...DOS ALBAÑILES CON HERRAMIENTAS ENORMES...
Nos habíamos mudado hace poco de barrio, a uno en que
las casas eran nuevas y por supuesto, la mayoría de los nuevos vecinos estaban
haciendo ampliaciones, cambiando las verjas o haciendo cobertizos para los
vehículos. En la casa donde mis padres y yo nos fuimos a vivir también estaban
en esas labores. Tres obreros estaban haciendo una ampliación en el patio de
atrás y luego terminarían con un cobertizo para que papá guardara su automóvil.
De los tres hombres que estaban trabajando; el señor Moisés,
pero le decían Moncho, el mayor, de unos cincuenta años era el más entendido en
las labores. Su hijo; Elías, de unos veinticinco años y el otro hombre era
Augusto, de unos treinta y cinco, eran los maestros que estaban trabajando en
casa.
El señor Moncho demostraba su autoridad y
conocimientos, ya que mandaba a los otros dos. Era un tipo bajo, regordete, de
gruesos brazos, cabellos canos y piel morena. Su hijo Elías tenía las facciones
de su padre y el color de su piel, pero era mucho más alto, de cabellos negros,
brazos y piernas muy fuertes y una espalda ancha y muy musculada. Me llamaba
mucho la atención verlo trabajando afanosamente al sol, a torso desnudo, y
sobre todo su pecho y vientre poblado de negros y tupidos vellos que brillaban
al sol con el sudor que escurría por su abdomen y que humedecían la parte
delantera y trasera de su pantalón o en algunas oportunidades un short ajustado
que usaba. Augusto tenía casi su estatura, pero era de piel clara tostada por
el sol, cabellos castaños y ojos pardos, muy atractivo y a diferencia de Elías
tenía solamente vellos en su pecho… él usaba siempre una camiseta de tirantes y
un pantalón deportivo que le marcaban un bulto grande, que al caminar se movía
como si no llevase calzoncillos…
Por lo general en la tarde cuando terminaban sus
labores, acudían al patio trasero y con la manguera del jardín se daban sus
regaderazos para luego cambiarse de ropa y retirarse… Por mi parte siempre
estuve discretamente espiando desde el segundo piso cuando ellos se bañaban, y
me sentía extrañamente atraído al ver sus cuerpos masculinos recios y desnudos.
Me gustaba verlos trabajar y cuando podía, me sentaba
cerca de ellos para verlos y escuchar las cosas que hablaban. Y con el tiempo
se fueron soltando y me hacían partícipe de sus charlas, y cada vez dejaban
escapar palabrotas sin el cuidado de que yo estuviera allí.
Sus conversaciones eran de futbol, de sus conquistas y
de mujeres. Eran extremadamente machos en ese sentido, y hacían lo que hacen
los machos. Cada cierto tiempo y sin disimulo, se rascaban los testículos o
acomodaban su paquete. Elías era el más explícito, ya que metía la mano dentro
de su short, y después olía sus dedos… y Augusto siempre decía que le encantaba
que se lo mamaran, y hacía la mímica como si tuviese a alguien delante de él, y
movía su pelvis y ponía sus manos como si sostuviese la cabeza de alguien.
Llevaban ya alrededor de una semana de trabajo, por lo que el trato entre
nosotros era bastante coloquial, aunque siempre el señor Moncho muy serio los
reprendía y los ponía a raya cuando las palabras subían de tono.
Mis padres volvían del trabajo al anochecer y siempre
me preguntaban si había alguna novedad, yo les respondía que ninguna, que los
maestros eran muy responsables y respetuosos y que además eran muy expertos en
su trabajo…
Un día después del almuerzo llegó sólo Agus y Elías,
el señor Moncho había ido hasta la Ferretería a pedir unos materiales que
faltaron. Ellos se sentaron a esperar que el jefe volviera. Yo había preparado jugo
de frutas y lo tenía en el congelador, así es que cuando llegaron y mientras
esperaban, les ofrecí un vaso grande y helado el que aceptaron gustosos.
Mientras conversábamos le pedí a Agus que me prestara un taladro para hacer
unos agujeros y poder poner una persiana en mi dormitorio. Él buscó en sus
herramientas y me pasó uno, pero me preguntó de qué tamaño quería la broca…
— ¿…Qué…?— respondí, y le hice saber que era para
poner una persiana…
—A ver… dónde quiere que le haga el hoyito…— me dijo
amablemente Agus.
