La venganza duele…
Con 16 años, muchas veces no se piensa en las
consecuencias que los actos pueden traer. En mi colegio siempre fui victima del
matonaje de mis “queridos” compañeros sólo por que me encontraban afeminado en
algunos gestos. Si bien es cierto, cuando me descubrí que era gay, no me salí
del closet ni tampoco me comportaba como una loca de patio, aunque algunas veces
me visualizaba cómo sería mi vida con un hombre.
Era un tipo solitario, no me juntaba con nadie
en el colegio, con excepción de algunos que se acercaban con buenas
intenciones, pero que a la larga sólo querían corroborar con hechos que me
gustaban los hombres. Mi idea de entregarme a uno era muy de películas: una
habitación de algún motel, con una gran cama, ambiente con velas y flores, ropa
interior bonita y exclusiva, y mi macho activo y bien dotado deseándome y
tratándome con dulzura y ternura, para después poseerme con pasión. Pero eso
sólo era un sueño.
Ya en el último año y a pocas semanas de terminar el colegio, en una
celebración del día del Profesor, todos los cursos prepararon obras y sketch
para agasajar a los maestros, y yo como no quería quedar fuera de la fiesta,
decidí ponerme de acuerdo con algunos y preparar algo especial…los compañeros
que organizaban el evento estuvieron de acuerdo, así es que seguimos con la
idea.
Como era sabido hasta por los profesores mis “inclinaciones”, decidimos realizar un
acto de travestismo, conmigo como protagonista por supuesto y dos alumnos de
otros cursos; también rechazados por el resto de la gente “normal”; y la idea
era traer a escena a Marta Sánchez y su éxito del momento “Desesperada”…Todo
bien, y me preparé sobremanera para estar a la altura y sorprender…
Depilé mis piernas y brazos, muy bien afeitado,
un corsé apretadísimo, relleno en trasero y busto, para lucir la ropa que me
conseguí, minifalda y top, zapatos de taco alto, medias caladas, peluca rubia y
maquillaje…Toda una artista y nada que envidiarle a Martita. Mis facciones
finas me ayudaron a transformarme en una atractiva joven…que a pesar del
cargado maquillaje y las ropas, me veía muy bien (por algunas felicitaciones y
propuestas que recibí después), y no como “un hombre disfrazado de mujer”, sino
como una verdadera nena. En cuanto a los chicos que me acompañaban, serían mis
coristas y bailarines. Como todo un profesional esperé mi turno tras el
escenario, la sorpresa sería máxima, ya que en un colegio para varones era
imposible que se colara una mujer. Mientras, soportaba con humor algunas bromas
de mis compañeros artistas, unos más tolerantes que otros, que hasta fotos se
tomaban conmigo. Eso me dio la seguridad de que no estaba haciendo el ridículo.
Pero igual, lo más suave que me dijeron fue:”Por fin se confirmó la verdad,
sacó su verdadero yo del closet…”
Mientras terminaban de aplaudir a los compañeros
que ya bajaban del escenario, el presentador anunció el cierre del acto con la
máxima sorpresa, una artista internacional que deleitaría al público asistente,
etc.…mientras en el escenario, algo nervioso esperaba que comenzara la música y
se abriera el telón…
Derrochando sensualidad, con una mano en la
cintura y un movimiento de cadera casi erótico, empecé con el doblaje de la
canción…Un “Ohhhhh!!” generalizado se escuchó en el teatro, seguido de alaridos
y silbidos, que me motivaban a moverme más y más sensual en mi presentación.
Poco a poco las manifestaciones fueron bajando de intensidad, y podía ver a
algunos disfrutando del show con rítmicos aplausos…Cuando terminé de
interpretar, fue una ovación: gritos y aplausos de aprobación, mientras con mis
bailarines me despedía de “mi público”, el presentador subió al escenario con
un ramo de rosas que me entregó (y que no era espontáneo, ya estaba preparado
dentro del show), yo en respuesta le di un sonoro beso en la mejilla, lo que
causó risa y más aplausos, ya que algunos no se habían dado cuenta de que “la
artista” era uno de sus compañeros…
Al bajar del escenario, risas, aplausos y
felicitaciones, me sentía por primera vez incorporado al grupo. Después de un
rato, en que ya me había cambiado ropa, fui al baño para poder lavarme la cara
y sacarme el maquillaje. En eso estaba, con la cara enjabonada y semi-agachado
en el lavamanos, cuando sin mediar provocación, y sin darme cuenta, alguien
tomó mis brazos y los afirmó en mi espalda, pensé en alguna broma, y sin poder hacer nada, recibí un fuerte
golpe de puño en el estomago que me dejó sin respiración, haciéndome caer al
suelo estrepitosamente. Ni siquiera bien recuperado, recibí una patada en la
cara que casi me hizo perder el sentido, y a lo único que atiné fue a tratar de
cubrir mi cara en posición fetal, mientras sentía golpes en la cabeza, espalda,
glúteos y piernas, acompañados de amenazas y palabrotas… Entre la paliza que me
estaban dando, pude reconocer a los cuatro atacantes, dos chicos de mi grado y dos
de tercero. De pronto otro muchacho entró y acudió en mi auxilio. Le dio un
puñetazo a uno y un empujón a otro, el que cayó al suelo golpeándose un brazo.
Al ponerse en posición de pelea, los cuatro valientes salieron corriendo
rápidamente del baño.
— ¿Estás bien…?— me decía mientras trataba él de
levantarme del suelo…No le podía contestar, sentía mi cara dormida y mucho
sabor a sangre en mi boca.
— ¿Por qué te golpearon…? ¿Les dijiste algo…?
—No me di ni siquiera cuenta cuando entraron, me
estaba lavando la cara cuando sentí el primer golpe…— le respondí mientras
logré afirmarme en el lavamanos y enjuagar mi cara. Mi nariz sangraba
profusamente.
— ¿Los conoces?— me preguntó, mientras sobaba su
puño derecho… — ¿Necesitas algo ahora?
—Pásame mi toalla, por favor…está en mi bolso…
Mientras él buscaba la toalla, trataba de poner
mis ideas en orden. Por qué ese ataque tan brutal, si nunca había tenido nada
que ver con ellos. Ni siquiera crucé palabras en todo el año…realmente no
entendía.
—Aquí está…presiona tu nariz con cuidado… ¿Te
duele mucho…? Tal vez te fracturaron…
—No… es sólo dolor… Gracias…por defenderme… — él
sólo sonrió.
—Por qué lo hiciste, ahora la van a agarrar
contigo…
—No lo creo, y si lo hacen, tengo como ponerlos
en su lugar… ¿Te sientes mejor?
—Si, gracias…creo que sobreviviré…
—Y ¿Qué vas a hacer ahora…los denunciarás?
