ruso”… El chico parecía europeo, y los compañeros que habían tenido la dicha de compartir con él día y noche, en los excesivos ejercicios de acondicionamiento físico y en las duchas, decían que el hombre estaba extremadamente bien dotado (haciendo así un gesto con ambas manos), y cuando tenía una erección, su miembro grueso y largo apuntaba al frente en el mismo ángulo que el cañón de un tanque…asociando estas dos características el genio creativo del grupo lo bautizó con ese apodo…
Estuve sólo un par de horas en la fiesta, y me retiré a mi casa. Sentía pena y frustración, pensé que esa noche iba a compartirla con Felipe. Sin explicación alguna se alejó por completo dejando en mí la sensación de que había una etapa inconclusa y sobretodo la incertidumbre de no saber cual era el motivo de su distanciamiento.
Cierto día caminaba por el centro, necesitaba hacer algunos trámites y comprar algunas cosas, y grande fue mi sorpresa cuando divisé a Felipe, caminando por el centro comercial de la mano con una chica. Se veían alegres y relajados. Los seguí por un momento, él no me vio, pero mi sorpresa fue gigante al poder distinguir que la chica tenía un notorio embarazo…Sentí pena, rabia, desolación y por sobretodo un gran sentimiento de defraudación…celos…lo que sentí eran celos…
Me alejé procurando que no me vieran y caminé, pensando y encontrando muchas respuestas…ella era la causante del cambio de Felipe. Pero no podía sentirme engañado, porque él nunca me pidió ser formalmente su amante, pareja, novio o lo que fuera. Qué hubiese pasado si me presentaba delante de ellos, cómo habría reaccionado “mi macho”…Cuántos días llevaba libre o había salido recién ese día…Por qué no me había buscado…conjeturé  otras cosas el resto de la tarde…
Al otro día ya más resignado pero aún con bastante pena salí. Si Felipe me buscaba en casa no me encontraría…Estuve un rato caminando sin rumbo y me senté en un banco de la Plaza Central. De pronto divisé una figura que me pareció conocida…y más cuando desde lejos me hizo un ademán de saludo con la mano…”El Tanque Ruso…”. Siguió caminando pero a los pocos minutos pasó de vuelta. Esta vez me miró y se dirigió donde estaba sentado. Me saludo muy afablemente y conversamos un rato. Me preguntó si estaba esperando a alguien, y mi respuesta fue casi instantánea…le dije que a nadie. Le pregunté por los otros chicos y me respondió que no les había visto. Él andaba viendo una oportunidad de trabajo, y le habían dicho que necesitaban guardias de seguridad y vendedores, así es que venía de una entrevista. Con nostalgia me dijo que si no encontraba trabajo tendría que volver al sur, y allá sólo hay trabajo seguro en el campo…Además se estaba llevando muy mal en el lugar donde estaba viviendo y tenía claro que pronto lo correrían…Un relámpago iluminó mi sentido de la oportunidad…
—Pero si no tienes un lugar donde vivir, puedes pasar una temporada conmigo, yo vivo solo…y me encantaría ayudarte mientras encuentras trabajo estable y te independizas…viviría contigo…correría ese riesgo…—Le dije y comencé a reír, mientras sus ojitos claros se clavaron en mí, y puso cara de duda ya que no sabía si hablaba en serio o era broma…
— ¿…En serio…?— me dijo, mientras sus mejillas se tornaban más rosadas…
—En serio…si te va bien y encuentras trabajo por aquí cerca y te echan de la casa, cuenta conmigo…Además, te quedaría más cerca…— le respondí mientras con mi puño le daba un suave golpe en el bíceps… y qué duro que estaba ese biceps…
Sería un crimen dejar a tamaño espécimen masculino a su suerte, era mi oportunidad de ayudarlo, además, mirándolo con calma estaba demasiado atractivo, y me propuse por todos los medios seducirlo…
— ¿Y ahora Hans, tienes algo que hacer?