—Arriba, en mi dormitorio…— respondí, lo que causó una
gran carcajada de ambos, aunque yo no entendí mucho por qué se reían…
Subimos hasta el dormitorio y le mostré que la
persiana estaba muy baja y quería subirla. Él entendió inmediatamente y después
de medir, me dijo a que fuera por el “nivel”, que se lo pidiera a Elías. Así lo
hice y subí rápidamente. Cuando se lo pasé, me dijo en forma de broma que esa
herramienta era del mismo porte que “la de él…”. Me reí, ya que la regla nivel
era de unos 30 centímetros…
Hizo el primer agujero y se dispuso a hacer el otro en
el otro lado…
—…Afirma esto un momento, que necesito que quede
nivelado…— me dijo Agus, y la única forma de que lo hiciera era poniéndome
entre él y la pared… sentí su cuerpo caliente tras de mí, y el olor de macho
que expelían sus axilas, mientras él sin ninguna mala intención apoyaba su
pecho en mi espalda, pero esa sensación me gustó y disimuladamente paré mi
colita y puse duras mis nalgas para que él me tocara con su bulto. Logré sentir
la larga verga de Agus punteándome en mi trasero por un instante, y él al darse
cuenta me punteó más fuerte…
—…Hey… tienes bien duritos los cachetes del culo…— me
dijo como broma… y yo poniendo mi mano hacia atrás y tocándole el bulto
descaradamente le dije:
—…Y “esto” es mucho más pequeño que la regla
nivel…!!!— a lo que él dejó escapar una gran carcajada…
Gracias a la habilidad de Agus en unos minutos la
persiana estaba instalada. Pero él reparó en mi repisa en la que tenía mis CDs
de música y películas. Cuando me preguntó le ofrecí hacerle un disco con música
a su elección, así es que me dispuse mientras él elegía las canciones. Cerca de
quince minutos después el CD estaba hecho, pero Agus me dijo que se lo
entregara después cuando ya se fueran.
Bajamos y Elías estaba sentado en el suelo con sus
piernas y brazos cruzados y dormitando en la sombra. Al escucharnos, se
desperezó como un león y con los ojos achinados nos miró y empezó a sonreír…
—Sí que se demoraron, Eh!?… parece que no era sólo
poner la persiana… Qué más te puso el Agus?? — me preguntó sarcástico.
—…Le estaba dando una mamada, y le costó acabar, por
eso nos demoramos. Cierto Agus?
—…Sí, le estaba dando chuño…— respondió Agus riendo y
siguiendo el juego.
—Así es que se hicieron novios!?… Podrías haber
invitado… Yo tengo harto chuño acumulado aquí…— dijo Elías tomando con su mano
abierta sus bolas.
—Ja!, y cuál es el problema, Agus no es celoso y si
quieres más rato te invito arriba y te hago un buen mamón para que te
descargues…— le dije serio, pero ambos rieron estrepitosamente…
Siguieron las bromas en ese sentido por un rato, y
Agus no desmentía que no había pasado nada, mientras Elías metía la mano bajo
su short para acomodar su verga que poco a poco levantaba bulto.
Agus guardaba las herramientas cuando sonó el teléfono
de Elías. Era el señor Moncho que le avisaba que no había conseguido los
materiales y que le avisaran al joven (es decir, yo), que en la noche él
vendría a conversar con mis papás.
Siguieron entre bromas ordenando sus herramientas para
dejar todo guardado. Cuando ya estaban listos, le dije a Agus que no se
olvidara de su encargo, que había quedado en mi dormitorio, a lo que este me
respondió que terminaba y subía, mientras Elías miraba con cara de sorpresa…
—…Y parece que no era broma!…— dijo Elías mirando a
Agus, pero este sólo sonrió.
—Si quieres venir no hay problema, puedo con uno o con
los dos a la vez…— le dije a Elías y este quedó con cara de duda…
—…Vayan ustedes mientras, yo subo al rato…— dijo Agus.
Elías me miró como esperando mi aprobación…
—…Vamos…!— le dije y subimos. Ya en el dormitorio,
Elías me preguntó que si era verdad lo que había pasado, pero a esa altura ya
no sacaba nada en desmentir, ya que él llevaba una enorme erección que
levantaba su short como una carpa. Me abrazó fuertemente contra sí y pude
sentir la dureza de su verga en mi entrepierna, mientras me preguntaba si me
gustaba chuparlo y si me tragaba la leche… Me senté en la cama mientras Elías
se quitaba la sudadera quedando sólo en short, se puso frente a mí y los bajó
suavemente dejando frente a mi cara su miembro de piel oscura erecto, se jaló
el forrito hacia atrás dejando al descubierto una cabezota grande, brillante y
húmeda con la secreción cristalina que salía de la punta…
—…Anda… pruébalo…— me dijo tomando su verga con la
mano y apuntándola a mi boca, mientras con su otra mano me tomaba por el
cuello. Entreabrí la boca y con la punta de mi lengua probé el líquido
cristalino que formaba una gota en su miembro, era caliente, salobre, y se
transformó en un hilo que unía mi lengua y su glande… pasé mi lengua ahora en
la cabeza de color lila oscuro y sabía a sudor, olía a macho, era suave y
ardiente… Poco a poco fue ganando dureza a la vez que se introducía más
profundo hasta mi garganta, y el abundante líquido hacía espuma ligosa en mi
boca… Elías suspiraba y se entregaba al placer que le estaba dando, mientras
que apretaba sus nalgas cada vez que mi boca tragaba su mazote.