—No…no lo creo… Me quiero ir a casa…
En eso estaba cuando entró un inspector y un
profesor, a ver que me había sucedido…
—Usted…FUERA!!!— Fue la orden que le dieron a mi
héroe — ¿Se siente bien…? Me preguntaron con autoritarismo…
—Si…un poco mejor…gracias…—les dije pensando en
que me ayudarían…
— Tome sus cosas y acompáñenos a la Dirección…—
¡¡¡Qué bien!!!— Pensé, atraparon a mis atacantes…
Una vez en la oficina de Dirección, me dieron
una citación para que me presentara el lunes con mi padre o madre, sino lo
hacía, no podría entrar al colegio… Eso me pareció muy extraño, pero no rebatí
ni pregunté, aún estaba medio aturdido y quería estar luego en casa…
Al lunes siguiente, con mi madre nos dirigimos a
la oficina de Dirección. Allí estaban tres de los chicos que me atacaron el
viernes anterior, todos ellos con sus respectivas madres. El Inspector nos hizo
entrar y tomar asiento, mientras llegaba el profesor que estuvo en el baño ese
día. Cuando llegó, comenzó con la charla de que algo gravísimo había sucedido,
y que estábamos involucrados en hechos que no eran permitidos dentro del
establecimiento… y comenzó a relatar…según los otros, que ese día estaban
tranquilamente en el baño, cuando yo entré y comencé a molestarlos y
prácticamente a obligarlos a que me dejaran hacerles sexo oral…por lo que ellos
ofendidos, se tuvieron que defender de tan amoral proposición de mi parte, y
por accidente caí y me golpeé la cara…
Por supuesto mi conducta era reprochable
moralmente, así es que se había decidido que me suspendían condicionalmente de
clases… Quedé perplejo!!!… Cómo podían inventar semejante mentira…Miré a mi
madre, que comenzaba a sollozar y se ocultaba la cara de vergüenza, mientras las otras mujeres disparaban
brutalidades en mi contra y defendiendo a las pobres victimas de semejante
depravado… Imposible era discutir, tenía todo en mi contra… en el problema, Yo
era el maricón…
Volvimos a casa sin mediar palabra…mi madre me
miraba con cara de decepción. Ella sabía la verdad, pero no estaba muy segura.
Llegando a casa se desató la guerra…Mi madre no
dejaba de llorar, y mi padrastro casi me golpea y le faltó poco por echarme de
la casa. La situación era caótica, nadie me creía, y me sentía culpable sólo
por el hecho de ser gay…
Pasó una semana y tomé una decisión. Arreglar
una bodega que había en el fondo del patio y hacerla mi refugio personal. Como
tenía una entrada independiente, no molestaría a nadie. Además, me afané en esa
semana a buscar trabajo y me fue fácil encontrarlo, en un restaurant de comida
rápida.
Pasó aproximadamente un mes y no volví al
colegio, salvo para finiquitar el asunto de mis últimos exámenes y solicitar mi
certificado de promoción. De la fiesta de fin de año o la ceremonia final ni
hablar. Me sentía tan traicionado que procuré no acercarme más al
establecimiento, y ni siquiera despedirme de mis antiguos compañeros, que por
lo demás, y por lo que me di cuenta después, ni me extrañaron.
El asunto es que me sentía liberado, y además
con mis proyectos claros…trabajar durante la temporada de verano para empezar a
estudiar una carrera en marzo, y si me era posible, alternar estudios y
trabajo. Todo bien hasta ese momento.
Sucedió un día que salí tarde, aproximadamente
una hora después de lo habitual y me dirigí a tomar la locomoción para irme a
casa. Cuando subí al bus, pude reconocer a un joven que me miraba con
insistencia, y cuando me quedé solo en el asiento se acercó y se sentó a mi
lado. Era Felipe, el chico que me defendió esa tarde en el colegio. Estaba
distinto, mas crecido, con algo de barba y un nuevo corte de cabello. Me saludó
amablemente y me preguntó que cómo estaba.
— Bien…Gracias…— le contesté siendo un poco
indiferente.
— ¿No te acuerdas de mí? Esa tarde…en el baño
del colegio…
— ¿Crees tú que algún día me podré olvidar de
eso?...
—Lo siento, no quise molestarte…pero nunca más
volviste por la escuela. Yo traté de averiguar por ti y supe que te habían
suspendido mientras se aclaraban algunas situaciones…fue trágico, yo hablé
después con el inspector, y le conté lo que vi, pero no me hizo caso…
Yo lo miré y sin decir palabra, como dándole a
entender que no estaba de acuerdo con aquellos recuerdos, y él, sólo bajó su
cabeza y juntó sus manos entre sus piernas…seguimos en silencio por un largo
tramo, hasta que le dije que pronto me debería bajar.
—Te acompaño…es más, te invito si quieres una
cerveza…—me dijo tratando de alivianar la situación.
—Gracias…pero en realidad…mañana igual tengo que
trabajar…y no estoy acostumbrado a beber…
—Si es sólo una lata de cerveza…no te hará daño…
—Está bien…
Nos bajamos del bus y él acudió a comprar la
cerveza, mientras yo lo esperaba. Felipe estaba realmente guapo, bien
desarrollado y con cuerpo de hombre…más alto que yo…no lo había apreciado con
paciencia, pero estaba realmente atractivo; piel morena y cabellos negro corto,
se veía muy bien de glúteos, redondos y firmes y bonitas piernas dentro de ese
jeans ajustado que vestía. Volvió al instante, me ofreció una lata y comenzamos
a caminar. Ambos abrimos nuestras latas que estaban frías, y él le dio
inmediatamente un sorbo…
—…Y ¿Desde cuando que estás trabajando?
—Desde que salí…o mejor dicho, desde que me
corrieron del colegio… ¿Y tú?...Qué haces…
—Bueno, tampoco terminé los últimos días del
colegio, pero fui a la fiesta de fin de año…un fiasco…ahora vengo de visitar a
un amigo, pero no es del colegio…
— ¿Entonces vives por acá cerca…?
—Realmente no…de hecho…a sólo unas cuadras desde
donde subiste tú…vivo más cerca de donde tú trabajas…pero quiero saber dónde
vives, te iré a dejar antes de volver a mi casa…
Me extrañó su actitud, pero no le dije nada,
solamente seguimos caminando lentamente…estaba temeroso, realmente no sabía que
hablar…
— ¿…Y…entonces…bueno…por qué viniste conmigo…?
—Porque
me dio gusto verte en el bus, y también porque necesitaba hablar contigo…
— ¿Y…de qué…?— le contesté casi a la defensiva.
—Primero que todo, felicitarte…por tu
performance…no alcancé a hacerlo en el colegio…
—Fue una humorada…lástima que no todos lo
entendieron así…quise hacer algo entretenido para divertirlos a todos, pero
jamás me imaginé que sucedería lo que pasó… ¿Supiste cuál fue realmente el
motivo de mi suspensión?...
Felipe negó con un suave movimiento de su
cabeza…
—Supuestamente en el baño, intenté abusar de los chicos que allí
estaban, obligándolos a que me dejaran mamárselas…— le dije sin pudor alguno y
haciendo algunos ademanes…Felipe me miró con cara de sorpresa…
—Pero eso no fue así…yo te seguí al baño, e iba
a entrar detrás de ti, pero vi que los cuatro se acercaban y me alejé un poco…y
esperé…
—Pero eso ya no importa…realmente es algo que
quiero borrar para siempre de aquí…—le dije mientras apuntaba con mi índice en
mi sien. Apuré un trago largo de cerveza…
Felipe se acercó y puso su mano sobre mi hombro…
— ¿No te molesta saber que soy gay…?—le dije
casi agresivo, y me detuve esperando una respuesta…
— ¿Por qué habría de molestarme…?— me respondió
él casi sin darle importancia…Bebió los últimos sorbos desde su lata, la arrojó
y abrió otra.
