En
el baño de la Oficina…
ENVIADO DESDE MÉXICO DF.
¡Que
rico hombre!… No era un modelo… pero sí que tenía la actitud, aún lo saboreo
mmmhhh…
Cuando
fui a la tienda salí y tomé el elevador, me topé con un chavo moreno, gordito
de buen ver, vamos… ¡Como me gustan!
Cuando
entré al elevador, discretamente lo vi por el espejo de la pared y me di cuenta
de que me veía, y fue cuando me agarré el paquete. Al agarrarme el paquete vi
que también hizo lo mismo… ¡¡Eso me excitó!!
Bajé
al lobby y fui corriendo a la tienda. De regreso ahí estaba, y se estaba
agarrando disimuladamente el paquete que ya se veía duro y erecto. Yo no le
perdí contacto visual… obvio, quería más que ver… Entré a la oficina y dejé
todas mis cosas… busqué las llaves del baño y pa’ fuera…
Cuando
salí de la oficina, ahí seguía. Me bajé el zipper del pantalón y se la mostré
rápidamente… Abrí la puerta que da hacia las escaleras para ir al baño y pude
oír que se levantó tras de mí. Me alcanzó en las escaleras, pero no me detuve
hasta llegar al baño de la oficina… Abrí la puerta y lo esperé adentro, él entró
y cerró la puerta del baño…
Se
me acercó y me dijo:
—“Eres
un cabrón bien rico…”— y me besó mientras metía su mano dentro de mi pantalón
para tocarme la verga. Yo le metí ambas manos a su trasero, una en cada mano,
se sentían bien, bien esponjosas, redondas y velludas.
Abrió
su pantalón por que no podía meterle bien las manos y yo hice lo mismo… para
que nos supiera más a los dos.
Dejé
caer su pantalón al piso del baño y dejé el mío caer igual, quería ver mi regalote…
Traía
unos bóxers azul marino con detalles blancos, y se le veía un paquete bien grande,
digamos unos 17 cms. y no estaba circuncidado…
Me
abalancé a chuparle la verga, él parado y yo hincado, me excitó el sabor
saladito de su lubricante.
Lo
puse contra el lavabo de manos y le abrí las nalgas… ¡Qué rico…! Un hoyo bien
peludo… Le pasé la puntita de la lengua, mientras él se la jalaba y me decía:
—…Cabrón…
méteme la lengua!!
Agarré
y le abrí el ano con mis dos manos mientras él se abría bien las nalgas… ¡Qué
rico se sentía!... Aún lo puedo oler… Hasta se me está parando la verga otra
vez…
Cuando
tenía mi lengua en su culo, sentí sus manos sobre mis manos abriéndose más el
culo, y pude ver que caía un hilito de lubricante de su verga… Pues más le abrí
el culo, y él más excitado estaba.
Después
se dio la vuelta y me dijo:
—…Quiero
chupártelo a ti…— me paré y me recargué en el lavabo de manos igual que él. Sentí
dos dedos gorditos abriéndome el culo bien duro, pero era más mi excitación… Yo
me la jalaba en lo que sentía su legua jugar de arriba abajo, ya la sentía bien
profunda en mi ano…
Escuchamos
a alguien que quiso entrar y nos espantamos… pero como había seguro no pudo
entrar, así que sabíamos que ya era hora de terminar…
Me
preguntó mientras ponía su verga bajo mis huevos y me daba golpecitos:
—…”
¿Ya te vienes?... ¿O te falta?”
Yo
la neta le dije si, a huevo… que sí y nos dimos un beso bien cachondo mientras
nos jalábamos las vergas. Después de unos minutos me dijo:
—…Wey…
ya me voy a venir…
—…Échamelos
en la verga…— le pedí.
Y
lo hizo; la presionó para que no salpicara y cayera todo en mi verga… ¡Qué
rico…! Ese líquido espeso calientito blanco cayendo en mi verga, sentía como
escurrían por mis piernas y por mis huevos… el baño olía a nuestro faje… Agarré
su semen y lo utilicé como lubricante para jalármela mas rico… Se podía
escuchar cómo se espesaba a cada movimiento que yo hacía. Cuando estaba a punto
de venirme, él se bajó y dijo:
—…Dámelos…
quiero comérmelos…— Y apreté mi verga de abajo para que no le salpicara y me
vine, mientras el chupaba nuestro semen de mi verga…
Al
final nos lavamos las manos y nos enjuagamos la boca, mientras hablábamos,
quitamos el seguro y después de unos instantes entró alguien… Obvio que olía
todo el baño a nuestro fajé… Él sólo se metió al baño y se encerró para cagar.