Estábamos abstraídos, y no nos dimos cuenta cuando
Agus estaba a nuestro lado, nos miraba con la boca abierta y no podía simular
su sorpresa, como tampoco podía ocultar en su holgado pantalón la reacción de
su miembro… Sin sacarme la de Elías de la boca, estiré mi mano y toqué el bulto
de Agus, que se dejó tocar, y se acercó un poco más. Advertí sobre la tela un
miembro grueso que empezaba a ponerse duro…
Agus se bajó el pantalón y saltó afuera una verga
gruesa y larga, de piel clara y prepucio estrecho, lisa, sin venas notorias, y
en su pubis pocos vellos, a diferencia de Elías que su pubis y abdomen estaban
abundantemente poblados por rizados y largos vellos negros. Tomé la verga de
Agus y empecé a acariciarla, mientras se ponía completamente dura. Dejé la de
Elías a un lado y me eche a la boca la de Agus… Sabía distinto, su textura era
más suave y la piel de su forro más gruesa… con dificultad descubrí el glande,
rosado y achatado y más pequeño que el resto de su miembro. Lo eché a mi boca y
luego de lamerlo, besarlo, lo aprisionaba entre mi lengua y el paladar para que
me diera su néctar cristalino. Agus suspiraba y se mordía los labios en señal
de placer. Pero no podía descuidar la verga de Elías, que brillaba con su piel
oscura y suave…
Estuve un rato tragándome una y la otra, a ratos de
tanto abrir la boca me dolía la mandíbula, y a Agus le temblaban las piernas.
Sin decir palabras, todo eran gemidos y suspiros de placer…
Le pedí a Agus que se acostara en mi cama, mientras yo
me despojaba de mi ropa y Elías terminaba también de desnudarse… ya había visto
su torso desnudo pero no había tenido la oportunidad de tocarlo, su suave vello
rizado y su cuerpo olor a sudor y sus músculos tensos por la excitación, su
cuerpo era una delicia… Y Agus de espaldas sobre la cama abrió un poco las
piernas, acaricié sus muslos sin vellos, gruesos, su pecho peludo pero no tanto
como Elías, su abdomen un poco abultado en donde descansaba su verga que
parecía un cono, muy grueso en la base y más delgado hacia la punta… Me
arrodillé entre sus piernas y tomé su verga que enderezándola llegaba a los 21
cms., y por lo menos de unos siete centímetros en la parte más ancha de la
base… empecé a mamarla con deleite, ya que estaba perdiendo su turgencia, y
cuando la echaba a mi boca succionaba suavemente lo que hacía que Agus se
retorciera de placer…
Mientras Elías se acomodaba tras de mí, poniendo su
pértiga entre mis nalgas y hacía movimientos en círculo y luego subía y bajaba
como si se estuviera haciendo una paja rusa con mis posaderas. Me acariciaba la
espalda y me tomaba por las caderas para empujar fuerte, mientras yo no soltaba
de mi boca la verga de Agus.
Elías abrió mis nalgas y empezó a tocar con su dedo
hasta encontrar mi hoyito, cuando lo encontró y me introdujo su dedo. Dejé
escapar un suave quejido, y luego otro cuando me introdujo dos dedos, haciendo
movimientos en círculos para agrandar el orificio donde entraría con su enorme
verga…
Seguí dándole placer al Agus con la boca, mientras
Elías empezaba a ensalivar la cabeza de su verga y echarme otro poco en mi
hoyito. Apuntó la cabezota y empezó a empujar abriéndome y entrando de un solo
empujón hasta sentir sus bolas en la entrada de mi agujero… Me dolió y me
quejé, pero él lo sacó un poco hasta la mitad y empujó nuevamente hasta sentir
sus pelos en mis nalgas… me había metido todos sus 18 cms. de virilidad en el
culo.