—…Nada…y no quiero volver tampoco a casa…
Nos quedamos conversando por largo rato, y aproveché de preguntarle por qué él había salido ya, y qué pasaba con el resto de los chicos…Me contó que hacía ya una semana que habían terminado el Servicio, por lo menos él, y que los otros sólo debían cumplir con horarios de Guardia o mantención dentro del recinto militar, hasta que llegara el nuevo contingente. No pude evitar preguntarle por Felipe, y me confirmó que también había salido licenciado. Mucho rato después, y ya casi oscureciendo, Hans me preguntó cómo haría para ubicarme si necesitaba mi ayuda…le di mi número de celular, pero le ofrecí si quería ir a mi departamento, así conocería donde vivo en caso de que necesitara ubicarme antes…Él no dudó mucho y como estábamos relativamente cerca, caminamos hasta casa…En el camino seguimos conversando y yo no podía dejar de recordar la primera vez que hice ese camino con Felipe. Incluso, le ofrecí a Hans si quería tomar una cerveza, y él accedió. Acudí al mismo lugar donde había comprado las latas Felipe la primera vez…
Le ofrecí una lata, pero él prefirió llegar primero al depa, hasta para eso era recatado… Seguimos caminando lentamente, y al pasar frente a la placita de juegos, pude distinguir una figura cabizbaja en los columpios…Si, era Felipe…no había duda… En mi impresión, no me fijé bien donde puse mi pie, y tuve una fuerte torcedura en el tobillo que casi me hace caer…pero Hans diligentemente me contuvo para evitar la caída. Como me dolía demasiado, gentilmente Hans me tomó por la cintura para ayudarme a caminar…pasamos lentamente caminando frente a la plaza bien abrazados y nuestras risas hicieron que Felipe levantara la cabeza…Miré disimuladamente para cerciorarme que nos viera…y así fue…Tal vez él ahora estaba sintiendo lo mismo que yo sentí cuando lo vi en el centro comercial. Y era justo y razonable, yo no podía competir con la chica que paseaba con él, pero él tampoco tenía ninguna opción de competir frente a Hans, “El Tanque Ruso…”.
Entramos a mi pequeño y privado espacio, a Hans le pareció bien e incluso le entusiasmo la idea de vivir allí. Dos ambientes y un baño eran suficientes para dos personas, que además no pasaban todo el día en casa. Le ofrecí la lata de cerveza, pero él seguía entusiasmado. Si pudiera —me comentó— él haría una habitación similar en el lugar donde vivía, recorrió todo un par de veces, como midiendo mentalmente el espacio, las paredes, las repisas…ups! En una de ellas estaba la foto que Felipe me había regalado meses antes, y que Hans reconoció al instante…
—…Y esta foto… ¿Es Felipe…? ¿Por qué tienes una foto de Felipe…? —por supuesto Hans lo llamó por su apellido.
—…Es…Bueno, es una larga historia que no creo que sea el momento ni la ocasión para conversarla…— le dije sin darle demasiada importancia, tomando la foto de entre sus manos y dejándola en su lugar de origen. Pero él la tomó de nuevo y divertido me dijo:
—…No se nota muy bien, pero esa es mi sombra…yo tomé esta foto…lo recuerdo bien…
Sin duda había desde antes un lazo invisible entre Hans y yo.
—Ese día estábamos escondidos, y Felipe me pidió que le tomara una fotografía…después dijo que era para su novia…— dijo divertido, pero al mirarme, me dijo muy serio —Perdón…lo siento…— hizo una pausa casi meditabunda, suspiró y continuó…— Siempre hablaba que afuera alguien muy especial le esperaba, alguien que él quería mucho, pero sabia que ese amor seria imposible…Hablaba también de lo bien que lo pasaban en…— Con un suave carraspeo de garganta lo interrumpí…Hans me miró comprendiendo que estaba hablando algo inapropiado…
—Lo siento… no me doy cuenta que a veces meto la pata…— Me dijo apenado, pero a mi me interesó saber que Felipe se acordaba de mí, aunque fuera cambiando la situación…
—…Después, algún día te voy a contar de eso…
—AH! Entonces eras tú…— me dijo con sorpresa, pero le di una mirada que le hizo entender que nuevamente estaba metiendo la pata…pero Hans continuó.
