24/10/14

MI GUARDIA DE SEGURIDAD...(RELATO)

DEDICADO A JUANITO


Era un lunes común, y como de costumbre acudí al Banco para depositar la recaudación del fin de semana. Se notaba que seria un día caluroso, por lo que decidí cumplir con ese trámite temprano. Cuando entre al Banco, una larga fila de gente ya estaba allí, por lo que no me quedo más que resignarme. Lo primero que me llamó la atención fue no encontrar a Don Arnolfo, el guardia de seguridad del Banco, que a mi parecer tenía tantos años como el edificio. En su lugar, Juan, un joven alto, fornido, de piel morena. Bajo su gorra, se notaba que su cabello era negro y corto. Su cara me parecía familiar, pero no podía recordar donde lo había visto, pero puedo asegura que era un tipo muy atractivo.
Mientras esperaba que la fila avanzara, aprovechaba de mirarlo, mientras el caminaba de un lado a otro, desplazándose, observando a todos casi felinamente. Luego se detuvo a un par de metros desde donde yo estaba y pude apreciarlo y admirarlo con detenimiento: el pantalón azul del uniforme le quedaba como si hubiese sido hecho sobre la piel, ajustado al muslo para caer más holgado. La franja amarilla en el costado, hacia parecer como si fue a un pantalón deportivo. Desde atrás, sus gruesas piernas y redondeados glúteos, trabajados y suaves, se notaba la sutil línea de una zunga ajustada, su cintura angosta en comparación a su espalda ancha y hombros fuertes. Su cuello poderoso y el corte de cabello perfecto en la nuca.
Por adelante, se notaba el pantalón mas ajustado, su virilidad se notaba casi con exageración. Redondo y sobresaliente. Creo que la hebilla del cinturón ayudaba a esas redondeces, pero el cinturón no necesariamente le apretaba. Su camisa blanca y de manga corta dejaba notar bajo ella una camiseta blanca, que a la altura de su pectoral muy marcado, se oscurecía notoriamente. Tenía el pecho muy velludo y eso se notaba también en sus brazos.
Su rostro desde lejos parecía ser de un hombre alrededor de 25 años, pero al tenerlo mas cerca, se apreciaban tenues líneas de expresión que confirmaban que estaba alrededor de los 35. Cuando me encontré con su mirada, sus ojos oscuros y alegres, expresivos y penetrantes, sentí escalofríos y extrañas cosquillas en mi abdomen, pero cuando avanzó lentamente hacia mí, parece que me había elevado dos centímetros del suelo. Ya muy cerca, me sonrió y gentilmente me dijo:
—Avance, por favor…—indicándome con su mano izquierda.
—Si…claro, estaba distraído…— le respondí sintiendo el rubor en mi cara. Él sólo sonrió gentilmente. Me costó unos segundos volver a la normalidad después de esa situación y procuré no levantar la vista para no encontrarme nuevamente con la de él. Pero el segundo encuentro fue inevitable y sorpresivo.
Miraba para ver donde estaba, pero no lo encontré. Cuando giré para ver hacia el otro lado, él estaba tan cerca que pude apreciar su perfume. Me miraba fijamente, casi con curiosidad. Esta vez procuré avanzar antes de que me dijera algo y mientras lo hacía le dije: “Ahora si estoy atento…”. No se me ocurrió nada más que decir. Él sonrió ampliamente y comenzó a caminar nuevamente por el recinto.
De tanto en tanto lo buscaba con la mirada y allí estaba: caminando entre la fila, o respondiendo a alguna pregunta que alguien le hacia.
Al fin llegué a la caja e hice el depósito. Había pasado casi una hora.
Cuando salí estaba cerca de la puerta, al ver que me aproximaba, gentilmente abrió para que saliera.
—Muy amable, hasta luego— dije mientras salía.
—Por nada, que tenga un bonito día— me respondió con su varonil sonrisa mientras se llevaba la mano a su gorra haciendo el ademán de saludo.
Durante el día pensaba en él y buscaba explicación a la extraña sensación que sentí cuando me miró fijamente en la fila. Cuando llegué a casa, me di un baño y me acosté, pues estaba cansado, pero cuando fije mi pensamiento en él, tuve una erección y el líquido cristalino comenzó a mojar mi slip. Él estaba causando esas reacciones en mí.