Salimos
del baño e intercambiamos números de teléfono. Cuando menos lo esperas pasa… Cuando
menos te lo imaginas pasa…
Una
de tantas tardes lluviosas que nos tocó aquí en la ciudad, ya tarde casi
entrando la noche yo salía de la oficina. Sin prisas por la lluvia y la fría
tarde, entraba al metro de regreso a casa, tranquilo y relajado sin deseos de
encontrar a alguien pues estaba cansado. Tomé mi primer vagón hasta llegar a mi
primer transbordo de línea, los vagones estaban llenos de gente mojada por la
lluvia. Yo me acomodaba para tomar un lugar en los barandales del vagón, cuando
sin darme cuenta apareció él, el chico de la gorra… Sentado frente a mí, un
chico de no más de 25 años escuchando su iPod, parecía muy distraído.
Viéndolo
en detalle, era un chico muy atractivo, muy masculino y muy joven, sin vello en
la cara y con una mochila que seguro era de la escuela. Yo seguía observándolo,
me gustaba la piel lozana de sus mejillas, sus ojos y esa forma en la que
cantaba sólo moviendo la boca.
Creo
que él sintió que yo lo observaba, pues me volteó a ver e inmediatamente saqué
mi mirada, pero ya era tarde. Él había notado que yo lo veía, pero lejos de
molestarse o irritarse, él quería buscar contacto visual conmigo. Comenzó un
juego de miradas, en las que yo pretendía y también él, a no verme pero
deseando vernos. En un casi descuido en el juego, los dos nos descubrimos
mirándonos, de lo cual salió una sonrisa por parte de ambos… Una sonrisa de
gusto y de curiosidad ambos mostramos, yo sentía todo ese nerviosismo del
primer contacto. Pasamos unas cuantas estaciones mirándonos hasta que él dijo:
—…Puedo
ayudarte con tu mochila… permítemela.
Yo
no quería ser molesto con el chico, pero accedí pues quería tratarlo más y pues
parecía buen pretexto para iniciar. En cuanto le di la mochila empezamos a
platicar:
—Me
llamo Alejandro ¿y tú? — le dije mi
nombre… Y todo empezó.
Reímos
con algunas anécdotas y seguíamos platicando, en cuanto hubo la oportunidad de
sentarme lo hice. Me senté a su lado, para poder escuchar más de él. Sin querer
durante la plática, él rozó con su pierna la mía. Al notar esto, el chico se
disculpó.
—No
hay nada de que disculparse, al contrario me gusta…— le respondí.
Entonces
él riendo tomaba mi rodilla y la presionaba jugando y afirmando me decía:
—…Conste!
Espero que no te moleste.
La
verdad nada de lo que hacía me molestaba, me era un chico muy atractivo, y yo quería
más… Cuando llegó mi momento de bajar del vagón, el chico me siguió, no tenía
ningún problema con el tiempo. Ya abajo del vagón en la estación, con más calma
me dijo:
—Sabes,
me gustas… Quiero estar contigo, no hay nadie en casa…
Yo
entre si y no y en plena excitación (cómo
me encantan estas situaciones), accedí a acompañarlo.
Decíamos
muchas tonterías camino a su casa, cosas sin sentido, y temas sin importancia,
ambos estábamos nerviosos. Antes de llegar a su casa, a una cuadra antes, me
tomó la mano y me besó en los labios rápidamente, era muy excitante la
situación.
Llegamos
a una casa con puerta de metal gris, sacó sus llaves y comenzó a abrir los
cerrojos. Al entrar salieron unos perritos pequeños a darnos la bienvenida, era
una casa grande, pero no había nadie.
Me
senté en la sala y él con su voz varonil me invitó una cerveza…
—…No
gracias, no bebo. Un vaso de agua está bien— le contesté.
Fue
a la cocina y trajo el vaso con agua mientras él tomo una cerveza fría. Se
sentó frente a mí en una mesita de centro, puso la cerveza entre sus piernas y seguimos
platicando. Cuando menos me esperé nos encontramos en una situación muy
provocativa, él estaba sentado muy cerca de mí… Un beso era inevitable, su
aliento tibio sobre mis labios me llevó a besarlo apasionadamente, buscando su
lengua con mi lengua. Yo sentía como me acariciaba bajo la playera, y yo hice
lo mismo, pero buscando su trasero, metí las manos a su camisa, y bajé ambas
manos hasta entrar en su pantalón y tocar sus nalgas, apretándolas y
acariciándolas… El beso se prolongó.