—Cuando Felipe nos presentó, recuerdas, en su fiesta de cumpleaños…dijo que eras una persona especial para él…
—Pero Felipe ya tenía novia, y donde estaba, o no la invitó…
—Llegó a los minutos que te fuiste, y no te despediste por cierto…, en todo caso Felipe no estuvo de muy buen humor esa noche…sobre todo cuando ella le dijo que iba a ser papá…— Tantos meses y no fue capaz de decirme nada, no lo comprendía. Inconteniblemente, un lágrima rodo por mi mejilla, me limpié con la mano antes de que Hans se diera cuenta, pero el chico era más astuto.
—…Bien, no importa, ya pasó…No hay nada que pueda hacer, sino seguir y mirar hacia delante…—hice un pausa para sentarme en el sillón, y Hans quedó de pie frente a mi.
—Felipe y yo teníamos una especie de relación, bien especial…— y comencé a relatarle nuestra historia, desde la primera vez hasta la última, haciendo pausas y por sobretodo contando con mucho detalle  las escenas íntimas…ya que si quería seducir a Hans, lo estaba logrando…Él se apoyó en la mesa a un metro de mí y cruzó sus piernas, me escuchaba con atención…
Interrumpí mi narración para dar un poco de suspenso, no quería parecer despechado ni falto de sexo, aunque con él me hubiera arriesgado…Noté la reacción en el pantalón de Hans, y sí que era notorio…muy notorio… el tronco descansando hacia su derecha y la sutil línea del glande marcando también el pantalón…Él se dio cuenta y trató de acomodarlo, pero fue inútil ya que más se marcaba…Apuró un trago de cerveza y me pidió permiso para usar el baño…entró y lo escuché orinar…
Cuando salió me dijo que mejor se iba, que en la casa de su tía no estaban las cosas de lo mejor y que para evitarse problemas mejor se retiraba…
—No te puedo retener, y menos causarte problemas…me encantó compartir contigo, y recuerda que si necesitas de mi ayuda, aquí estoy…puedes volver cuando quieras y si quieres quedarte aquí, estaré encantado…
—…Gracias…— respondió a la vez que me extendía su mano. Para ser un caballero me levanté de mi asiento y cogí su mano dando un fuerte apretón…pero espontáneamente, Hans me atrajo hacia si y me abrazó con fuerza… Oh! Qué sensación, y qué cuerpo…hacía tanto que no sentía ese cosquilleo. Respondí su abrazo…como Hans era más alto que yo, se tuvo que inclinar un poco, pero me di la maña de poder rozar su paquete que me inquietaba…Y si, no era un cuento lo del “Tanque”
…Si se dio cuenta no lo se, pero no dijo nada…
Casi una hora después y cuando estaba ya acostado, llegó un mensaje de texto…era de Hans, y decía:

“Ya llegué a casa, estoy acostado.
Gracias por todo, duerme bien.”

“Gracias por nada. Tú descansa
Un abrazo. “
Fue mi respuesta…
Me excité pensando en lo que Hans tenía allí escondido, en cómo lo usaría en las artes amatorias y me masturbé… Pero me dormí pensando en Felipe…
Durante un mes los mensajes y llamadas por parte de Hans siguieron, contándome que había encontrado trabajo, que seguía con serios problemas con su tía y en su casa, que estaba cansado, que ya iba a dormir, etc. Mientras tanto, de Felipe no tuve más noticias.