Al día siguiente estaba distraído y eso lo notaron todos los que me rodeaban. Me preguntaban si me sucedía algo, pero no podía decirles que un hombre me había dejado pensando en él día y noche. No tenía motivos para ir al Banco ese día, pero como sabia los horarios, fui y me estacione a una distancia prudente de la salida de los empleados del Banco, para observar sin ser observado y me quedé allí hasta que pude verlo. Vestía jeans y zapatillas, una camiseta blanca y chaqueta de cuero. Seguro el uniforme lo llevaba en la mochila. Caminó unos metros y cruzó la calle. Encendió un cigarrillo y esperó en el paradero. Mientras desde mi auto lo observaba y lo encontraba más atractivo. Su cabello corto y bien peinado con gel, se veía más atrayente de lo que lo había visto en el Banco.
Botó el cigarrillo e hizo parar el colectivo local. Sacando mis conclusiones, debía vivir cerca. Cuando pasó por mi lado, me oculté así es que no me vio.
Al otro día, decidí ir al Banco para retirar una cartola, no era necesario, pero fui sólo para verlo. Cuando llegué, estaba muy ansioso pero traté de disimular. Entré con mucho desplante, iba vestido para llamar la atención: el jeans mas o menos ajustado, una camisa deportiva, lentes oscuros para poder mirar sin que vieran donde estaba mirando. Entré y lo divisé de inmediato, pero me dirigí al mesón como si no lo hubiera visto. Pedí mi documento y “descuidadamente” deje mis anteojos de sol sobre el mesón de atención, como no había demasiado público me arriesgué a hacerlo, ya que caminé lentamente hacia la salida con la intención de devolverme a buscarlos si no sucedía lo que tenía planeado.
—Señor, espere… — escuché que me decía. Me giré con un dejo de desinterés y vi que venía hacia mí con mis lentes en la mano.
—Sus anteojos, lo dejó sobre el mesón…
—Oh!, que descuido…Muchas Gracias…— le respondí dirigiéndole mi más encantadora y simpática sonrisa.
Cuando me los entregó, le di la mano y pude sentir una sensación de corriente eléctrica que sin duda él también percibió.
—Gracias…—le dije de nuevo— últimamente he estado muy distraído.
—Estoy para servirle—dijo muy afablemente dirigiéndome también una amplia sonrisa, y en una actitud que me sorprendió, me guiñó el ojo. Sinceramente quedé paralizado, esa sonrisa y ese gesto realmente significaban demasiado para mí.
Aunque no dejé de pensar en él y en su guiño, no acudí al Banco hasta el viernes, después de haber planeado muy bien como proceder…
Entré y me dirigí al terminal para sacar una boleta de saldo, mientras el conversaba con un cliente. Al verme, comenzó a acercarse con sus manos atrás y un caminar pausado, lo encontré más apuesto que la primera vez: sin gorra se veía muy bien peinado y aparentaba ser más joven. Cuando lo miré, hizo un ademán de saludo y sonrió. Caminé hacia él y le extendí la mano, pareció sorprenderse, pero con prontitud tomó mi mano y me dio un fuerte apretón.
—Cómo está, Buen día— y no le soltaba la mano. —Quiero pedirle un favor…
Me miró con curiosidad…
—Necesito urgente depositar estos documentos, pero no puedo quedarme, tengo otras cosas que hacer. Se los puedo encargar a Usted?...
—Bueno yo…no debería…
—La papeleta de depósito está hecha— le dije y puse mi cara suplicante— Por Favor!!!...
—Pero…si usted espera unos minutos…
—No, no puedo esperar—ahora poniendo una cara de clemencia.
—No debería…—me miraba con dudas y compasión.
—Le aseguro que no habrá ningún problema…— Le entregué los documentos, pero él no muy convencido los recibió.
—Aquí está anotado mi número de teléfono. Le juro que si alcanzo a volver antes de la hora de cierre paso…sino, usted queda a cargo…— Dije, mientras acariciaba con disimulo su espalda. Le di gracias nuevamente y salí raudo, no sin antes estrechar su mano y dirigirle otra sonrisa. Él quedó muy confundido y debo admitir que me apenó verlo tan pasmado, pero  mi plan hasta ese momento marchaba a la perfección…
Pasé el resto del viernes esperando su llamado, pero el teléfono no sonó. Algo en mi plan no había funcionado, por lo que me puse a pensar cómo debía proceder el lunes… Tal vez me había equivocado y él no sentía la atracción que yo sentía por él…Tal vez lo presioné y por tratar de acercarme, lo alejé…En fin, mil conclusiones mas hasta que me fui a dormir.
El sábado después de la media jornada, no tenía panorama así que arrendé una película. Ya de vuelta en casa, pasaron un par de horas y sonó el teléfono…
—Hola, cómo está…Ayer no pude llamar…—Reconocí su voz.
—Cómo está usted— respondí —no atiné a nada mas…después de estar un día entero esperando ese llamado…