Caminamos un poco más y llegamos a una plaza de
juegos que estaba a unos cien metros desde mi casa. Como aún nos quedaba
cerveza y ya conversábamos más trivialmente, nos sentamos en un banco de la
solitaria y oscura placita. Era casi media noche. Después de contarle a Felipe
cuales eran mis planes a futuro, los problemas en casa y otras cosas, le
pregunté qué haría él después de salir del colegio…
—Bueno, tenía muchas ganas de estudiar, pero
tendré que dejarlo obligatoriamente para el próximo año…tengo 18 y salí llamado
para cumplir con el Servicio Militar…
—Uff!! Afortunadamente este año recién cumplo
17, tal vez el próximo año me toque a mí…— él se rió…
— ¿Por qué te ríes? Me encantaría cumplir con mi
servicio, imagínate cómo la pasaría…
—Si te van a tratar igual como te trataron en la
escuela, no te lo recomiendo…
Y tenía razón. En todo caso tenía muy claro que
jamás saldría llamado, además si estaba estudiando saldría eximido…
Seguimos conversando, ya más amenamente, hasta que
me paré y me dirigí a un árbol para orinar. No volví al banco donde estábamos,
me dirigí a los columpios y me senté allí. Felipe se levantó y se dirigió al
mismo árbol donde había meado yo, orinó abundantemente, y entre las sombras
pude ver la silueta de su miembro cuando lo sacudía enérgicamente antes de
guardarlo en su calzoncillo. Era largo, pero no muy grueso. Se sentó en el
columpio del lado y mantuvo silencio un rato. Yo comencé a empujarme con los
pies y comencé con un suave vaivén…el columpio hacía un ruido de metal oxidado,
que se hacía más sonoro en el silencio de la noche.
—No hagas eso, que ese ruido molesta y van a
saber que hay alguien aquí…— Me dijo mientras se levantaba y se colocaba frente
a mí, y con sus manos afirmaba las cadenas del columpio. Tan cerca se paró, que
sentí el calor de su cuerpo en mi rostro. Sólo atiné a poner mis pies en el
suelo poniendo un pie a cada lado de sus piernas. Un extraño temblor me
invadió, y sentí cómo se aceleraba mi corazón en el pecho. Él sin decir nada,
se acercó hasta tocar mi pecho con su paquete, a la vez que suavemente sus
manos se posaban en mis hombros y hacían una tenue presión hacia él…
— ¿Sabes por qué te seguí al baño esa
tarde…?— Hizo una pequeña pausa mientras
con un sutil movimiento me hacía levantarme…ya de pie, sus manos se aferraron
de mi cintura y la presión fue más fuerte…mi cuerpo estaba pegado al suyo
mientras mis manos se posaban sobre las suyas en mi cintura…yo temblaba
involuntariamente…
—…Te seguí porque quería robarte un beso…— Me
dijo mientras sus ojos se clavaban en los míos y su respiración se volvía más
agitada…sus labios entreabiertos y tan cerca de mi boca esperaban quizás algún
gesto de aprobación…Levanté un poco la cabeza y le ofrecí mis labios cerrando
los ojos. Pude sentir el tenue roce de sus labios sobre los míos provocándome
incontenibles espasmos. Sus manos pasaron a rodearme por la cintura y mis
brazos rodearon su cuello, sus labios ahora presionaban alternadamente mi labio
inferior y el superior, hasta que al fin se pegó a mi boca y su lengua me
invadió buscando mi lengua, y podía sentirla entrar y salir, mientras sus
labios me succionaban tan suave, tan dulcemente que parecía que me haría perder el sentido. Fue
un beso delicioso, y quería que fuera interminable. Mi primer beso con un
hombre y sentía en él el deseo. Se detuvo un momento, y cuando abrí los ojos me
miraba con excitación, no alcancé siquiera a reaccionar y comenzó nuevamente a
besarme, inclinando un poco la cabeza y entrando un poco más profundo en mi
boca. No me cansaba de saborear su boca, y Felipe me daba más de sus dulces
besos…
—…Ven…—Me dijo tomando mi mano, y nos dirigimos
hacia la oscuridad al resguardo del frondoso follaje de un árbol. Como este
tenía su tronco un poco inclinado, apoyé mi espalda en el y Felipe frente a mí
me abrazó y siguió con sus besos. Sus manos ahora recorrían mi cuerpo en suaves
caricias, y las mías tocaban su cintura y espalda. Sentía cómo su sexo se ponía
duro en cada roce, abultando su jeans. Mis manos querían tocar, y con disimulo
lo hacían…Felipe lo notaba y se dejaba…incluso apretaba más su pelvis contra mi
mano cuando lo frotaba.
Incontables besos me tenían en éxtasis, hasta
que él bajó la cremallera de sus jeans y soltó su cinturón, invitándome a hacer
el resto…con un poco de timidez hurgué dentro de su calzoncillo y pude sentir
su verga erecta en mi mano. La saqué y la acaricié, mi mano se humedeció al
instante con el abundante líquido cristalino, recorrí desde la base hasta el
glande, corrí su prepucio para apreciar la suave textura de la carnosa
extremidad. No era grueso, pero si bastante largo…unos 17 cms.
— ¿Te gusta…?—
Susurró en mi oído mientras hábilmente desabrochaba mi pantalón y los
bajaba hasta mis muslos. Me tomó nuevamente de la cintura y comenzó a besarme
con más pasión. Su ardiente sexo ahora se entrelazaba con el mío, que también
estaba erecto y húmedo. Sus suaves movimientos presionando su miembro en mi
bajo vientre, podía sentir su abundante vellosidad suave y la dureza de su
abdomen. La excitación estaba llegando a su punto máximo, y estaba a punto de
tener el más grande orgasmo, sin duda Felipe también lo sentía y anticipándose
levantó su polera dejando al descubierto sus pectorales, después hizo lo mismo
con la mía dejando mi abdomen y pecho a su merced…Un beso más y no pude
resistir, incontenibles espasmos regaron mi vientre y el de Felipe con espeso
semen que salía irrefrenable de mis entrañas, entre suspiros y gimoteos. Un
calor y el relajo del orgasmo me hicieron abandonarme en sus brazos. Me sentí
un poco culpable de no advertirle que me venía, pero él al notarlo bajo la
intensidad de sus frotaciones, y en un movimiento rápido me giró poniéndome de
espaldas a él, y comenzó a puntearme con su glande hinchado, buscando mi
agujerito, y al intensificar la presión, sentí dolor…
—…No…espera…me duele…
—Aguanta, si es un poquito…—mientras intentaba
nuevamente penetrarme, pero el dolor fue intenso y el desistió.
—Déjame gozar de tu culito…
—…Me duele mucho…—le advertí, y Felipe entonces
hizo que parara bien la cola y puso su verga erecta en la rajita, y apoyándose
fuerte comenzó a subir y bajar, como masturbándose con mis nalguitas. Yo
tensionaba para que él sintiera rico y le gustaba, sus manos ahora buscaban mis
tetas y sus dedos presionaban mis pezones que estaban muy hinchados y
sensibles. Después de un momento, pude sentir sus espasmos y su espeso semen me
inundó la espalda. Con su mano lo junto y sacudió para dejarme limpio. Nos
quedamos así un instante, toqué mi espalda y aún estaba chorreada con su
eyaculación. Olí mi mano y amé el olor exquisito de la leche de hombre, como de
madera húmeda…
Le ofrecí papel higiénico para que se limpiara
mientras yo hacía lo mismo. Nos vestimos y dejamos el lugar asegurándonos que
nadie nos vio. Nos despedimos y Felipe se fue caminando hasta la parada de
buses, mientras yo caminé hasta mi departamento. Cansado y algo mareado me
acosté aún con la sensación en el cuerpo de sus caricias y de sus besos en mis
labios. Podía percibir el tenue aroma de su perfume y el olor de su sexo. Tuve
una erección y me masturbe rememorando la misma sensación que había sentido
minutos antes y que estaban muy distantes a mi sueño de cómo sería la primera
vez.