Hasta que el fin de semana llegó un mensaje que esperaba: me decía que quería verme y que si quería o podía nos juntáramos en la noche… No dudé demasiado y le respondí que sí. Nos pusimos de acuerdo y en la tarde fui al lugar donde él estaba trabajando, como vendedor en una tienda de calzado…
Salimos, conversamos, y ya de noche, me fue a dejar a mi casa. Le invité a pasar, no dudó mucho y entró. Seguimos conversando animadamente y la hora pasaba rápido. Cuando de pronto me pide permiso para entrar al baño ya que era tarde y se debía marchar. Cuando salió no me atreví a decirle pero al final cuando se despidió con un apretado abrazo y yo sin soltarme de él le dije…
—Y…por qué no te quedas…
Hans sin soltarme guardo silencio un momento. Suspiró y me respondió:
— ¿Estás seguro que quieres que me quede?
— Estoy seguro… ¿Te quedarías conmigo…?—le pregunté esta vez mirándole fijamente a sus claros ojos. En mi mirada quise traspasarle el deseo que sentía, pero no fue muy necesario, ya que pude sentir mientras me apretaba contra su cuerpo que el deseo había despertado dentro de su pantalón. Se inclinó un poco para alcanzar mis labios y con uno de sus brazos rodeando mi cintura y con su otra mano suavemente me tomó por la nuca para darme un beso suave y apasionado, caliente y dulce. Lo abracé con fuerza, era un beso que esperaba hace tiempo, aunque sentía el temor de que en ese momento inconscientemente comenzaran las comparaciones…
Nos seguimos besando, pero como él era un poco más alto debía inclinarse, pero también como era más fuerte, me levantó de improviso haciendo que mis piernas lo rodearan firmemente por su cintura. Hans afirmándome y sin dejar de besarnos camino hasta la silla más cercana y se sentó suavemente haciendo que me quedará en la misma posición, en horcaja sobre él. Qué deliciosa sensación, sus brazos rodeándome y acariciando desde mi espalda hasta mis nalgas, con mis manos palpando sus robustos brazos y la suavidad de su cabello, mientras en mi entrepierna y cerca de mi agujerito sentía su tronco duro y ardiente.
Sin palabras, sólo miradas y deseo, estuvimos largo rato así en esa silla y yo simulaba suavemente cabalgar sobre ese recio paquete, y él en respuesta se inclinaba hacia atrás empujaba hacia arriba y cerraba sus ojos…Entre besos y caricias fui lentamente desabrochando su camisa, hasta llegar al cinturón el que también solté. Quité mi polera quedando ambos a torso desnudo, pude sentir su suave piel y sus desarrollados pectorales. Mis pezones erectos y duros los apoyaba y frotaba en su pecho desnudo, él sintió algo especial y comenzó a palparlos hasta que me besó y su lengua hacía un trabajo espectacular. No pude evitar dejar salir algunos gemidos de placer. Me sentí en obligación de devolverle todas esas delicias que me estaba haciendo sentir y en un susurro le dije que fuéramos al dormitorio…Me miró y sonrió dulcemente.
Me quité el pantalón quedando sólo en bóxer y me senté en la orilla de la cama, mientras Hans que había entrado tras de mí llevaba el pantalón desabrochado y la cremallera semi abierta dejando ver parte de su bóxer de lycra color celeste, como sus ojos, y caminando lentamente se detuvo frente a mí ofreciéndome su bulto. Sin timidez alguna terminé de bajar el cierre del pantalón y bajé su bóxer liberando su enorme verga que quedó directamente apuntando hacia mí. Lo tomé en mi mano palpando su turgencia y el calor especial que desprendía y lo dirigí a mi boca para poder saborear el delicioso líquido viscoso que tenía en la punta. Lentamente fui saboreando y como tenía la experiencia comencé con suaves succiones que sabía que a un hombre vuelven loco, mientras con mis