—Llamo para informarle que cumplí con el trámite que usted me encargó y tengo el comprobante de depósito…lo necesita para ahora o se lo entrego el lunes?...
—Es que no quiero seguir abusando de su buena voluntad…Ahora no tengo nada que hacer, y si a usted le parece, puedo ir a buscarlo a su casa…— así sabría donde vive y con quien…
—No es molestia, es que en este momento voy saliendo y…
—Entonces no se preocupe —le interrumpí— no quiero import…
—No…es que en este momento voy saliendo en bicicleta y pensaba pasar a su casa a dejarlo…para mi no es molestia…yo tampoco tengo nada que hacer…y si a usted no le incomoda, se lo dejo ahora…
—Me encantaría…pero no está usted demasiado lejos para venir en bicicleta?
—No lo creo, además el buen ejercicio siempre hace bien— me dijo y ambos reímos.
—Entonces lo espero…—curiosamente en una de las papeletas yo había anotado mi dirección…
—En unos veinte minutos estaré allá…nos vemos…— y cortó.
Todo estaba funcionando de acuerdo a mi plan, él vendría a mi casa y podría estar solo con él…En veinte minutos debía producirme para la ocasión. Vestí un pantalón de tela color beige, que sabía me hacía ver bonita la cola, y una polera negra, además como soy un tipo delgado, elegí una un poco mas cómoda.
Pasaron veinte minutos. Treinta y nada, me estaba poniendo tenso. Treinta y cinco minutos y yo pegado en la ventana, de pronto un joven en bicicleta pasó lentamente fuera de la casa, se devolvió y se detuvo frente a la puerta…Fue una visión impresionante: Vestía zapatillas, un gorro con visera como el que usaba en el trabajo, polera blanca ajustada y un short rojo, muy ajustado y corto, casi arriba del muslo, además de anteojos oscuros. Se veía extraordinario, atractivo, atlético, varonil e irresistible.
Antes que llamara salí a la puerta y le pedí que entrara. Sentía su mirada a través de los anteojos oscuros. Dejó la bicicleta en el jardín y entró casi tímidamente…
—Le esperaba hace diez minutos— le dije mientras estiraba mi mano para saludarle.
—Si…es que como hace mucho calor, no quise apurarme para no sudar demasiado— respondió mientras estrechaba mi mano con fuerza. Tuve la intención de abrazarlo, pero me contuve.
—Adelante por favor, está en su casa. Tome asiento—le dije mientras cerraba la puerta. No pude evitar mirarlo con descaro: sus gruesas y musculosas piernas, la espalda muy definida, la cintura estrecha y nalgas firmes. Llevaba un banano, que acomodó delante suyo mientras se sentaba en el sofá.
—Primero que todo, quiero pedirle un favor…— le dije y él me miró con curiosidad— Quiero que me trates de Tú, para poder también tratarte de tú… Te parece?
—Por supuesto! Me parece…—y sonrió casi aliviado, mientras se quitaba los anteojos y el jockey y los dejaba sobre el sofá.
—Tienes calor?  Verdad?...Tengo gaseosa, cerveza fría, jugo de frutas, té o café, qué prefieres?...
—Un café…—me dijo y sonrió. Ahora el sorprendido era yo, no sabia si bromeaba o hablaba en serio. Lo miré con cara de pregunta, pero él soltó su risa.
—Prefiero un vaso de agua…
— ¿Agua? — pregunté y el asintió con la cabeza.
—Pensé que nos beberíamos unas cervezas…
—Es que tengo que volver y en bicicleta es peligroso equilibrarse con alcohol— y tenía razón, pero era mi oportunidad.
—Pero de qué te preocupas, si se te pasa la mano, te puedes quedar aquí…
—Entonces acepto— me respondió sin dudar demasiado… creo que él tenía un plan similar al mío…
Traje dos latas y mientras le pasaba la suya no pude evitar alagarlo:
—¡Tienes un físico envidiable! Se nota que practicas mucho deporte…
—Gracias…pero no soy tan aficionado al deporte, solo me gusta andar en bicicleta y de vez en cuando hago una rutina de pesas…
—Igual, te repito, te vez muy bien— insistí mientras me sentaba en el sillón frente a él.
No dijo nada, solo sonrió y abrió su lata mientras yo hacia lo mismo con la mía.
—Salud…— y bebió un gran sorbo. Yo hice lo mismo.
—¿Vives solo?— preguntó mientras miraba el resto de la casa.
—Si, soy completamente independiente. ¿Y tú?...
—Estoy viviendo con mi madre…desde que me separé hace unos años—  me dijo con un poco de vergüenza, antes de dar otro sorbo a su cerveza.
— ¡…Qué desperdicio!...Siendo tan guapo…— y lo miré con un tono de complicidad y lujuria.
—Es que no he encontrado realmente una persona que me soporte…
— ¿Y eso, por qué? ¿Eres de mal genio?— Tomó otro sorbo y me miró con ironía. Pensó un poco antes de hablar.
—No, realmente no he encontrado alguien que me aguante todo…lo que me gusta— Esto lo dijo con lentitud y bajando la voz como si se desprendiera de un secreto, a la vez que llevaba su mano sobre su entrepierna y tomaba todo su abultado paquete. Sin duda ese movimiento hizo que mi espalda se pusiera como piel de gallina. A esa altura de la charla ya estaba con una erección casi incontenible. —Es que soy demasiado intenso— Continuó…