La
situación ameritaba cambiar de lugar, así que se levantó y me tomó de la mano conduciéndome
hasta su cuarto. Ambos estábamos excitados y erectos, había química en el
ambiente… Era claro que era su habitación. Al entrar ahí, él me tomó y siguió
con el beso, pero esta vez quería quitarme la playera. Cooperé con él en la
situación y me quité la camisa y la playera mientras él también se quitaba la
camisa y el pantalón…
Al
estar casi desnudo, se sentó en su cama, sólo se dejó su ropa interior, yo hice
lo mismo y me dirigí a la cama. Nos tiramos en la cama y el beso continuó… Él era
un chico delgado, bien formado, no era del todo lampiño pero estaba muy bien.
Su
calzoncillo estaba húmedo, seguro por la excitación de la situación… Hizo que
me acostara en la cama y su boca fue bajando… primero mi cuello; luego mi pecho,
el cual besó y chupó y volvió a besar. Cuando llego a mi calzoncillo, era obvio
que yo estaba excitado, medio abrió el elástico oliendo mis vellos del pubis. Después
de olerlos sentí su lengua pasándola a través de mis vellos… Parecía un niño
abriendo un regalo de natividad, abriéndolo poco a poco y disfrutándolo. Bajó
más su cara y metió su lengua entre mis piernas, lengüeteando mis huevos y mi
entrepierna… Eso me vuelve loco. En cuanto tocó mis huevos con su lengua él
quería saborear mi escroto y mi calzoncillo, pero lo que más le gustaba era
oler; olía y chupaba, olía y chupaba; nunca me había topado con alguien así.
Sacó
mis huevos y los dejó húmedos de su saliva, y luego busco mi verga… Me mordía
la verga sobre mi calzoncillo y a su vez la olía. Sacó por un lado la punta de
mi verga y la lengüeteó, pero pronto ya no era suficiente lengüetearla, la tomó
y la sacó dándole unas chupadas increíbles… Con cada chupada yo sentía que
prácticamente me venía…
Poco
después decidió quitarme el calzoncillo. Al quitármelos, los tomó con una mano
mientras me la jalaba con la otra mano. Se los llevó a su cara e inhaló mi
aroma en la ropa interior, eso me prendió ¡¡cabrón!!
Pero
él quería más… alzó mis huevos y olió mi perineo, lengüeteando y oliendo… Yo le
di la vuelta a su cuerpo, tomé su culo y me lo puse frente a mi cara, quería
jugar con su cuerpecito… Hice casi lo que él hizo, pero yo abrí su ropa
interior haciéndola a un lado para encontrarme con su culo medio peludito… Le
daba unos lengüeteados mientras le masturbaba la verga… Él lubricaba mucho, en
un poco tiempo ya tenía mi mano muy resbalosa…
—Quiero
meterte la verga, pero déjate la ropa interior— le dije… Me puse el condón y le
dejé de un chupón bien húmedo el culo. Me acosté en la cama mientras él se
ensartaba en mi verga… Pero lo que más me gustó es que se puso mis calzoncillos
en su cara y me pidió que le diera fuerte…
Le
daba fuerte, sus nalgas temblaban cuando se la metía y él se ponía muy rojo…
Él
decía groserías mientras yo le daba… Disfrutando el olor de mis calzoncillos…
Me encantaba sentir mi verga en su culo tibio y como me lo apretaba… ¡wow! Qué
rico…
Cambiamos
de posición y él se acostó en la cama, puse una almohada para apoyar mejor su
culo y dejarlo bien listo.
—Dame
bien fuerte cabrón, neta… ¡fuerte!— me pidió, y pues le di lo más fuerte que
pude; se la sacaba y se la metía… de un sólo golpe hasta el fondo… Cada metida
de verga hacía que él gritara de placer y de dolor, rebotando su cuerpo en la
cama… Sudábamos mucho, pero yo quería más…
Así
que agarré y le metí un dedo junto con mi verga para abrirle más el hoyo… Le
metía la verga en lo que con el dedo se lo jalaba para que sintiera más duro.
Él se masturbaba a mil.
Cuando
menos lo esperé, el empezó a jadear y sentí su ano contraerse… Se había venido
en la cama.
Yo
aún no me venía así que agarré su acabada y me la unté en la verga y me la
jalé… Cuando estuve a punto de venirme el chico abrió su culo con ambas manos y
me decía:
—Échamelos
en el culo…— y lo repetía extasiado.
Con
ambas manos seguía abriendo su culo, me súper excité y me vine nada más de ver
ese ano abriendo y cerrando…
Le
acerqué mi verga y dejé caer mi venida en su hoyo dilatado… Uno… Dos… Tres
chorros espesos que le fueron a dar hasta adentro…
Cuando
terminé, me acosté en la cama y él sólo cerró sus piernas y se acostó… Nos
besamos largamente mientras recuperábamos fuerzas…
Luego
de un rato vi que era ya demasiado tarde… Me vestí y prometí volverle a ver… y
a volver a repetir…
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