Seguí mamándosela a Agus mientras Elías con cada
empellón hacía que Agus me entrara más profundo en la garganta… Era un momento
delicioso, la boca y el culo lleno por tremendas vergas de machos, peludos, con
olor a macho y excitados hasta las nubes…
Elías apuró su movimiento de caderas, lo que hacía que
mi mamada fuera también más rápida. Agus no aguantó más y en un segundo se
corrió en mi boca, llenándome de espesa leche de macho en cinco o seis espasmos
que casi me dejaron sin respiración, y que bebí con complacencia… seguí
lamiendo hasta dejarlo limpio y su verga volvía a descansar nuevamente sobre su
abdomen, mientras Elías detuvo su bombeo para que terminara mi faena, pero me
sacó su verga y en un rápido movimiento me hizo poner de espaldas. Me acomodé y
puse mi cabeza en el regazo de Agus y su pene me quedó a la altura de la
mejilla… Elías tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros, y punteando
nuevamente mi agujero me dejó caer su mazote de un empujón hasta la base. Comenzó
con un frenético movimiento de caderas que incluso movía hasta Agus, mientras
yo gemía de placer y con mis manos tocaba los botones de los pezones entre los
vellos del pecho de Elías, y este me penetraba cada vez con más ímpetu…
Se cargó fuertemente sobre mí y sentí cómo se hinchaba
su verga en mi esfínter y se corría dentro, con su leche de macho caliente que
me llenaba el interior, mientras él gemía y seguía empujando para darme hasta
la última gota…
Terminó y me sacó la verga aún erecta, para tenderse
al lado de Agus en la cama, rendido y jadeante… mientras yo me acomodé entre
ellos y con una verga en cada mano me sentía satisfecho y cansado…
Pero yo aún no me había corrido…
Agus no tardó mucho en excitarse y en unos minutos ya
tenía la verga dura y gruesa de nuevo… Me acomodó de costado y levantando mi
pierna con sus fuertes brazos empezó a puntearme entre las nalgas hasta hacerse
de mi hoyito, que estaba aún dilatado y con la carga de leche que me había
dejado Elías. Empezó a penetrarme lento, sabía que su verga era demasiado
gruesa, así es que sólo la insertó hasta la mitad, para luego retroceder y en
el siguiente empujón entraba un poco más… Era como si un puño me estuviera
abriendo el ojete, y la sentía profundo dentro de mí… Mis quejidos hicieron que
Elías también se empalmara, pero como mi agujero estaba completamente lleno con
la verga de Agus, se acomodó hasta quedar a la altura de mi cara y ofreciéndome
su vergota dura comencé a mamarla mientras le acariciaba las bolas… Agus ya
había tomado el ritmo y me culeaba casi hasta hacer tocar sus bolas en mis
nalgas, y sentía su verga palpitante cuando entraba y salía… en un momento
empujó tan fuerte que sentí que mi anillo se rasgaba, fue cuando me penetró
completamente hasta la gruesa y carnosa base de su miembro… sentía por dentro
como si fuera estallar, y con el solo roce fui llegando al clímax, mientras
sentía su agitada respiración en mi oído y Elías jadeaba cogiéndose mi boca…
No aguanté más y me dejé ir… Varios chorros de mi
semen regaron la cama, y mientras eyaculaba apretaba mi esfínter, lo que
provocó que Agus acelerara un poco para luego llenarme con su leche en varios
espasmos que hacían abrirse mi agujero y me llenaban por completo de la ardiente
sensación del semen caliente en mi interior… Mientras Elías también comenzaba a
arrojar su esperma dentro de mi boca, vigoroso, salado, sabor a macho, tan
abundantes que los últimos chorros cayeron en mis mejillas y cuello…
Los tres jadeábamos, rendidos, cansados y extasiados…
mis dos machos me llenaron de su leche y yo les di todo el placer que podía
otorgarles…
Después de descansar un rato decidieron que ya era
hora de marcharse, y muy contentos me abrazaron y se fueron a bañar, mientras
yo me quedé tirado en la cama, con mi ojete ardiendo y la leche de ambos que me
escurría desde dentro… Quedamos en repetir, pero esa oportunidad no se daría
muy pronto, pues había que esperar que nuevamente el señor Moncho se ausentara,
lo que pasó al fin de semana siguiente…
Cuando llegaron mis padres en la noche me preguntaron
si había alguna novedad, pero con una imborrable sonrisa en mi rostro les dije
que ninguna, sólo que los materiales que necesitaban no habían llegado, por lo
que estuve toda la tarde con los maestros, y nos divertimos mucho…
muy buen relato, se antoja todo eso...
ResponderEliminarno manches la verga me.palpita sólo de imaginar eso
ResponderEliminarEspectacular la historia exitante vivir so!!
ResponderEliminarLa primera vez duele que te rompan el culo.Pero que hermosa sensación de dolor y placer al mismo tiempo.
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