—Tal vez debes bajar un poco la “intensidad” y dejar que la otra persona tome la iniciativa…que los dos sientan placer…por que si eres muy brusco puedes causar dolor…y el dolor dentro de una relación no es bueno…— Estaba siendo textual, no podía ser mas claro…
—Sí, puedes tener razón, por lo mismo te digo que aún no he encontrado a “esa persona”, pero hace unas semanas que me siento con suerte…— Bebió de un sorbo lo que quedaba en su lata de cerveza, mientras yo mentalmente le decía:” No sigas buscando, estoy al frente tuyo…”
La conversación continuó en ese tenor, mientras traje dos latas mas de cerveza y tratando de disimular en mi pantalón la erección, poniendo mi polera por fuera del mismo, pero era inevitable, ya que el sin duda se había percatado ya.
—Sabes?, me vas a tener que dar permiso para pasar al baño…
—Por supuesto— le dije— ven te voy a presentar mi casa…
Me levanté y él hizo lo mismo, le mostré la casa, living, cocina y lo llevé al dormitorio…—Mi cama…y…el baño...— le dije. Si necesitas algo me avisas…
—Gracias…—y entró cerrando la puerta detrás de él. Sin hacer ruido me quedé tras la puerta y lo sentí orinar. Luego abrió la llave y yo me apresuré a volver al living. Demoró unos minutos. Cuando volvió note que su polera estaba algo mojada. Pensé que no había toallas en el baño, pero no le dije nada. Cuando se sentó me levanté y le dije que también necesitaba orinar, además de cerciorarme si había puesto toallas en el baño.
—Volví, que alivio… Por qué te mojaste la polera?
—Es que me arde un poco el pecho— dijo mientras se la levantaba dejando descubiertos sus abdominales y pectorales. —Es que me depilé ayer…
—Qué!!!— dije mientras me acercaba. No pude evitar reírme…
—Si, siempre lo hago.
—Permiso…esto tengo que tocarlo…—Le dije mientras me sentaba a su lado en el sofá y comenzaba a tocar su torso, duro y suave…
—Wow! Que espectacular, está muy suave…Y las piernas también?...—mientras recorrí con mi mano desde sus muslos a la pantorrilla…
—Me gusta así…se siente mejor…
— Realmente…se siente muy bien, tan suave…— Y me arrodillé frente a él.
—Quieres sentir más?— me dijo y se sacó la polera dejando todo sus músculos y piel a mi disposición. Yo no podía dejar de tocarlo: Sus pectorales y abdomen bien marcado, el oblicuo que me llevaba a imaginar que habría más allá…
Se inclinó un poco y saco mi polera de un tirón…me miró como lobo y me dio un beso apasionado, afirmando mi cara, mientras yo tocaba sus piernas…
—Te gustó…? Deseaba este momento— dijo y me besó nuevamente. Abrió sus brazos para apoyarlos en el sillón, y se acomodó hacia atrás. Echó su cabeza mirando hacia arriba y abrió un poco las piernas. Sin duda era la invitación para que yo procediera a saciar mis deseos de tocarlo y besarlo y  sentir cada centímetro de su morena piel en mis labios…Y así lo hice: recorrí desde su cuello hasta su ombligo y bajo vientre, besando y lamiendo esa piel tersa. Cuando llegué más abajo y corrí un poco el banano pude apreciar que tenía una erección gigante, que abultaba su short y su pene parecía reventar la tela. Apreciaba perfectamente la forma que tenia…
Procedió a quitarse el banano y se bajó el short, a lo que por supuesto le ayudé. Pude apreciar que su vello púbico estaba muy corto, lo que hacía que su pene de unos 18 centímetros sobresaliera, pero lo impresionante fue lo grueso que lo tenía…era como un pepino, duro y caliente. Tal era la erección que tenía, que el glande estaba descubierto y la uretra en  la base del pene palpitaba como una bomba…sus testículos se veían pequeños ante semejante tamaño…Lo tomé y llevé mi boca hacia esa bellota, al contacto con mis labios un gemido ahogado salió de su garganta. Empecé a mamarlo como mejor sabia hacerlo, aunque sólo era capaz de introducir el glande y una porción del pene para evitar la sensación de nausea cuando llegaba muy adentro. Lo besaba y recibía en mi lengua el cristalino y caliente líquido seminal que salía y degustaba con locura…