No puedo negar que al otro día que estuve muy
distraído, pensando en Felipe, que si bien era cierto no era lo bastante
atractivo para mi gusto, pero su ternura compensaba todo tipo de falencias. El
despertar de mi primera incursión sexual con otro hombre me hacía pensar cómo
sería realmente estar ensartado por un macho, y fantaseaba con los clientes que
entraban mirando su paquete y pensando cómo lo tendrían: más grueso, más largo,
qué olor tendría su semen, cuánta leche botarían en una eyaculación, si vestían
bóxer o calzoncillos…me divertía pensando y también me excitaba.
Al salir del trabajo, tenía la esperanza de
encontrarlo en el paradero, pero nada…al día siguiente tampoco estaba, lo que
me hizo pensar que tal vez algo hice mal que no le gustó y no volvería a verlo.
El viernes por haber demasiado movimiento en el
restaurant salí un poco más tarde, ya no pensaba tanto en Felipe, pero cuando
llegué al paradero él estaba allí, muy arreglado y bien perfumado…pensé que
iría a otro lugar, pero cuando me vio sonrió y fue en mi encuentro…
— ¿Cómo estás…? Te estaba esperando…— me decía
mientras me abrazaba y un suave beso me daba en la mejilla. Sus ojos brillaban,
y yo, atónito, no esperaba encontrármelo allí…
—Llevo aquí casi dos horas, no pensé que hoy
salías tarde…
—Es que hoy hubo mucho movimiento…y me quedé
hasta esta hora…pero… ¿Qué haces aquí…?
—Te lo dije, te estaba esperando…quería verte… y
quiero invitarte a que vamos a algún lugar, donde tú quieras… donde podamos
estar solos…
— ¿…Qué…?— Le respondí aún confundido, no
entendí por qué su presencia me desarmó de esa manera… sonreí y me senté…él se
sentó a mi lado.
—Es en serio, te invito…quieres ir a bailar, a
tomar un trago, para conversar…o vamos a la placita de tu barrio…— esto último
lo dijo haciendo una pausa maliciosa y con tono divertido, ya que comenzó a
reír…
—En realidad estoy algo cansado…y
confundido…pero si quieres me puedes acompañar a mi depa…por si no lo sabes,
vivo solo…
— ¿…De verdad…? Si podemos estar los dos solos,
vamos donde tú quieras…— Entendí perfectamente cuáles eran sus intenciones…
Cuando llegamos, Felipe quedó gratamente
sorprendido de lo independiente de mi pequeña habitación, pero con todo lo
necesario. Le pedí que se pusiera cómodo mientras yo pasaba al baño para
refrescarme. Cuando volví, Felipe estaba acostado en mi cama, con su torso desnudo
y sólo con sus jeans. Me senté en la cama y comencé a apreciarlo, mientras él
empezó a acariciarme y con una sonrisa hizo un gesto para que me tendiera a su
lado. Seguimos con las caricias y comenzó con sus deliciosos besos, pero esta
vez bajaba por mi cuello y se detuvo largo rato con algo que aún no conocía en
mi cuerpo, la sensibilidad de mis tetillas…eso me hizo estar dispuesto a seguir
hasta las últimas consecuencias.
Felipe sobre mí, acariciando, besando,
preparándose para lo que venía…me quitó mi polera y mis pantalones,
quedando yo sólo en bóxer, y él se quitó
el jeans quedando en un impecable calzoncillo blanco que casi no soportaba su
contenido. Se acostó de espaldas a mi lado y me incitó a que me pusiera sobre
él. Pude mantener el control de la situación por unos minutos, hasta que
comencé a bajar por su abdomen hasta llegar a su miembro encerrado en el
ajustado slip. Olí su sexo y su olor me encantaba, me excitaba. Sentía en mis
labios el palpitar de su verga y su dureza a través de la tela, él levantaba
suavemente su pelvis cada vez que mis labios rozaban el glande…
Al fin lo liberé y pude hacer lo que antes no
pude y que solamente estaba en mi mente. Lo tomé en mi mano y descubrí bien el
glande que estaba húmedo y brillante con el abundante líquido seminal, lo
acerqué a mi boca y con los labios entreabiertos comencé a besarlo, a
degustarlo, poco a poco fui absorbiendo el cristalino líquido saboreándolo con
mi lengua. Lo metí en mi boca y succioné suavemente, un gemido de placer me
indicó que lo estaba haciendo bien. Con lentos movimientos masturbatorios lo
introducía cada vez más en mi boca, mientras acariciaba las bolitas pequeñas
pero firmes en su escroto. Felipe gozaba y gemía sin disimular, y me gustaba
hacerle sentir esas sensaciones. Lentamente buscó con su mano mis nalgas y su
dedo empezó a hurgar en mi hoyito, intentando introducirlo pero no era muy
placentero para mí, así que le pedí que lo hiciera más suave y él comenzó sólo
con movimientos circulares que sí me hicieron sentir placer.
—¡¡…Qué rico se siente…!!! Mételo en tu
culito…quiero sentir mi pico dentro tuyo…— me susurró casi suplicando de
placer.
Pensé que él tomaría esa iniciativa, así que me
quité el bóxer y me monté sobre él, podía ver su rostro, estaba con los ojos
cerrados y su lengua mojando sensualmente sus labios. No pude evitar echarme
hacia delante y besarlo…Felipe en completa sumisión se dejaba. Tomé su miembro
y lo dirigí hasta mi ano, trate de relajar el esfínter y empecé suavemente a
tratar de que entrara, sin lubricación, sólo humedecido con un poco de mi
saliva y el lubricante natural que salía del miembro de Felipe. Suavemente
sentí cómo se deslizaba el glande dentro de mi recto y mi gemido de dolor se
confundió con el gemido de placer de mi amante. Dolía demasiado, pero
suavemente comencé a empujar hacia abajo para que entrara todo. Después de unos
intentos, pude sentir la palpitante base del pene de Felipe en mi esfínter y
mis testículos apretados contra su bajo vientre. Me incliné hacia delante y
nuevamente lo besé quedándome un rato pegado a sus labios, momento que Felipe
aprovechó para comenzar a levantar su pelvis con suavidad penetrándome y
consiguiendo terminar de dilatarme…el dolor fue cediendo y el tacto de su
miembro en mi recto me hicieron sentir un inmenso placer…Comencé a cabalgarlo
mientras mis manos se afirmaban en sus pectorales, notaba que cuando hacía
movimientos circulares su pene tocaba dentro de mí zonas altamente sensibles, y
los alternaba con suaves apretujones de mi esfínter anal, el placer de ambos
era máximo, y pronto sentí cómo su respiración agitada y entrecortada se
complementaba con los espasmos de su verga dentro de mí, llenándome del calor y
humedad de su semen. Lo dejé un momento dentro, y me masturbé, lentamente me
fui levantando para que saliera y al verlo húmedo y con rastros de su semen,
junté su pene y el mío y comencé con una suave masturbación, hasta que me vine
y mi leche embetunó su verga y se combinó con la de él. Las sensaciones y el
placer orgásmico fueron extremos, lo besé y me quedé acostado a su lado
abrazándolo, el respondió mis besos y también me abrazó. Nos quedamos en el
sopor del éxtasis hasta quedarnos dormidos…
Me despertaron sus besos y su verga erecta
nuevamente me incitaron a empezar otra sesión de placer. Me penetró de costado
y luego me puso boca abajo, entrando profundo en mi esfínter, y logré
nuevamente la erección, pero esta vez su peso y empellones sobre mis nalgas y
el frote de mi pene en la cama me hicieron acabar antes que él, por lo que
cuando Felipe se vino, la sensación de su eyaculación fue más intensa que
antes…Al amanecer y antes de levantarnos, me penetró nuevamente…
Seguimos a lo largo de las semanas y sobre todo
los fines de semana quedándonos juntos. Los encuentros sexuales fueron cada vez
más intensos y desinhibidos y por supuesto ambos gozábamos sobremanera. Pero
hubo un detalle: nunca formalizamos una relación, nunca fuimos novios,
solamente éramos amigos, muy buenos amigos íntimos. No me pidió que fuera su
pareja, aunque estaba cierto que ya lo era.