manos tocaba y recorría sus muslos y glúteos. Seguí mamando esa vara de placer y el hinchado glande que apenas cabía en mi boca, pero Hans me tomó por la cabeza intentando que me tragara sus 21 cms., pero me hacia dificultoso respirar, así que tuve que poner una de mis manos de tope y notaba cómo se hinchaba cada vez. Extrañaba ese sabor de macho y lo disfruté cada minuto y cada centímetro. Estuvimos un rato hasta que Hans se agitó mucho más y sus movimientos pélvicos se hicieron más rápidos. Presintiendo que llegaba el momento que derramaría su leche lo contuve, y le pedí que aún no acabara, que deseaba seguir disfrutándolo. Él aunque muy excitado se detuvo,  suavemente me despojó de mi bóxer y se echó sobre mi para besarme…
—Acuéstate de espaldas, quiero sentirte dentro…— le dije entre susurros. Hans dócilmente obedeció. Se acomodó y puso sus manos tras de su cabeza. Sabia que ese bálano no entraría fácilmente y no quería sentir dolor…
—Espérame un poco, voy a buscar algo…no quiero que me partas el alma con tu rejón…— fui al baño y traje una botella de aceite de almendras que usaba para masajes, me pareció apropiado ya que no tenía otro tipo de lubricante. Me trepé sobre sus muslos y dejé caer una abundante cantidad de aceite sobre su verga y lo esparcí con mi mano. Cambió la posición de sus manos poniendo una sobre otra y el dorso sobre su frente, mientras con los ojos cerrados mordía suavemente su labio inferior… Tomé otra cantidad de aceite y embadurné mi agujerito y mi rajita, tratando de que el aceite penetrara hasta mi recto. Cuando mis dedos entraron con facilidad, me adelanté hasta quedar sobre su verga y dirigí el glande al esfínter. Suavemente comencé a sentir como se abría paso hacia mi interior, y aunque estaba muy lubricado sentía el grosor que me hacia daño. Insistí hasta que pude sentir el glande que me hinchaba el conducto anal y centímetro a centímetro fue desapareciendo dentro de mí. Cuando mis nalgas reposaron por fin sobre su bajo vientre Hans levantó su pelvis y sentí como se dilataba mi anillo y el palpitar de su verga en mi entrada. La sensación de dolor me aguó los ojos y dejé escapar un suave gemido. Él abrió sus ojos y casi asustado me preguntó si me había hecho daño…
—…No…es que está demasiado grueso y… me clavaste muy adentro…— le respondí, mientras él acariciaba mis muslos con ternura. Suavemente comencé a cabalgarlo mientras me acostumbraba a su grosor, me incliné hacia delante para besarlo y respondía mis besos con lujuria, mientras me abrazaba y levantaba su pelvis para entrar más adentro…De pronto y sin descorcharme se giró usando la fuerza de sus brazos quedando yo debajo de él y con mis piernas a la altura de su cintura. Se acomodó un poco y comenzó a moverse rítmicamente y cada vez más rápido, y el roce interno de su glande me hizo gritar de placer, pero mis gimoteos fueron acallados por sus besos. Fue tan intenso su bombeo que inconteniblemente me abracé a él con fuerza y acabé sin tocarme, solamente con la sensación que me daba el sentirme penetrado por él…Mis interminables estrujones anales sobre su miembro también lo hicieron venirse, y sentí cómo me inundaba de su semen a la vez que con cada espasmo me empujaba con más fuerza hasta sentir la base de su pene como palpitaba y echaba con fuerza su leche dentro de mí. Cansado y jadeante se quedó unos minutos así, y yo lo apresaba mi recto y mi esfínter para evitar que saliera…Al besarme nuevamente, un murmullo salió de su boca que me llenó de satisfacción: con su boca pegada a la mía y dándome su aliento me dijo: “…mi amor…”
Nos acomodamos y él me cobijó haciendo “cucharita” y sin dejar de abrazarme nos dormimos.
