7/2/16

SUCEDIÓ UNA TARDE... (RELATO)

TARDE DE DÍA FERIADO…




Soy supervisor de producción en una empresa y parte de mi trabajo es también dar una chequeada a planta los feriados. Un sábado vi a Alfredo, el vigilante nocturno, cojeando y al preguntarle qué le había pasado, me dijo que lo habían lesionado en el partido de futbolito que había jugado el día anterior. Hice comprar unas pastillas y un gel para golpes y se lo hice llegar con las indicaciones. Al día siguiente, luego de terminar mi rutina de trabajo, me acerqué a la habitación de Alfredo para ver como seguía. Me dijo que algo mejor, pero aún no del todo bien. Le pregunté si el gel le había hecho efecto y me dijo que no se lo había aplicado, pues la zona que le dolía era la espalda… Le dije que yo le aplicaría, pues ese gel era muy bueno. Ingresé a su habitación; estaba muy limpia y ordenada, y él parecía que recién salía de la ducha, pues el aroma a jabón brotó de su cuerpo cuando se sacó el polo. Alfredo era un norteño de 35 años, mas o menos de 1.75 mts, trigueño, musculado, muy serio de rostro y responsable en su trabajo.
 Alfredo se echó sobre su cama y aprecié su espalda ancha y fuerte, muy velluda en la parte baja de la espalda, empecé a masajearlo con el gel en silencio. La verdad yo estaba disfrutando con esa piel bajo mis manos, pero no quería excitarme, pero de pronto Alfredo gimió bajito… yo continué con el masaje y él seguía gimiendo bajito… De improviso y para mi sorpresa se bajó el buzo y dejó expuesto su culo poderoso, fuerte, velludo y me dijo que por favor le masajeara todo, que le dolía toda la parte de atrás desde la nuca hasta abajo. Asentí y mis manos bajaron a sus nalgas y las masajeé con ganas, el tipo era delicioso, y gimió otra vez, se sentía muy rico  acariciarlo, sentir su carne, sus vellos… Con estudiado disimulo dirigí mis pulgares a su ano, él gimió y abrió las piernas… Ufff! su ano peludísimo quedó expuesto a mi vista, y allí si ya no podía disimular mi excitación…
Sentí mi pene engordar bajo mi bragueta y mi mente deseaba a Alfredo y su culo. Sin disimular nada ya, mi pulgar dedeó su ano y él abrió aún mas las piernas, mayor señal de aceptación ya no podía tener, y apresurado me bajé el pantalón y me eché encima de él… Mis bolas ahora sentían la tibieza de sus nalgas, mi verga erecta babeaba de gusto a su contacto con la raya que lo partía al medio… Suavemente dirigí mi cabezón a su orificio y otro gemido fuerte emitió Alfredo, sé cómo es esto y yo sabía que él lo disfrutaba.


Suavemente y con mucho cuidado empecé a penetrarlo, pues mi pene es bastante grueso, su ano estaba cerradito… Seguí suave, suave, hasta que mis pendejos rozaron sus nalgas. Me quedé quieto por un momento disfrutando de esa tibieza y humedad que me ofrecía su culito. Despacio lo agarré de la cintura y con cuidado hice que se levantara hasta ponerlo en cuatro patas casi al borde de la cama. Me paré en el suelo y siguiendo así pegados, le pedí que él se moviera, que fuera él el que se penetrara, yo no quería darle dolor… Él entendió muy bien pues inició un delicioso mete y saca que me hacía desesperar, y mas aún cuando el gemía. De verdad tener a este macho norteño retorciéndose de placer con mi verga abarcada por su ano era un placer indescriptible para mi. Le besé la nuca y dirigí mi mano a su verga, estaba dura, caliente, y lo empecé a masturbar muy despacio. Él giró su rostro hacia mí y me pidió que lo besara… Lo hice y eso nos excitó más aún: su verga babeaba mi mano, mi verga latía en su ano, con mi otra mano acariciaba todo lo que podía de ese cuerpo. De repente me percaté de un espejo en la pared q reflejaba el rostro excitado de Alfredo y mi cuerpo fuerte y de piel clara poseyéndolo.
Su ano apretaba cada vez más, y ya mi verga entraba y salía produciendo el chapoteo cremoso de mis líquidos en sus nalgas… De pronto su verga que estaba caliente, húmeda y dura latió y chorros fuertes de leche mojaron mi mano… eso fue el detonante para que su ano también latiera y sintiera yo nacer en mis testes un orgasmo furioso… Lo atraje fuerte hacia mi cuerpo mientras mi semen salía mojando su interior y su leche a borbotones caía en mi mano y sobre la cama. Fue un orgasmo espectacular, lo abracé fuerte y me quedé quieto echado sobre él un rato. Mis labios saboreaban ahora el sudor de su espalda.
Luego me levanté y me duché en el baño de su habitación. Al salir, él sentado y con expresión triste me dijo:
—…Me despedirá?...—
…No!... —le respondí— cómo se te ocurre? lo abracé fuerte y le dije que sería nuestro secreto.
Vinieron muchos feriados después, que con él eran intensos y deseados, hasta que años después un tío suyo falleció y le dejó unas tierras de cultivo en el norte, él tenía allá también su esposa e hijos y partió a un buen futuro…




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