Al llegar marzo, tiempo en que comenzaría con
mis estudios superiores, y el triste día en que Felipe se iría a cumplir con su
Servicio Militar. Ese fin de semana nuestro encuentro fue especial, una cena,
vino, y cumplí con todas sus fantasías: lo mamé, me penetró en todas las
posiciones, lo consentí en todo, porque estaba consiente que no nos veríamos en
varios meses.
Mis estudios me hacían pensar en otras cosas,
pero sentía nostalgia de mi Felipe. ¿Cómo lo estaría pasando?, ¿Habrá
encontrado otra persona en su encierro? Y muchas otras cosas. Aunque no puedo
negar tuve varias veces la oportunidad de estar con otro hombre, pero me
contuve, ya que en algún momento él estaría conmigo otra vez.
Nuestro reencuentro fue muy especial, y me
sorprendió verlo, se veía más alto, delgado y muy musculado, su piel muy morena
quemada por el sol, espalda ancha, sus piernas gruesas y firmes y el corte de
cabello que me erotizaba cuando lo veía desnudo y de espaldas. Su agilidad
también me sorprendió, de la misma
manera que cuando hicimos el amor y el acabó sobre mi pecho, y abundante
cantidad de leche muy espesa que junté y llevé a mi boca…extrañaba ese sabor.
Consciente que él también debería dedicar tiempo a sus cosas y a sus cercanos,
no insistí en retenerlo conmigo y le di libertad. Antes de volver a su
instrucción, se despidió muy cariñosamente y me dejó una foto de suya con
uniforme, para que “lo recordara”… Y así cada vez que él tenía libre, teníamos
algún furtivo encuentro.
Casi un año pasó, y fui notando en Felipe
cambios en su actitud. Las últimas veces que salió no me buscó, salvo para
conversar un poco e invitarme a la celebración de su cumpleaños 19. Por
supuesto fui, el ambiente era festivo, pero noté que Felipe me rehuía, lo único
bueno fue que me presentó a algunos de sus camaradas, chicos muy apuestos y
fornidos. Atractivos y masculinos. Pero uno me llamó la atención más que los
otros… Su nombre era Hans,20 años, y tenía el apodo de “El Tanque Ruso”, ya que
su piel blanca casi rosada, ojos celestes, cabellos rubios muy claros, y su
1,80 bien distribuidos en músculos bastante desarrollados, lo hacían
particularmente atractivo, parecía actor de películas de acción, pero era
tímido, y se notaba que venía del sur. Por lo que conversé después con él, su
ascendencia era alemana.
En la celebración, quise entregar el presente
que tenía para Felipe en un lugar privado, por lo que lo llamé afuera. Cuando
le pasé el regalo quise abrazarlo y besarlo, pero él giró la cara y sólo aceptó
un beso en la mejilla. Me abracé a él pero notaba que estaba extraño, frio y
distante, no había esa magia que antes nos hacía ver estrellas. La escena fue
interrumpida cuando Hans estaba a nuestro lado y nos miraba con curiosidad…disimuló,
pero se dio cuenta de lo que sucedía.
El resto de la noche con música, alcohol y
bastante conversación. Pero crecía en mí la duda, ya que Felipe me evitó por
gran parte de la jornada. No me quedó más que compartir con el resto de los
asistentes a la celebración y en especial con el grupo de compañeros de Felipe.
Quería saber más de ellos y sobretodo que me contaran cómo se comportaba Felipe
en ese ambiente, pero fue poca la información que pude reunir, lo que sí supe
fue el origen del apodo de Hans, “El Tanque Ruso”… El chico parecía europeo, y
los compañeros que habían tenido la dicha de compartir con él día y noche, en
los excesivos ejercicios de acondicionamiento físico y en las duchas, decían
que el hombre estaba extremadamente bien dotado (haciendo así un gesto con
ambas manos), y cuando tenía una erección, su miembro grueso y largo apuntaba
al frente en el mismo ángulo que el cañón de un tanque…asociando estas dos
características el genio creativo del grupo lo bautizó con ese apodo…
Estuve sólo un par de horas en la fiesta, y me
retiré a mi casa. Sentía pena y frustración, pensé que esa noche iba a
compartirla con Felipe. Sin explicación alguna se alejó por completo dejando en
mí la sensación de que había una etapa inconclusa y sobretodo la incertidumbre
de no saber cual era el motivo de su distanciamiento.
Cierto día caminaba por el centro, necesitaba
hacer algunos trámites y comprar algunas cosas, y grande fue mi sorpresa cuando
divisé a Felipe, caminando por el centro comercial de la mano con una chica. Se
veían alegres y relajados. Los seguí por un momento, él no me vio, pero mi
sorpresa fue gigante al poder distinguir que la chica tenía un notorio
embarazo…Sentí pena, rabia, desolación y por sobretodo un gran sentimiento de
defraudación…celos…lo que sentí eran celos…
Me alejé procurando que no me vieran y caminé,
pensando y encontrando muchas respuestas…ella era la causante del cambio de
Felipe. Pero no podía sentirme engañado, porque él nunca me pidió ser
formalmente su amante, pareja, novio o lo que fuera. Qué hubiese pasado si me
presentaba delante de ellos, cómo habría reaccionado “mi macho”…Cuántos días
llevaba libre o había salido recién ese día…Por qué no me había
buscado…conjeturé otras cosas el resto
de la tarde…
Al otro día ya más resignado pero aún con
bastante pena salí. Si Felipe me buscaba en casa no me encontraría…Estuve un
rato caminando sin rumbo y me senté en un banco de la Plaza Central. De pronto
divisé una figura que me pareció conocida…y más cuando desde lejos me hizo un
ademán de saludo con la mano…”El Tanque Ruso…”. Siguió caminando pero a los
pocos minutos pasó de vuelta. Esta vez me miró y se dirigió donde estaba
sentado. Me saludo muy afablemente y conversamos un rato. Me preguntó si estaba
esperando a alguien, y mi respuesta fue casi instantánea…le dije que a nadie.