Ya de madrugada, desperté y él estaba a mil, aunque aún dormido…sutilmente me fui acomodando hasta quedar en posición de que entrara nuevamente. Hans despertó y solamente se dejó llevar. Pero esta tomó el control de la situación y comenzó con el bombeo así de costado. Levantó un poco mi pierna mientras yo comencé a masturbarme. Solo unos minutos y alcanzamos nuevamente el orgasmo y sentí nuevamente como me llenaba de su néctar…su pene perdió la turgencia, pero él se acomodó de tal forma que no salió de mi ano. Y sentía ese pedazo caliente dentro, y aunque me molestaba un poco me dormí nuevamente. Cuando desperté aún estaba adentro, y solté un poco hasta que salió, dejándome una sensación de vacio…
Hans despertó y se desperezó estirando cada uno de sus miembros, me miró y me abrazó con ternura…
—Buen día, mi amor…— me dijo y por supuesto me sorprendió y le respondí en un tono similar…
—Buen día, amor…
—Qué tarde es…no estoy acostumbrado a quedarme hasta tan tarde en la cama…—dijo mientras ojeaba su reloj…
—A levantarse…una buena ducha y a empezar el día…— me dijo mientras se levantaba y hacía el ademán de que me levantara con él. Como no lo hice, se acostó nuevamente y me abrazó dándome un beso en la mejilla y jugueteamos un rato.
Se levantó tal como estaba, sin pudor de mostrarse desnudo y fue a la ducha. Esperé unos minutos y fui tras él. Nos duchamos juntos y entre besos y caricias reaccionó nuevamente…esta vez me arrodillé frente a él y comencé a darle la mejor mamada que pude, y recibí su semen con mi boca, saboreando hasta la última gota, me encantó tener su espesa leche que aún no había degustado…
Preparé algo de desayunar, y después él se retiró. Me quedé con la sensación exquisita de haber estado con el hombre que me gustaba y su ternura me había conquistado.
Me pareció extraño no recibir ningún tipo de mensaje de su parte durante el día. Pero ya al atardecer, sonó el teléfono y pude leer: “Necesito urgente hablar contigo, espérame por favor…”. Por supuesto me inquieté, pero me quedé en casa esperando que viniera. Estaba atento esperando que llegara hasta que sonó la puerta. Era Hans, había estado en su casa ya que venía con otra ropa, y en su cara noté algo extrañó, como si estuviera preocupado por algo…
—…Gustavo, necesito hablar urgente contigo…
—…Primero entra…Dime…me preocupas, que sucedió…
—...Bueno…sucede que…— hizo una pausa que me puso más nervioso…
—…Sucede que cometí un error contigo…lo que pasó anoche no debió haber pasado…
Mi corazón se aceleró y un frio recorrió mi espalda. Mi mente se quedó en blanco esperando a que me dijera qué era lo que realmente pasaba, y también esperando una posible ofensiva de su parte…Y sólo atiné a mirarlo a los ojos con cara de asombro…
—Lo que pasó anoche estuvo mal, jamás debió haber pasado…antes que…—y llevando su mano atrás, sacó una hermosa rosa roja, que me ofreció con ternura…— Antes que te pidiera que seas formalmente mi pareja…me di cuenta que te amo, y por eso ahora te lo estoy pidiendo…¿Quieres estar conmigo?...
Yo no sabía si reír o llorar, pero recibí la rosa, la olí profundamente y me lancé sobre su cuello abrazándolo tan fuerte como podía…
—…Por supuesto que sí…yo también te amo… y quiero estar contigo…
Para qué contar lo que pasó después. Se consumó la unión y fue espectacular, porque ahora estaba seguro que Hans estaba conmigo porque me quería…
Esta historia pasó en el 2003. Por mi parte terminé mis estudios y me hice un profesional, a la vez, incentivé y apoyé a mi amor a que estudiara y ahora él es un prestigioso Contador. Cuando cumplí los 21 me pude hacer cargo de un dinero que me dejó mi padre, y con el apoyo de Hans compramos un hermoso departamento en la Capital, donde ahora vivimos y llevamos diez años maravillosos. Nos comprendemos y conocemos a la perfección, y si de vez en cuando peleamos, es porque Hans está cada día más apuesto, un atractivo hombre de 30 años con una ternura inmensa, y que es solamente para mí…
En cuanto a Felipe, lo último que supe de él fue que tiene tres hijos y trabaja como repartidor de una ferretería en el pueblo.
FIN











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