Seguí así un rato y el comenzó a guiar mi cabeza con sus manos, tratando de penetrarme hasta la garganta. De pronto se levantó y se puso en cuatro patas sobre el sofá, ofreciéndome sus redondas nalgas, las que comencé a besar, lamer y a dar suaves mordiscos…hasta que me enfoque en su orificio anal. Abrí un poco sus nalgas y comencé a lamer y tratar de introducir mi lengua en ese agujerito, mientras sus gemidos se fueron transformando en quejidos. Estuve unos minutos y bajé la intensidad pues me dolió la mandíbula…Entonces él se levantó y con mucha facilidad me sentó en el sofá. Me besó y quitó mis pantalones y bóxer dejándome completamente desnudo, mi erección estaba a full. Se acercó nuevamente con su miembro buscando mi boca, que seguía hambrienta de tamaño órgano masculino. Pasaron unos segundos y sentí en mi boca sus espasmos, entonces él se retiró con rapidez y acabó abundantemente en mi pecho. Fueron seis o siete chorros de caliente y espesa leche de macho que me marcaron y corrieron hasta mi barriga. Las últimas gotas las recibí en mi boca…a lo que él, complaciente me besó con pasión y comenzó a recoger su eyaculación con su lengua y posteriormente me besaba combinando su saliva con su propio semen. Entre besos me preguntaba si aquello me gustaba…yo en éxtasis sólo le respondía que sí que no se detuviera jamás…
Siguió besándome y bajando por mi abdomen hasta llegar a mi sexo que estaba por estallar. Comenzó a hacerme una mamada que de dos movimientos casi me hizo estallar y se lo avisé, entonces él levanto mis piernas y comenzó a lamer mi ano con furia, introducía su lengua y luego tomaba mis testículos en sus labios y alternaba con sexo oral, pero era maravilloso sentir su lengua en mi esfínter, queriendo entrar y lubricando cada vez mas. Fue tanta la excitación que no pude contenerme y comencé a eyacular, no tan abundante como el, pero mis chorros salieron con fuerza y llegaron casi a mi cara, mientras el seguía con la faena de darme placer en el ano.
Con lujuria absoluta siguió besándome y mordiendo mis nalgas, y me sorprendió ver que comenzó a recoger mi semen con su boca, pero esta vez, el destino de esa leche era mi propio ano, que se dilataba cada vez más, al alternar su lengua, y sus dedos: primero fue el índice, luego índice y medio que entraban, salían y giraban en mi orificio.
Él estaba listo de nuevo, su miembro no había perdido la dureza. Y acomodándome un poco en la misma posición, punteó con su Glande y comenzó a abrirse paso en mi interior, centímetro a centímetro, sin retroceder, con suavidad, hasta sentir su pubis en mi desembocadura. Los gemidos fueron mutuos, nunca pensé sería capaz de aguantar tamaño estoque en mi esfínter, pero ya estaba…ensartado y palpitante dentro de mi.