Le pregunté por los otros chicos y me respondió que no les había visto. Él
andaba viendo una oportunidad de trabajo, y le habían dicho que necesitaban
guardias de seguridad y vendedores, así es que venía de una entrevista. Con
nostalgia me dijo que si no encontraba trabajo tendría que volver al sur, y
allá sólo hay trabajo seguro en el campo…Además se estaba llevando muy mal en
el lugar donde estaba viviendo y tenía claro que pronto lo correrían…Un
relámpago iluminó mi sentido de la oportunidad…
—Pero si no tienes un lugar donde vivir, puedes
pasar una temporada conmigo, yo vivo solo…y me encantaría ayudarte mientras
encuentras trabajo estable y te independizas…viviría contigo…correría ese
riesgo…—Le dije y comencé a reír, mientras sus ojitos claros se clavaron en mí,
y puso cara de duda ya que no sabía si hablaba en serio o era broma…
— ¿…En serio…?— me dijo, mientras sus mejillas
se tornaban más rosadas…
—En serio…si te va bien y encuentras trabajo por
aquí cerca y te echan de la casa, cuenta conmigo…Además, te quedaría más
cerca…— le respondí mientras con mi puño le daba un suave golpe en el bíceps… y
qué duro que estaba ese biceps…
Sería un crimen dejar a tamaño espécimen
masculino a su suerte, era mi oportunidad de ayudarlo, además, mirándolo con
calma estaba demasiado atractivo, y me propuse por todos los medios seducirlo…
— ¿Y ahora Hans, tienes algo que hacer?
—…Nada…y no quiero volver tampoco a casa…
Nos quedamos conversando por largo rato, y
aproveché de preguntarle por qué él había salido ya, y qué pasaba con el resto
de los chicos…Me contó que hacía ya una semana que habían terminado el
Servicio, por lo menos él, y que los otros sólo debían cumplir con horarios de
Guardia o mantención dentro del recinto militar, hasta que llegara el nuevo
contingente. No pude evitar preguntarle por Felipe, y me confirmó que también había
salido licenciado. Mucho rato después, y ya casi oscureciendo, Hans me preguntó
cómo haría para ubicarme si necesitaba mi ayuda…le di mi número de celular,
pero le ofrecí si quería ir a mi departamento, así conocería donde vivo en caso
de que necesitara ubicarme antes…Él no dudó mucho y como estábamos
relativamente cerca, caminamos hasta casa…En el camino seguimos conversando y
yo no podía dejar de recordar la primera vez que hice ese camino con Felipe.
Incluso, le ofrecí a Hans si quería tomar una cerveza, y él accedió. Acudí al
mismo lugar donde había comprado las latas Felipe la primera vez…
Le ofrecí una lata, pero él prefirió llegar
primero al depa, hasta para eso era recatado… Seguimos caminando lentamente, y
al pasar frente a la placita de juegos, pude distinguir una figura cabizbaja en
los columpios…Si, era Felipe…no había duda… En mi impresión, no me fijé bien
donde puse mi pie, y tuve una fuerte torcedura en el tobillo que casi me hace
caer…pero Hans diligentemente me contuvo para evitar la caída. Como me dolía
demasiado, gentilmente Hans me tomó por la cintura para ayudarme a caminar…pasamos
lentamente caminando frente a la plaza bien abrazados y nuestras risas hicieron
que Felipe levantara la cabeza…Miré disimuladamente para cerciorarme que nos
viera…y así fue…Tal vez él ahora estaba sintiendo lo mismo que yo sentí cuando
lo vi en el centro comercial. Y era justo y razonable, yo no podía competir con
la chica que paseaba con él, pero él tampoco tenía ninguna opción de competir
frente a Hans, “El Tanque Ruso…”.
Entramos a mi pequeño y privado espacio, a Hans
le pareció bien e incluso le entusiasmo la idea de vivir allí. Dos ambientes y
un baño eran suficientes para dos personas, que además no pasaban todo el día
en casa. Le ofrecí la lata de cerveza, pero él seguía entusiasmado. Si pudiera
—me comentó— él haría una habitación similar en el lugar donde vivía, recorrió
todo un par de veces, como midiendo mentalmente el espacio, las paredes, las
repisas…ups! En una de ellas estaba la foto que Felipe me había regalado meses
antes, y que Hans reconoció al instante…
—…Y esta foto… ¿Es Felipe…? ¿Por qué tienes una
foto de Felipe…? —por supuesto Hans lo llamó por su apellido.
—…Es…Bueno, es una larga historia que no creo
que sea el momento ni la ocasión para conversarla…— le dije sin darle demasiada
importancia, tomando la foto de entre sus manos y dejándola en su lugar de
origen. Pero él la tomó de nuevo y divertido me dijo:
—…No se nota muy bien, pero esa es mi sombra…yo
tomé esta foto…lo recuerdo bien…
Sin duda había desde antes un lazo invisible
entre Hans y yo.
—Ese día estábamos escondidos, y Felipe me pidió
que le tomara una fotografía…después dijo que era para su novia…— dijo
divertido, pero al mirarme, me dijo muy serio —Perdón…lo siento…— hizo una
pausa casi meditabunda, suspiró y continuó…— Siempre hablaba que afuera alguien
muy especial le esperaba, alguien que él quería mucho, pero sabia que ese amor
seria imposible…Hablaba también de lo bien que lo pasaban en…— Con un suave
carraspeo de garganta lo interrumpí…Hans me miró comprendiendo que estaba
hablando algo inapropiado…
—Lo siento… no me doy cuenta que a veces meto la
pata…— Me dijo apenado, pero a mi me interesó saber que Felipe se acordaba de
mí, aunque fuera cambiando la situación…
—…Después, algún día te voy a contar de eso…
—AH! Entonces eras tú…— me dijo con sorpresa,
pero le di una mirada que le hizo entender que nuevamente estaba metiendo la
pata…pero Hans continuó.
—Cuando Felipe nos presentó, recuerdas, en su
fiesta de cumpleaños…dijo que eras una persona especial para él…
—Pero Felipe ya tenía novia, y donde estaba, o
no la invitó…
—Llegó a los minutos que te fuiste, y no te
despediste por cierto…, en todo caso Felipe no estuvo de muy buen humor esa
noche…sobre todo cuando ella le dijo que iba a ser papá…— Tantos meses y no fue
capaz de decirme nada, no lo comprendía. Inconteniblemente, un lágrima rodo por
mi mejilla, me limpié con la mano antes de que Hans se diera cuenta, pero el
chico era más astuto.
—…Bien, no importa, ya pasó…No hay nada que
pueda hacer, sino seguir y mirar hacia delante…—hice un pausa para sentarme en
el sillón, y Hans quedó de pie frente a mi.
—Felipe y yo teníamos una especie de relación,
bien especial…— y comencé a relatarle nuestra historia, desde la primera vez
hasta la última, haciendo pausas y por sobretodo contando con mucho
detalle las escenas íntimas…ya que si
quería seducir a Hans, lo estaba logrando…Él se apoyó en la mesa a un metro de
mí y cruzó sus piernas, me escuchaba con atención…
Interrumpí mi narración para dar un poco de
suspenso, no quería parecer despechado ni falto de sexo, aunque con él me
hubiera arriesgado…Noté la reacción en el pantalón de Hans, y sí que era
notorio…muy notorio… el tronco descansando hacia su derecha y la sutil línea
del glande marcando también el pantalón…Él se dio cuenta y trató de acomodarlo,
pero fue inútil ya que más se marcaba…Apuró un trago de cerveza y me pidió
permiso para usar el baño…entró y lo escuché orinar…
Cuando salió me dijo que mejor se iba, que en la
casa de su tía no estaban las cosas de lo mejor y que para evitarse problemas
mejor se retiraba…
—No te puedo retener, y menos causarte
problemas…me encantó compartir contigo, y recuerda que si necesitas de mi
ayuda, aquí estoy…puedes volver cuando quieras y si quieres quedarte aquí,
estaré encantado…
—…Gracias…— respondió a la vez que me extendía
su mano. Para ser un caballero me levanté de mi asiento y cogí su mano dando un
fuerte apretón…pero espontáneamente, Hans me atrajo hacia si y me abrazó con
fuerza… Oh! Qué sensación, y qué cuerpo…hacía tanto que no sentía ese
cosquilleo. Respondí su abrazo…como Hans era más alto que yo, se tuvo que
inclinar un poco, pero me di la maña de poder rozar su paquete que me
inquietaba…Y si, no era un cuento lo del “Tanque”
…Si se dio cuenta no lo se, pero no dijo nada…
Casi una hora después y cuando estaba ya
acostado, llegó un mensaje de texto…era de Hans, y decía:
“Ya llegué a casa, estoy acostado.
Gracias por todo, duerme bien.”
“Gracias por nada. Tú descansa
Un abrazo. “
Fue mi respuesta…
Me excité pensando en lo que Hans tenía allí
escondido, en cómo lo usaría en las artes amatorias y me masturbé… Pero me
dormí pensando en Felipe…
Durante un mes los mensajes y llamadas por parte
de Hans siguieron, contándome que había encontrado trabajo, que seguía con
serios problemas con su tía y en su casa, que estaba cansado, que ya iba a
dormir, etc. Mientras tanto, de Felipe no tuve más noticias.
Hasta que el fin de semana llegó un mensaje que
esperaba: me decía que quería verme y que si quería o podía nos juntáramos en
la noche… No dudé demasiado y le respondí que sí. Nos pusimos de acuerdo y en
la tarde fui al lugar donde él estaba trabajando, como vendedor en una tienda
de calzado…
Salimos, conversamos, y ya de noche, me fue a
dejar a mi casa. Le invité a pasar, no dudó mucho y entró. Seguimos conversando
animadamente y la hora pasaba rápido. Cuando de pronto me pide permiso para
entrar al baño ya que era tarde y se debía marchar. Cuando salió no me atreví a
decirle pero al final cuando se despidió con un apretado abrazo y yo sin
soltarme de él le dije…
—Y…por qué no te quedas…
Hans sin soltarme guardo silencio un momento.
Suspiró y me respondió:
— ¿Estás seguro que quieres que me quede?
— Estoy seguro… ¿Te quedarías conmigo…?—le
pregunté esta vez mirándole fijamente a sus claros ojos. En mi mirada quise traspasarle
el deseo que sentía, pero no fue muy necesario, ya que pude sentir mientras me
apretaba contra su cuerpo que el deseo había despertado dentro de su pantalón.
Se inclinó un poco para alcanzar mis labios y con uno de sus brazos rodeando mi
cintura y con su otra mano suavemente me tomó por la nuca para darme un beso
suave y apasionado, caliente y dulce. Lo abracé con fuerza, era un beso que
esperaba hace tiempo, aunque sentía el temor de que en ese momento
inconscientemente comenzaran las comparaciones…
Nos seguimos besando, pero como él era un poco
más alto debía inclinarse, pero también como era más fuerte, me levantó de
improviso haciendo que mis piernas lo rodearan firmemente por su cintura. Hans afirmándome
y sin dejar de besarnos camino hasta la silla más cercana y se sentó suavemente
haciendo que me quedará en la misma posición, en horcaja sobre él. Qué
deliciosa sensación, sus brazos rodeándome y acariciando desde mi espalda hasta
mis nalgas, con mis manos palpando sus robustos brazos y la suavidad de su
cabello, mientras en mi entrepierna y cerca de mi agujerito sentía su tronco
duro y ardiente.
Sin palabras, sólo miradas y deseo, estuvimos
largo rato así en esa silla y yo simulaba suavemente cabalgar sobre ese recio
paquete, y él en respuesta se inclinaba hacia atrás empujaba hacia arriba y
cerraba sus ojos…Entre besos y caricias fui lentamente desabrochando su camisa,
hasta llegar al cinturón el que también solté. Quité mi polera quedando ambos a
torso desnudo, pude sentir su suave piel y sus desarrollados pectorales. Mis
pezones erectos y duros los apoyaba y frotaba en su pecho desnudo, él sintió
algo especial y comenzó a palparlos hasta que me besó y su lengua hacía un
trabajo espectacular. No pude evitar dejar salir algunos gemidos de placer. Me
sentí en obligación de devolverle todas esas delicias que me estaba haciendo
sentir y en un susurro le dije que fuéramos al dormitorio…Me miró y sonrió
dulcemente.
Me quité el pantalón quedando sólo en bóxer y me
senté en la orilla de la cama, mientras Hans que había entrado tras de mí
llevaba el pantalón desabrochado y la cremallera semi abierta dejando ver parte
de su bóxer de lycra color celeste, como sus ojos, y caminando lentamente se
detuvo frente a mí ofreciéndome su bulto. Sin timidez alguna terminé de bajar
el cierre del pantalón y bajé su bóxer liberando su enorme verga que quedó
directamente apuntando hacia mí. Lo tomé en mi mano palpando su turgencia y el
calor especial que desprendía y lo dirigí a mi boca para poder saborear el
delicioso líquido viscoso que tenía en la punta. Lentamente fui saboreando y
como tenía la experiencia comencé con suaves succiones que sabía que a un
hombre vuelven loco, mientras con mis manos tocaba y recorría sus muslos y
glúteos. Seguí mamando esa vara de placer y el hinchado glande que apenas cabía
en mi boca, pero Hans me tomó por la cabeza intentando que me tragara sus 21
cms., pero me hacia dificultoso respirar, así que tuve que poner una de mis
manos de tope y notaba cómo se hinchaba cada vez. Extrañaba ese sabor de macho
y lo disfruté cada minuto y cada centímetro. Estuvimos un rato hasta que Hans
se agitó mucho más y sus movimientos pélvicos se hicieron más rápidos.