Comenzó con un suave movimiento pélvico y sentía en mi recto recorrer todo su falo, sus músculos pectorales estaban tensos y sus bíceps hinchados. La sensación de tener ese macho dentro de mi era inusitado, me dolía pero quería más y más. De pronto sus movimientos fueron mas intensos y mis quejidos mas sonoros. Entonces él me abrazó con fuerza y se levantó  con facilidad, yo abrazándome a su cuello y poniendo mis piernas alrededor de su cintura, tomó mis nalgas y comenzó a levantarme y bajarme haciendo que su pene entrara hasta el fondo y saliera casi en su totalidad…era mi primera vez cabalgando así a un macho…
Estuvo así unos minutos hasta que sin bajarme camino hasta mi dormitorio y me puso de espaldas sobre la cama. Sin salir de mi interior, tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros, y siguió con el mete-saca mas intenso que antes. Mis gemidos se incrementaban con cada envión que el hacía…
—Te Gusta?...te gusta sentirme adentro?…me gusta culearte…
Su cuerpo estaba completamente sudoroso, y su respiración agitada…de pronto unos gemidos casi guturales acompañados de las palpitaciones de su miembro en mi recto me dejaban claro que había alcanzado nuevamente el orgasmo y eyaculado dentro, dejándome lleno del ardiente fruto de sus testículos…Sentir eso y recordar su primera abundante acabada en mi pecho me hizo llegar al éxtasis acabando casi al mismo tiempo que él. Advirtió mis contracciones anales y me beso con fuerza…
—Nunca había acabado tan rico…terminé dentro tuyo…mi amor…—
Su respiración se hizo mas calmada después del ejercicio que había hecho. Se quedó allí dentro hasta que su pene volvió a estar flácido, me descorcho y nos acomodamos en la cama, haciendo de cucharitas. El cansancio en ambos nos pasó la cuenta y despertamos avanzada la noche…hora perfecta para incursionar de nuevo…
Lo que pasó en los días siguientes fue espectacular…me complacía y lo complací, aprendió a controlarse y a hacer el mejor sexo. Pero pasó un mes antes de que me propusiera que fuéramos pareja. Ahora estamos hace un año juntos y la pasión lejos de acabarse, se incrementa.

Pero él tenía una fantasía, que cuando me contó dudé en realizar… pero eso será para otra historia…


2 comentarios:

  1. Me puso hot tu historia...Es de verdad?
    buenas las fotos, sigue publicando. saludos desde Chile

    ResponderEliminar
  2. ...Guauuu...me hiciste ponerme a mil... y cual era la fantasia del guardia...
    cuenta, pero que sea caliente como esta...JAJAJA...
    jugosamente tuyo...desde Cartagena.

    ResponderEliminar

Gracias por tu comentario.
Este será publicado de inmediato.
Sigue comentando y disfrutando de las Entradas de SECRETOS & FANTASIAS.