Presintiendo que llegaba el momento que derramaría su leche lo contuve, y le
pedí que aún no acabara, que deseaba seguir disfrutándolo. Él aunque muy
excitado se detuvo, suavemente me
despojó de mi bóxer y se echó sobre mi para besarme…
—Acuéstate de espaldas, quiero sentirte dentro…—
le dije entre susurros. Hans dócilmente obedeció. Se acomodó y puso sus manos
tras de su cabeza. Sabia que ese bálano no entraría fácilmente y no quería
sentir dolor…
—Espérame un poco, voy a buscar algo…no quiero
que me partas el alma con tu rejón…— fui al baño y traje una botella de aceite
de almendras que usaba para masajes, me pareció apropiado ya que no tenía otro
tipo de lubricante. Me trepé sobre sus muslos y dejé caer una abundante
cantidad de aceite sobre su verga y lo esparcí con mi mano. Cambió la posición de
sus manos poniendo una sobre otra y el dorso sobre su frente, mientras con los
ojos cerrados mordía suavemente su labio inferior… Tomé otra cantidad de aceite
y embadurné mi agujerito y mi rajita, tratando de que el aceite penetrara hasta
mi recto. Cuando mis dedos entraron con facilidad, me adelanté hasta quedar
sobre su verga y dirigí el glande al esfínter. Suavemente comencé a sentir como
se abría paso hacia mi interior, y aunque estaba muy lubricado sentía el grosor
que me hacia daño. Insistí hasta que pude sentir el glande que me hinchaba el
conducto anal y centímetro a centímetro fue desapareciendo dentro de mí. Cuando
mis nalgas reposaron por fin sobre su bajo vientre Hans levantó su pelvis y
sentí como se dilataba mi anillo y el palpitar de su verga en mi entrada. La
sensación de dolor me aguó los ojos y dejé escapar un suave gemido. Él abrió
sus ojos y casi asustado me preguntó si me había hecho daño…
—…No…es que está demasiado grueso y… me clavaste
muy adentro…— le respondí, mientras él acariciaba mis muslos con ternura.
Suavemente comencé a cabalgarlo mientras me acostumbraba a su grosor, me
incliné hacia delante para besarlo y respondía mis besos con lujuria, mientras
me abrazaba y levantaba su pelvis para entrar más adentro…De pronto y sin descorcharme
se giró usando la fuerza de sus brazos quedando yo debajo de él y con mis
piernas a la altura de su cintura. Se acomodó un poco y comenzó a moverse
rítmicamente y cada vez más rápido, y el roce interno de su glande me hizo
gritar de placer, pero mis gimoteos fueron acallados por sus besos. Fue tan
intenso su bombeo que inconteniblemente me abracé a él con fuerza y acabé sin
tocarme, solamente con la sensación que me daba el sentirme penetrado por
él…Mis interminables estrujones anales sobre su miembro también lo hicieron
venirse, y sentí cómo me inundaba de su semen a la vez que con cada espasmo me
empujaba con más fuerza hasta sentir la base de su pene como palpitaba y echaba
con fuerza su leche dentro de mí. Cansado y jadeante se quedó unos minutos así,
y yo lo apresaba mi recto y mi esfínter para evitar que saliera…Al besarme
nuevamente, un murmullo salió de su boca que me llenó de satisfacción: con su
boca pegada a la mía y dándome su aliento me dijo: “…mi amor…”
Nos acomodamos y él me cobijó haciendo
“cucharita” y sin dejar de abrazarme nos dormimos.
Ya de madrugada, desperté y él estaba a mil,
aunque aún dormido…sutilmente me fui acomodando hasta quedar en posición de que
entrara nuevamente. Hans despertó y solamente se dejó llevar. Pero esta tomó el
control de la situación y comenzó con el bombeo así de costado. Levantó un poco
mi pierna mientras yo comencé a masturbarme. Solo unos minutos y alcanzamos
nuevamente el orgasmo y sentí nuevamente como me llenaba de su néctar…su pene
perdió la turgencia, pero él se acomodó de tal forma que no salió de mi ano. Y
sentía ese pedazo caliente dentro, y aunque me molestaba un poco me dormí
nuevamente. Cuando desperté aún estaba adentro, y solté un poco hasta que
salió, dejándome una sensación de vacio…
Hans despertó y se desperezó estirando cada uno
de sus miembros, me miró y me abrazó con ternura…
—Buen día, mi amor…— me dijo y por supuesto me
sorprendió y le respondí en un tono similar…
—Buen día, amor…
—Qué tarde es…no estoy acostumbrado a quedarme
hasta tan tarde en la cama…—dijo mientras ojeaba su reloj…
—A levantarse…una buena ducha y a empezar el
día…— me dijo mientras se levantaba y hacía el ademán de que me levantara con
él. Como no lo hice, se acostó nuevamente y me abrazó dándome un beso en la mejilla
y jugueteamos un rato.
Se levantó tal como estaba, sin pudor de
mostrarse desnudo y fue a la ducha. Esperé unos minutos y fui tras él. Nos
duchamos juntos y entre besos y caricias reaccionó nuevamente…esta vez me
arrodillé frente a él y comencé a darle la mejor mamada que pude, y recibí su
semen con mi boca, saboreando hasta la última gota, me encantó tener su espesa
leche que aún no había degustado…
Preparé algo de desayunar, y después él se
retiró. Me quedé con la sensación exquisita de haber estado con el hombre que
me gustaba y su ternura me había conquistado.
Me pareció extraño no recibir ningún tipo de
mensaje de su parte durante el día. Pero ya al atardecer, sonó el teléfono y
pude leer: “Necesito urgente hablar contigo, espérame por favor…”. Por supuesto
me inquieté, pero me quedé en casa esperando que viniera. Estaba atento
esperando que llegara hasta que sonó la puerta. Era Hans, había estado en su
casa ya que venía con otra ropa, y en su cara noté algo extrañó, como si
estuviera preocupado por algo…
—…Gustavo, necesito hablar urgente contigo…
—…Primero entra…Dime…me preocupas, que sucedió…
—...Bueno…sucede que…— hizo una pausa que me
puso más nervioso…
—…Sucede que cometí un error contigo…lo que pasó
anoche no debió haber pasado…
Mi corazón se aceleró y un frio recorrió mi
espalda. Mi mente se quedó en blanco esperando a que me dijera qué era lo que
realmente pasaba, y también esperando una posible ofensiva de su parte…Y sólo
atiné a mirarlo a los ojos con cara de asombro…
—Lo que pasó anoche estuvo mal, jamás debió
haber pasado…antes que…—y llevando su mano atrás, sacó una hermosa rosa roja,
que me ofreció con ternura…— Antes que te pidiera que seas formalmente mi
pareja…me di cuenta que te amo, y por eso ahora te lo estoy pidiendo…¿Quieres
estar conmigo?...
Yo no sabía si reír o llorar, pero recibí la
rosa, la olí profundamente y me lancé sobre su cuello abrazándolo tan fuerte
como podía…
—…Por supuesto que sí…yo también te amo… y
quiero estar contigo…
Para qué contar lo que pasó después. Se consumó
la unión y fue espectacular, porque ahora estaba seguro que Hans estaba conmigo
porque me quería…
Esta historia pasó en el 2003. Por mi parte
terminé mis estudios y me hice un profesional, a la vez, incentivé y apoyé a mi
amor a que estudiara y ahora él es un prestigioso Contador. Cuando cumplí los
21 me pude hacer cargo de un dinero que me dejó mi padre, y con el apoyo de
Hans compramos un hermoso departamento en la Capital, donde ahora vivimos y
llevamos diez años maravillosos. Nos comprendemos y conocemos a la perfección,
y si de vez en cuando peleamos, es porque Hans está cada día más apuesto, un
atractivo hombre de 30 años con una ternura inmensa, y que es solamente para
mí…
En cuanto a Felipe, lo último que supe de él fue
que tiene tres hijos y trabaja como repartidor de una ferretería en el pueblo.
FIN
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